Daniel Mansuy: “La operación Daza fue un error (...) El Presidente no anda ofreciendo cargos ni pidiendo favores”
A una semana del triunfo de José Antonio Kast, el académico e intelectual Daniel Mansuy desmenuza las primeras señales que ha dado el Presidente electo, como su visita al Mandatario argentino, Javier Milei. También analiza el tipo de liderazgo que ejercerá Kast y la derrota histórica de la izquierda en las elecciones.
Por: Fernanda Paúl - Foto: Verónica Ortíz
Publicado: Sábado 20 de diciembre de 2025 a las 21:00 hrs.
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Daniel Mansuy aparece a las 8 de la mañana en punto en la puerta de la biblioteca de la Universidad de los Andes, donde dirige el Centro Signos. Aunque es temprano, el académico ya corre contra el tiempo. En la semana posterior a las elecciones presidenciales, su agenda está copada: se ha convertido en una de las voces imprescindibles para entender el momento político que atraviesa el país.
Investigador asociado del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES) y autor de numerosos libros -entre ellos Salvador Allende: la izquierda chilena (2023) y Los inocentes al poder: crónica de una generación (2025)-, Mansuy se muestra relativamente optimista frente al gobierno que encabezará José Antonio Kast. A su juicio, el mandatario electo cuenta con un diagnóstico adecuado de los principales problemas del país, aunque advierte que “los desafíos son enormes” y que “no será fácil gobernar”.
- ¿Cuán distinto es el José Antonio Kast de hoy, el Presidente electo, al candidato de 2021?
- En convicciones últimas creo que sigue siendo exactamente la misma persona, pero ha entendido que el modo de llevar adelante esas convicciones tiene que estar mediado por una comprensión del escenario político. Porque este Kast tiene vocación de poder; y el Kast de hace cuatro años no lo tenía. Por lo tanto, creo que sí hay un aprendizaje en torno a la lectura del momento y a no hablarle sólo a un nicho. Aprendió muchísimo.
- ¿Cómo definiría al Kast de hoy?
- Se puede caracterizar de muchos modos, pero el rasgo de él que más sobresale es la persistencia, la perseverancia. Es un hombre que renunció a la UDI hace ya nueve años, en 2016, con un libreto, con una convicción, e hizo algo que en política chilena es muy difícil porque las personas que se salen de los partidos se van al descampado y mueren olvidados. Esa persistencia se la inculcó Jaime Guzmán, quien tenía esta idea de seguir adelante con una misión pase lo que pase.
- Ha habido toda una discusión en la derecha sobre quién interpreta mejor el pensamiento de Jaime Guzmán: si sigue siendo la UDI o si es el Partido Republicano. ¿En qué posición está usted?
- Es una pregunta difícil, porque Jaime Guzmán tenía principios, pero sobre esos principios se movía con un pragmatismo y una flexibilidad total. Por ejemplo, uno podría elucubrar que Jaime Guzmán habría aprobado sin problema la reforma de pensiones. Dicho eso, el espíritu original fundacional de la UDI, de sentido de misión, de un partido de cuadros disciplinado, ordenado, está hoy más representado por el Partido Republicano que por la UDI. Pablo Longueira lo reconoció de algún modo cuando dijo que, si Jaime Guzmán estuviera vivo, no existiría el Partido Republicano. Con eso, está diciendo que el Partido Republicano tuvo que fundarse porque la UDI parece haber perdido su espíritu original.
- ¿Qué elementos de Jaime Guzmán se ven en José Antonio Kast?
- José Antonio Kast tiene muy anclado el sentido de misión de Jaime Guzmán. Él siente que está llamado a hacer esto. Y eso es lo que le da la fuerza, a pesar de que por momentos parecía que estaba disparando a cualquier lado. Se pensaba que nunca iba a ser Presidente de Chile y él, en silencio, siguió con su libreto. También se dijo que nunca iba a ganar alguien que hubiera votado por el Sí y José Antonio Kast no sólo votó por el Sí, sino que jamás se arrepintió. Eso te habla de alguien que tiene una misión. Y en política y en la vida esas cosas pagan.
Además, José Antonio Kast es el discípulo de Jaime Guzmán que más éxito ha tenido en política. Es el que va a llevar esas ideas al ejercicio del poder. Y eso para el gremialismo es algo muy, muy importante. Porque en el entorno de Kast, entre todos los alumnos de Guzmán, sintieron que la historia los había dejado fuera y Kast mostró que había un modo de llegar. Pero no me parece que los talentos de José Antonio Kast vayan en la misma dirección y tengan la misma naturaleza que los de Jaime Guzmán, que era un tipo completamente distinto por muchos motivos; él nunca ejerció poder directamente, le gustaba más estar en la sombra, articulando.
- En el podcast Animales políticos de Cristóbal Bellolio con Daniel Matamala, José Joaquín Brunner dijo que Kast es Jaime Guzmán leyendo y aprendiendo de Donald Trump. ¿Coincide?
