Alejandra Clavería Llanos
Incrementar la competitividad del sector agroalimentario, mediante la creación y comercialización de nuevas variedades vegetales de mejor calidad para el mercado nacional y mundial, es una de las principales ventajas que tendrá para el país la aprobación del proyecto de ley que Regula el Derecho sobre Obtenciones Vegetales y deroga la ley 19.342.
La ley de obtentores vegetales le otorga un derecho de propiedad intelectual a quien crea una nueva variedad vegetal (agrícola o frutícola), la que debe cumplir con cinco requisitos para ser registrada como propia: ser nueva, distinta, homogénea, estable y con denominación varietal. La entidad encargada del Registro de Variedades Vegetales es la División Semillas del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), que hoy cuenta con 670 variedades protegidas, de las cuales 594 son extranjeras y 76 son chilenas.
Las modificaciones a la actual ley se adaptan a los reglamentos de la Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (UPOV) e incluye, entre otros aspectos, el aumento de la extensión de la propiedad intelectual de nuevas variedades de 18 a 25 años en el caso de los árboles y vides, y de 15 a 20 años para otras especies. Asimismo, establece el alcance de la propiedad sobre el producto de la cosecha y acota el privilegio del agricultor a un número de hectáreas definido.
En definitiva, la nueva normativa permitirá al país tener acceso fluido a material genético de primera categoría que se produce a nivel mundial, para ampliar nuevas líneas de investigación a variedades agrícolas y frutícolas. Igualmente, asegurará a los inversionistas extranjeros la adecuada protección de sus nuevos desarrollos permitiendo especialmente a los productores frutícolas chilenos, acceder a variedades frutales que están siendo demandadas en los mercados de exportación para su producción, aumentando así la competitividad y el desarrollo del sector agroalimentario.
Registro de variedades
Actualmente, el derecho de obtentores vegetales se rige bajo las condiciones del acta UPOV emanada el año 1978. Sin embargo, con motivo de los compromisos adquiridos tras la firma del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos (2003), Chile debió haber adecuado su legislación en materia de propiedad intelectual vegetal para cumplir con dicho tratado, y adherir a UPOV 91 antes del 1 de enero de 2009.
Si bien a principios de 2008, el Ministerio de Agricultura terminó de elaborar un proyecto que modificaba la ley 19.342 y que fue presentado al Congreso el 14 de enero de 2009, hoy tras un itinerario complejo en la Cámara de Diputados, la iniciativa se encuentra próxima a iniciar su segundo trámite legislativo, posiblemente en los primeros meses de 2011.
La normativa actual protege única y exclusivamente el material de reproducción, es decir, a las semillas. UPOV 91, en cambio, trasciende al producto de esa semilla y se extiende al grano cosechado, explica Mario Schindler, gerente general de la Asociación Nacional de Productores de Semillas (Anpros). De esta forma, se fomenta la investigación, el desarrollo y la competitividad agroalimentaria, ya que cuando se tienen derechos de propiedad intelectual prolongados se puede seguir accediendo a la genética extranjera y seguir invirtiendo en ella. Esto genera variedades vegetales de mejor rendimiento, lo que es beneficioso para los agricultores, quienes pueden acceder a ella e incrementar su producción.
Opinión que comparte Patricia Anguita, coordinadora del Programa FIA-PIPRA de la Fundación para la Innovación Agraria, al señalar que contar con un marco regulatorio de protección que permita un entorno habilitador para la generación de innovación en el ámbito del mejoramiento vegetal, apoyará el incremento de la competitividad del país, mediante la generación y consecuente oferta de nuevos productos vegetales.
Prevenir los ilícitos
Uno de las principales objetivos de la modificación a la ley de obtentores vegetales apunta a reforzar el derecho de propiedad intelectual de nuevas variedades, evitando la venta y comercialización de semillas piratas, es decir, de aquellas que hayan sido reproducidas a partir de una variedad registrada previamente.
Muchos agricultores extranjeros se oponen a enviar sus variedades a Chile porque saben que acá las piratean. Actualmente existe un porcentaje altísimo de copia y eso le hace un tremendo daño a la competitividad del sector, afirma Mario Schindler.
Exportar la fruta de una variedad sin haber cancelado el derecho de propiedad intelectual, cambiar el nombre de una variedad protegida por el de una variedad libre (aquellas que siempre han existido o que son creadas y que han perdido la novedad), y cambiar el nombre de una variedad protegida por el de una variedad de fantasía, son algunas de las acciones que hoy constituyen delito en territorio chileno.
Genética
El desarrollo de la genética para crear variedades vegetales sobre todo nacionales, es uno de los aspectos que a juicio del gerente general de Anpros, aún falta potenciar en la industria agroalimentaria.
En Chile falta estimular el desarrollo de genética a nivel interno. Hoy en día falta aplicar I+D a la genética chilena para que se creen nuevas variedades y aumente el nivel de confiabilidad de quienes invierten en el país, afirma Schindler.
Hoy en día, la creación de nuevas variedades puede realizarse mediante tres técnicas: selección y cruce de especies, mutagénesis o técnicas convencionales de fitomejoramiento (en donde se cambia el genoma completo de la especie) y transgénesis (donde se modifican uno o dos genes).
En ese sentido, Miguel Ángel Sánchez, director ejecutivo de ChileBio, explica que como todas las variedades vegetales son intervenidas genéticamente, se hace necesario destinar recursos que ayuden a potenciar la investigación, control, fiscalización y evaluación de éstas. Si no se invierte en esta materia, difícilmente Chile podrá atraer y otorgar garantías a los genetistas nacionales e internacionales, para que desarrollen nuevas variedades en nuestro país, concluye.