Luego de vender Aguamarina -la firma de biotecnología para minería que creó en 2008- la ingeniera en Acuicultura, Pamela Chávez, junto a Johanna Obreque y Andrea Contreras, fundó Domolif en Antofagasta en 2020.
La startup biotecnológica se enfoca en la investigación y desarrollo (I+D) de soluciones para la minería en tres líneas: control del sílice -componente del polvo que produce silicosis- en faenas, prevención de la corrosión, y economía circular. También realiza consultoría a empresas de base científica tecnológica que hacen I+D, para ayudarlas a desarrollar y madurar sus soluciones, e instalarse en la región.
Domolif nació en los primeros meses de la pandemia. Partieron desarrollando insumos sanitarios, como desinfectantes para enfrentar el Covid-19, y posteriormente se enfocaron en la industria minera.
“Había necesidad de generar capacidades locales para la minería sostenible porque no existían soluciones efectivas para el control del sílice en la industria”, dijo Chávez.
La adjudicación de fondos de una línea Crea y Valida en Sostenibilidad de Corfo junto a su experiencia en el programa de Compra Local de minera BHP, les permitió desarrollar las primeras soluciones para combatir el material particulado.
También han recibido recursos de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) y del Fondo de Innovación para la Competitividad Regional (FIC) del Gobierno Regional de Antofagasta.
Ecosistema y planes
Domolif cuenta con centros de investigación acreditados por Corfo, y trabaja en colaboración con diversas universidades y centros de investigación nacionales e internacionales en el desarrollo de soluciones sostenibles. Además, Chávez señaló que han apoyado el softlanding de cinco empresas de base científico tecnológica en la región.
“Apoyamos con infraestructura, gestión, ayudamos a abrir puertas con clientes también. De esta manera aceleramos este proceso de que lleguen empresas, colaboremos y, desde nuestra especialidad, podamos presentar una mejor oferta a las compañías mineras”, comentó.
La ingeniera destacó el crecimiento del ecosistema regional de innovación y de las capacidades locales, con el Instituto de Tecnologías Limpias (ITL) y la presencia de centros de investigación y fondos de inversión locales que “van apalancando un ecosistema mucho más rico y maduro, para que sea más fácil emprender en estas materias”.
Hoy la empresa cuenta con presencia en Chile -con clientes como BHP y Antofagasta Minerals- una segunda oficina en Houston, Estados Unidos, y clientes en Argentina y Perú.
Chávez dijo que están en fase de validación industrial de nuevas soluciones para el control de material particulado en correas transportadoras de mineral, en frente de carguio y tronaduras.
También están colaborando con el Centro de Investigación en Minería Sustentable JRI en un proyecto Corfo PTEC para la impresión 3D de muros de construcción en base a un sustituto del cemento obtenido de relaves mineros.
Carolina Chávez,
Plan 3D (Viña del Mar)
Plan 3D fue fundada en 2017 en Viña del Mar por los diseñadores industriales Carolina Chávez y Cristián Navarro. La firma desarrolla simuladores médicos físicos -desde brazos para punción venosa hasta prototipos de órganos- fabricados con tecnología de impresión 3D para el entrenamiento y formación clínica de estudiantes de carreras de la salud y para la formación continua de profesionales médicos.
Chávez contó que la idea surgió luego de que su padre le pidiera un modelado de la vía biliar (conductos que comunican el hígado con el intestino delgado) para poder “ubicarse bien anatómicamente” antes de una operación.
Partieron con un modelo de negocios orientado a la planificación quirúrgica, pero requería de un escáner previo del paciente para poder imprimir los modelados con precisión. “Esto era poco escalable porque las isapres o Fonasa no cubrían el costo del biomodelo”, afirmó.
Por ello, optaron por reenfocar su negocio a la formación en salud. “Cuando mutamos al mundo de la simulación, comenzamos a esquematizar la anatomía porque no se necesitaba tanta precisión, por ejemplo, en que la vena de un brazo estuviera exactamente donde la tiene el paciente. Pero sí tuvimos que trabajar mucho para emular las texturas y las sensaciones de la vida real”, dijo.
La empresa nació bajo el alero del Programa Regional de Apoyo al Emprendimiento de Corfo. También participaron en Start-Up Chile, donde fueron acelerados y recibieron fondos de la línea Growth. Y, recientemente, fueron seleccionados por ProChile para integrar el pabellón chileno en la Expo Osaka 2025, en Japón.
Respecto de las brechas para emprender desde la Región de Valparaíso, comentó que no identificaron grandes barreras y destacó que las redes de contacto locales -como universidades, hospitales y clínicas- fueron clave para escalar su negocio.