- Sí, creo que es una buena expresión. José Joaquín es un gran observador. En lo que sí discrepo e introduciría un matiz, es que me parece que Trump es, sobre todo, un estilo, y José Antonio Kast está en las antípodas de ese estilo. Es impensable ver a Trump haciendo un discurso como el que hizo Kast cuando ganó o yendo a La Moneda a saludar al Presidente. En José Antonio Kast también está el abogado schoenstatteano, el hombre conservador en todas las dimensiones de la vida. Y ese hombre conservador tiene un respeto por las reglas que Trump no tiene.
- Siguiendo con los estilos, esta semana José Antonio Kast visitó a Javier Milei y juntos posaron en una foto con la motosierra. ¿Cuánto representa a Kast esa motosierra?
- En principio, el viaje a Argentina fue una buena decisión y fue un simbolismo muy fuerte. Pero tengo dudas de la foto con la motosierra. Entiendo que le quiere hablar a cierto público, a parte del electorado que lo eligió en segunda vuelta, pero a mí personalmente no me gustó. Dicho eso, todavía es muy pronto para saber qué papel juega la motosierra en el diseño general de Kast, si es una anécdota o una señal. Ahora, al igual como con Trump, diría que el estilo y la forma de Javier Milei está en las antípodas de José Antonio Kast. Creo que José Antonio Kast está confiando en que su tono es lo suficientemente claro y explícito como para que la gente piense que se quiere parecer a Javier Milei.
- ¿No se quiere parecer a Javier Milei?
- Creo que no. El discurso que dio el domingo, cuando ganó, marcó muy claramente el lugar hacia donde él quiere ir en cuanto a personaje, a su tono. Más allá de lo largo que fue, empleó un tono convocante, agradeció a todo el mundo, fue muy conservador, atado a los valores y las tradiciones de la República. El discurso no obedeció a alguien que quiere romper con todo, ni emplear una motosierra.
- La visita a Milei, ¿fue una señal ideológica, estratégica o simbólica?
- Todo eso a la vez. Ideológica porque le permite hablarle a un público que le gusta mucho Milei y que él quiere tener en el Gobierno. Geopolítica y estratégica porque le permite entablar relaciones rápidas con vecinos que van a ser importantes para lo que viene, y simbólica porque mediáticamente le permite llenar la agenda, algo que es muy difícil. Hay un diseño, una voluntad explícita de José Antonio Kast de llenar e impactar la agenda mediática todo el tiempo. La visita a Argentina no fue una decisión frívola, ni rápida ni veloz, sino que cumplió muchos objetivos.
- Una de las cosas que más ocupó la agenda mediática fue el ofrecimiento que le hizo José Antonio Kast a José Luis Daza para integrar su gabinete. ¿Qué le pareció?
- La operación Daza fue un error, no me gustó cómo se ejecutó, se manejó mal por dos motivos: uno, es que el Presidente no anda ofreciendo cargos ni pidiendo favores... por supuesto que puede conversar con gente, pero esas conversaciones son privadas. La imagen que quedó es que Kast fue a ofrecerle algo a Daza y que ahora Daza lo está pensando.
- Se ve mal…
- Se ve mal porque es el Presidente el que está en posición de poder, no José Luis Daza. Y deja a José Luis Daza en posición de poder, como “yo voy a elegir lo que más quiero”. No es esa la imagen que tiene que quedar. Y si lo quiere como ministro, bueno, que lo llame, que converse con él, que lo intente persuadir, pero en privado. Y si la gestión es exitosa, nos enteraremos, y si no es exitosa, no nos enteraremos.
Tampoco me parece tan simple que un ministro que ejerce en el gobierno argentino se venga de un día para otro al gobierno chileno. Hay incluso una contradicción performativa respecto del discurso apegado a la nación de José Antonio Kast, es raro. No me pareció que la operación haya sido limpia en general.
Gabinete de Kast
- Sobre posibles ministros, ha habido varias especulaciones de personas que pueden conformar el gabinete: Jorge Quiroz, Claudio Alvarado, Mara Sedini, Martín Arrau, Rodrigo Álvarez, etc. ¿Son nombres esperables?
- Si, están dentro de lo esperable y son razonables. Es evidente que Chile Vamos va a entrar con fuerza. Me parece que la pregunta está en las puntas, no tanto respecto al Partido Nacional Libertario (PNL) como de Demócratas, Amarillos o Evópoli. Parece ser muy difícil juntar esos dos mundos en una sola coalición. Pero es evidente que este no va a ser un gobierno republicano y creo que han tomado nota de los errores que cometió la administración de Gabriel Boric, cuyos ministros de confianza pertenecían exclusivamente al primer círculo del Presidente, como Izkia Siches, Giorgio Jackson o Camila Vallejo.
- ¿Sería un error si Kast pusiera a su círculo de hierro en los ministerios más importantes?
- Sería un error garrafal, porque uno en los ministerios tiene que poner a gente que vea cosas que uno no ve, gente que venga de otras tradiciones, que le hable a otros parlamentarios y en quienes no tienes por qué confiar personalmente. Siempre pongo el ejemplo de Ricardo Lagos y José Miguel Insulza. Ellos no se llevaban bien, no eran amigos, era una relación más bien friccionada, pero se respetaban políticamente y sabían que cada cual cumplía un papel. Y hoy día lo recordamos como una dupla maravillosa.
