Las noticias con la palabra “nuclear” han vuelto a colarse en los titulares, pero no todas vienen desde Medio Oriente. Aunque las tensiones entre Irán e Israel se han moderado en los últimos días, el foco sigue puesto en su programa atómico. Al mismo tiempo, y en otras partes del mundo, la energía nuclear empieza a ganar espacio en el mapa energético, financiero y tecnológico.
En Estados Unidos, el tema ya está sobre la mesa política y corporativa. Esta semana la gobernadora de Nueva York anunció la construcción de la primera planta nuclear del país en más de 15 años. El secretario de Energía de ese país, Chris Wright, dijo que la revolución atómica podría renacer bajo la administración Trump.
Nvidia, por su parte, acaba de invertir en TerraPower, una empresa fundada por Bill Gates, para abastecer con energía sus centros de datos de inteligencia artificial. Y esta semana, el sitio especializado Barron’s anticipó la próxima IPO de Holtec International, que promete ser una de las más grandes en este sector en años.
Y las señales de esta fiebre se reflejan en Wall Street. El ETF Global X Uranium acumula un alza superior al 35% en lo que va del año. El Range Nuclear Renaissance Index, que sigue a empresas vinculadas a esta fuente de energía, ha avanzado 34% desde enero.
Aunque ambos instrumentos sintieron el golpe tras el anuncio de nuevos aranceles por parte de Trump a comienzos de abril, lograron recuperarse con fuerza, impulsados —en parte— por el ruido geopolítico reciente.
El caso más citado es Cameco Corp, uno de los principales productores de uranio del mundo, cuyas acciones han subido 40% en los últimos seis meses. También destaca NuScale Power, una firma de Oregón que desarrolla reactores modulares pequeños: sus papeles han más que duplicado su valor en lo que va del año, pasando de US$ 17 en enero a más de US$ 38. Oklo Inc, dedicada a tecnología nuclear avanzada, muestra una trayectoria similar: desde comienzos de año sus títulos acumulan un alza de 160%. Una locura.
Pero hay un dato de fondo que está empezando a pesar cada vez más: el uranio muestra señales de estrechez. Se trata de un mineral estratégico, cuya producción está concentrada en unos pocos países: Kazajistán, Canadá, Namibia y Australia concentran más del 70% de la oferta mundial. Se usa para alimentar reactores nucleares que generan electricidad mediante fisión, un proceso que libera grandes cantidades de energía con bajas emisiones de carbono.
En 2023, la producción global alcanzó cerca de 150 millones de libras, mientras que el consumo superó los 165 millones. La brecha ha comenzado a tensionar la cadena de suministro y varios analistas ya anticipan presión sobre los precios. Ahí está la razón del crecimiento, en masa, de distintos índices y empresas especializadas.
“Es el mejor momento”
Ricardo Bustamante, subgerente de estudios de Capitaria, identifica cuatro factores detrás del rally en la industria nuclear. Primero, “el compromiso global con la descarbonización, que ha impulsado la búsqueda de fuentes de energía limpias, estables y escalables”. Segundo, señala, “la tensión geopolítica ha revalorizado la seguridad energética”.
Tercero, el impacto de la disrupción tecnológica sobre la demanda eléctrica: “El crecimiento acelerado de la inteligencia artificial, los centros de datos y la infraestructura digital ha aumentado significativamente la demanda energética, llevando a gobiernos y empresas a buscar soluciones que ofrezcan alta disponibilidad eléctrica, con bajo impacto ambiental”.
Y finalmente, apunta a la innovación en diseño: “Los avances tecnológicos como los reactores modulares pequeños (SMR) permiten proyectos más seguros, flexibles y de menor escala, viabilizando su adopción en más países. Todo esto apunta a una tendencia estructural”.
Charlie García, managing partner de la firma estadounidense R360, fue directo en una reciente columna en MarketWatch: “Ahora es el mejor momento para invertir en uranio y energía nuclear”.
No todos comparten ese entusiasmo. El desarrollo de nuevas plantas requiere años de tramitación, aprobaciones ambientales y financiamiento. El caso de Vogtle, en Georgia, es el ejemplo más citado: su construcción tomó más de una década y superó con creces el presupuesto original. A eso se suma la compleja gestión de residuos, un desafío técnico que sigue sin solución definitiva. Aun así, el mercado parece estar apostando a que esta vez será distinto.
Dónde apostar: Vistra Corp. (VST)
Vistra Corp. (VST) es líder en generación eléctrica diversificada en EE.UU., operando plantas nucleares, de gas natural, carbón y almacenamiento en baterías. Está estratégicamente posicionada para capturar el fuerte aumento en la demanda energética impulsada por la expansión de la inteligencia artificial (IA).
La creciente demanda eléctrica por el auge de la IA enfrenta un déficit proyectado de hasta 45 GW en EE.UU. para 2028, destacado por Morgan Stanley y Bank of America, beneficiando especialmente a Vistra por su rápida capacidad de generación. Expertos destacan que la energía confiable se ha convertido en clave para empresas tecnológicas, impulsando la relevancia estratégica de proveedores como Vistra.
La empresa cuenta con ventajas clave: diversificación energética, rápida escalabilidad y fuerte presencia en Texas, región estratégica para centros de datos impulsados por IA. La aprobación del proyecto de ley del Senado 6 en Texas podría acelerar significativamente estos desarrollos.
Vistra presenta sólidos fundamentales financieros, destacando un crecimiento promedio en ganancias por acción (EPS) del 46% en los últimos 3 años y un aumento en ventas del 29% en el último trimestre, reflejando fuerte expansión y rentabilidad sostenida.Técnicamente, la acción muestra una robusta tendencia alcista, operando sobre sus medias móviles clave. Los niveles ideales de compra se identifican en retrocesos hacia $177 o tras superar máximos previos en torno a los $200.
—Tomas Claro, CEO Araucaria Investments y Co-Fundador del Club de Trading
Cifra de la semana:
US$ 34 millones
Eso podría costar el matrimonio de Jeff Bezos y Lauren Sánchez en Venecia, Italia, que se celebró esta semana. La cifra la entregó un funcionario local, Luca Zaia, quien estima que las tres jornadas de celebración —con yates, jets privados y todo el delivery de lujo— habrían movido entre US$ 23 y US$ 34 millones. ¿El problema? Muchos venecianos no estuvieron invitados: el evento acaparó taxis acuáticos y desató protestas en una ciudad donde hoy viven menos de 50 mil personas (la mitad que en los años 80) y que sufre por el turismo excesivo. “Si puedes arrendar Venecia para tu matrimonio, puedes pagar más impuestos”, se leyó de una gigantografía preparada por activistas de Greenpeace y del grupo británico “Everyone Hates Elon”.