Vitalik Buterin tiene 31 años y una abultada billetera digital. Programador, escritor y creador de Ethereum, empezó a desarrollar la criptomoneda cuando tenía apenas 19. Hoy acumula unas 240.000 unidades de ETH, que este año se han disparado más de 130%. La matemática es simple: sólo en Ethereum, su patrimonio supera los US$ 1.000 millones.
Pero no sólo Buterin celebra. Los inversionistas que han aguantado sus posiciones en ETH -pacientes, muy pacientes- también hacen cálculos alegres. Durante años, Ethereum cargó con la etiqueta de “cripto del futuro”, sin alcanzar los saltos de precio de Bitcoin. Hoy, eso cambia: domina conversaciones en blogs, hilos de X y foros de Reddit. Aun así, sigue por debajo de su máximo histórico de US$ 4.800, alcanzado en noviembre de 2021, antes de perder casi US$ 4.000 en poco más de seis meses.
De todas formas, hay señales de optimismo. Esta semana se registró un nuevo récord de entradas diarias a los ETF de Ethereum, superando por primera vez los US$ 1.000 millones en 24 horas. Otro dato: por estos días ETH superó a Mastercard y Netflix en valor de mercado. Y un tercero: en julio, por primera vez, el valor total de Ethereum en manos de tesorerías corporativas superó los US$ 10.000 millones, según StrategicETHReserve.
3 razones
¿Pero qué ha pasado este año para que esta cripto creciera sustancialmente? Hay varios factores que explican este rally. El principal tiene que ver con una de las características clave de ETH: su rol como infraestructura para emitir y mover stablecoins. El mercado está “bullish” con estos activos tras la aprobación del Genius Act, la primera ley estadounidense que establece un marco regulatorio federal para su emisión y operación. Tether, USD Coin, Binance USD y otras de las principales monedas estables del mercado se emiten sobre la red Ethereum, lo que ha incrementado su uso y demanda. A eso se suma que gigantes como Walmart y Amazon evalúan crear sus propias stablecoins.
Otro elemento que mantiene al mercado entusiasmado son los ETF. Lo mismo ocurrió con Bitcoin: cuando grupos institucionales como BlackRock empezaron a lanzar fondos cotizados, el precio se disparó. Ahora es el turno de Ethereum. BlackRock, Fidelity y Grayscale han debutado con sus propios ETF sobre el activo. El iShares Ethereum Trust de BlackRock subió 46% en el último mes; el de Fidelity avanzó 44%, y el Ethereum Mini Trust de Grayscale lo hizo en 46% en el mismo periodo. En total, el volumen acumulado de los ETF de Ethereum al contado alcanzó los US$ 123.500 millones, según datos de The Block a finales de julio.
Un tercer elemento clave a considerar es el avance de las tesorerías corporativas en el mercado cripto. Durante 2025 se ha multiplicado el número de compañías que mantienen reservas en activos digitales, y varias de ellas han comenzado a acumular Ethereum. Bitmine Immersion (empresa de software) anunció recientemente que elevó sus tenencias de ETH a más de US$ 2.000 millones, mientras que The Ether Machine (firma de infraestructura cripto) informó que sus reservas alcanzaron los US$ 56,9 millones.
Optimismo
¿Se mantendrá este buen momento? ¿Superará los US$ 5.000 este año o caerá como ocurrió hace tres años? El mercado está optimista. Técnicamente es posible que siga creciendo, siempre que ETH se mantenga sobre niveles de soporte recién conquistados, como los US$ 4 mil, y que el flujo hacia altcoins no se debilite. “Hablar de cifras muy altas puede ser arriesgado, pero los objetivos técnicos mínimos en este tipo de activos ya implican movimientos fuertes frente a otros mercados. Esto significa que incluso un tramo adicional del 20% o 30% sería significativo y alcanzable si el contexto se mantiene”, dice Gonzalo Muñoz, analista de mercados XTB Latam.
Y remata con una advertencia: “El inversor debe tener presente que Ethereum, a diferencia de Bitcoin, aún combina una narrativa de innovación con un nivel de riesgo más elevado, por lo que su actual boom puede ser tanto una oportunidad como una prueba de resistencia emocional para quienes participen”.
Cifra de la semana: $ 42,5 millones
Es lo que recaudó en su estreno en EEUU Weapons (que en Chile se exhibe como La hora de la desaparición), el nuevo misterio de terror dirigido por Zach Cregger, que además debutó con una calificación perfecta del 100% en Rotten Tomatoes. El filme se suma al gran año que vive el género: en lo que va de 2025, las películas de terror ya concentran un récord del 14,4% de la taquilla estadounidense, frente al 9,8% del año pasado, según The Numbers. El impulso viene de éxitos como Sinners -la película original más taquillera de la década- y secuelas como Exterminio: La evolución o Destino final: Lazos de sangre.
Dónde apostar: Lockheed Martin
Hay acciones que se analizan con un Excel, y otras que, inevitablemente, deben analizarse con la conciencia. Lockheed Martin es de estas últimas. Sus números son impecables: liderazgo tecnológico, contratos gubernamentales asegurados por décadas, márgenes robustos, barreras de entrada tan altas como la atmósfera que cruzan sus F-35. Pero el análisis fundamental no basta para determinar si es un Comprar, Vender o Mantener. Existe una sombra que no entra en el ebitda: qué es lo que impulsa su generación de caja. Porque el negocio de Lockheed Martin es, en esencia, diseñar y fabricar equipos cada vez más sofisticados que -en el mejor de los casos- jamás serán utilizados. Aviones furtivos, misiles hipersónicos, sistemas de defensa que sólo tienen sentido si existe la posibilidad real de un conflicto. Y aquí se abre el dilema: ¿es ético invertir en quienes lucran con las amenazas de guerra?
La narrativa dominante dice que estas empresas son, paradójicamente, guardianes de la paz. Que la disuasión no sólo funciona, sino que es fundamental para mantener el orden global. Que un adversario piensa dos veces antes de iniciar una ofensiva si sabe que enfrente hay un arsenal tecnológicamente superior. Así, podríamos argumentar que cada contrato firmado por Lockheed Martin (o por algún otro competidor) sería equivalente a una póliza de seguro para la estabilidad del mundo.
El otro lado de la moneda es incómodo. La misma maquinaria que disuade puede ser la que mañana alimente un conflicto. Un misil de precisión sigue siendo un misil. Y la historia demuestra que, cuando hay armas disponibles, siempre hay alguien dispuesto a usarlas. Ahí es donde empieza el conteo de víctimas, muchas veces inocentes.
El dilema es brutal. Algunas preguntas emergen al considerar el rezago que muestra la acción de Lockheed Martin respecto al S&P 500 en los últimos 12 meses (entre otras razones, debido a retrasos e incumplimientos en la entrega de misiles): ¿el mercado podría comenzar a premiar su resiliencia en resultados? ¿Estará bien descontada su cartera de pedidos multimillonaria? ¿Sus proyecciones de flujo de caja estarán subvaluadas? Y entonces aflora la pregunta moral: ¿en qué estaríamos invirtiendo realmente?
-Felipe Mercado, portfolio manager DVA Capital