- ¿Qué podemos esperar del gobierno de José Antonio Kast? ¿Qué riesgos puede enfrentar?
- El principal riesgo es la cuadratura del círculo que está intentando hacer en estos días. Se está hablando de un Gobierno con muchos partidos pero que no constituyen una coalición. ¿Cuál es el trabalenguas? Estamos ante un sistema político fragmentado, donde sabemos que la tragedia son los gobiernos de minoría.
Entonces el principal desafío es lograr conformar un Gobierno lo más amplio posible, que tenga cierta unidad para no enfrentarte a la misma frustración que han tenido todos los últimos gobiernos. No sé si José Antonio Kast lo va a resolver, es muy difícil.
- El rector Carlos Peña decía en una entrevista en La Tercera que José Antonio Kast le parecía una persona “modesta en ideas” pero con sentido práctico. Otros, como Gonzalo Rojas, han dicho que les gustaría que fuera una persona de más estudio. ¿Cuán preparado está Kast para gobernar?
- Es absolutamente descaminado esperar de un político una elaboración intelectual sofisticada. La elaboración intelectual sofisticada está en la universidad, en los intelectuales. Pastelero, a tus pasteles. Si medimos a los políticos con esa vara, es completamente injusto. Es como si los políticos nos midieran a los profesores con una vara de cuántas campañas hemos ganado o cómo hemos administrado el poder. A mí no me hace ningún sentido. El político requiere intuición. De Kast yo espero lectura política del momento para dar la respuesta adecuada. Y en ese sentido me parece que hasta ahora ha mostrado talento para leer los momentos.
- ¿Qué le parece la idea de que Kast se vaya a vivir a La Moneda? ¿Tiene sentido?
- Primero, lo encuentro una genialidad comunicacional: vamos a estar semanas hablando de esto. Y segundo, pienso que es una buena señal. No sé cómo se va a materializar, pero me parece evidente que él no puede vivir en Buin. Así que es razonable, una buena idea. Muchos presidentes en el mundo viven en el palacio de gobierno. Y Kast ha logrado darle la vuelta para convertirlo en una buena señal porque al principio la gente se preguntó cuánto iba a costar refaccionarla y él dijo: “No, yo sólo necesito un saco de dormir”.
La izquierda hipster
- La derrota de la izquierda en estas elecciones ha sido calificada de “histórica”. ¿Qué pasó?
- La primera explicación es que esto es un péndulo, que los incumbentes siempre han perdido y que, por lo tanto, no deberíamos sorprendernos. Y eso es en parte verdad, pero no creo que agote la explicación por la magnitud de la derrota. Hay un fenómeno global que tiene que ver con que a las izquierdas les está costando hablarle a las grandes masas, porque están con un discurso muy urbano, muy sofisticado, muy hipster. Esto le pasa al Partido Demócrata en Estados Unidos, a la izquierda francesa, a la británica. Y en Chile también pasó que la izquierda se embriagó completamente con el 18 de octubre, validó en distintos grados la violencia y llegó al poder con tesis políticas que fracasaron completamente. Además, generó expectativas enormes que no sólo no pudo cumplir, sino que nunca brindó una explicación razonable de por qué no las pudo cumplir. Por lo tanto, esta derrota es también el fracaso de las tesis fundamentales que condujeron a Gabriel Boric al poder.
- Esta semana, el exministro Giorgio Jackson admitió ciertos errores en la administración de Boric…
- Vi que circulaban extractos de un texto de Jackson y es lo primero que he visto como atisbo de: “bueno, algo nos pasó, muchachos”. Pero aún es tímido. Y si no hacen ese ejercicio de reflexión y de autocrítica, se van a condenar a la irrelevancia política. Les pasó un camión por encima, ¿por qué? ¿cuál fue el error? ¿Y qué aprendizaje sacan de ahí?
- ¿Y qué podemos esperar del Frente Amplio ahora?
- Son políticamente talentosos y extraordinariamente jóvenes, además de que son naturalmente la generación de recambio de la izquierda. Y por tanto los vamos a tener en política mucho tiempo más. La pregunta interesante es para qué. ¿Para hacer lo que quisiera hacer Tomás Vodanovic, que es convertirse en una centroizquierda socialdemócrata? Gabriel Boric, cuando quiera volver a ser Presidente, ¿va a querer ser el Ricardo Lagos del futuro de la izquierda? ¿O quiere seguir con la lógica antagónica de romper con los moldes? Creo que van a tener un problema de identidad. Su problema es ideológico, no es de talento político electoral porque van a seguir ganando elecciones.
- ¿Qué rol podría jugar Jeannette Jara en el liderazgo de la próxima oposición? No era una mala candidata…
- Jeannette Jara no sólo no era una mala candidata, sino que yo no puedo dejar de tener cierta admiración por cómo enfrentó la campaña. Porque era muy difícil, tenía todo en contra de ella, incluso su propio partido. Nadie creía en ella y demostró ser una política profesional disciplinada que hizo la pega. Yo digo ojo, porque acá había harto carácter, hartas virtudes políticas.
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