Ecosistema y planes
Chávez también se refirió al rol que ha tenido la articulación de Plan 3D con las universidades locales. “La primera conexión fue a través de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso con su incubadora Chrysalis y sus laboratorios de experimentación tecnológica Makerspace y FabLab. En tanto, la Universidad de Valparaíso, que tiene facultad de salud, fue un apoyo fuerte para la validación científica”, señaló.
Explicó que, aunque cuentan con sus propias impresoras 3D para prototipado y creación de nuevos modelos, también trabajan con proveedores regionales quienes imprimen “la mayoría de la producción para ventas. Todo es 100% local”.
Las soluciones de la startup son usadas en diversas universidades y centros como el Hospital de Simulación de la Universidad Andrés Bello, y cuenta con el respaldo de la Sociedad Chilena de Simulación Clínica y Seguridad del Paciente.
Chávez comentó que abrieron una oficina en Estados Unidos donde tienen clientes como Columbia University y Florida International University, y distribuidores en Alemania, Brasil, Ecuador, Inglaterra y Perú.
“La mayoría de nuestras ventas aún son en Chile, que es un mercado muy emergente en simulación clínica. Queremos ir potenciando nuevos mercados de manera progresiva y no tan explosiva, porque queremos que nuestro negocio se mantenga con calidad asegurada”, dijo Chávez.
Rebeca Gálvez,
Patagonia Biotecnología “PatBio” (Puerto Montt)
Patagonia Biotecnología (PatBio) es una empresa de biotecnología agrícola fundada en 2013 en Valdivia, Región de Los Ríos -con operaciones actuales en la Región de Los Lagos- por Rebeca Gálvez, David Hockley, Claudio Fernández y Marcelo Brintrup. La propiedad intelectual de la compañía se remonta a 25 años atrás, cuando Brintrup comenzó a investigar el potencial agrícola de las algas marinas junto al químico Gotardo Schenkel como alternativa a los fertilizantes químicos que dañan los suelos.
PatBio procesa extractos de algas de la Patagonia chilena -como la Macrocystis pyrifera- para formular biofertilizantes y bioestimulantes que mejoran la resiliencia de los cultivos ante sequías, exceso de agua y cambios de temperatura que comercializan bajo la marca Fertum en Chile, China, Ecuador, Estados Unidos, Europa, Guatemala, México y Perú.
Gálvez relató que, desde los inicios, una de las principales brechas que enfrentaron fue la falta de laboratorios de análisis certificados por el Servicio Agrícola y Ganadero, que incluso ha llevado a la empresa a tener que mandar muestras a Santiago para su estudio.
Instalaron su primera planta en Valdivia y detectaron limitaciones para acceder a infraestructura y soporte industrial, por lo que trasladaron la operación al sector de Río Chico en Puerto Montt, lo que les permitió acceder a un mayor abastecimiento de agua y mano de obra.
Gálvez explicó que el escalamiento de la empresa ha sido apalancado por la combinación de recursos propios e instrumentos públicos, como las líneas de Corfo Crea y Valida, y Consolida y Expande, y el programa GoGlobal de apoyo a la internacionalización de ProChile y Corfo.
Ecosistemas y planes
PatBio cultiva sus propias algas. La empresa cuenta con concesiones marítimas en Chiloé y convenios con la firma Huiro Regenerativo -spinoff de la Universidad Católica- y la Universidad de Los Lagos, con quienes cultivan las algas y capacitan a los recolectores locales de la zona de Calbuco.
“La idea es que los pescadores también generen sus propios cultivos y luego puedan vendernos esa materia prima. Nuestra idea es poder generar alianzas con otros pescadores artesanales a lo largo de Chile, pero siempre fomentando el cultivo de algas y no la explotación de los bancos naturales”, explicó Gálvez.
La emprendedora y socia de la red Endeavor destacó el talento local vinculado a la biotecnología, y valoró el rol del Centro de Biotecnología Traslacional Sofofa Hub, Endeavor Patagonia y empresas como Kura Biotech, en la instalación de capacidades regionales, como la creación del Patagonia Biotech Hub -del cual forma parte- que busca impulsar desarrollo de soluciones biotecnológicas que fomenten el desarrollo económico y social de la región.
“Este año estamos haciendo un proyecto piloto en el que estamos acelerando a 10 startups y queremos hacer que la Región de Los Lagos sea el Silicon Valley de la biotecnología”, comentó Gálvez.
Añadió que PatBio está en proceso de registro para comercializar sus soluciones en Costa Rica, y durante los próximos dos años proyecta sumar nuevos clientes en Colombia, Egipto, Turquía e India.
“Tenemos un proyecto de escalamiento ambicioso. La compañía debería crecer mínimo 10 veces o más en los próximos cinco años”, dijo.