Carmen Mieres G.
Cuando la decoradora Luz Méndez habla de su trabajo, se le iluminan inmediatamente los ojos y una sonrisa se abre franca en su cara. De padre arquitecto y con estudios de diseño, toda su vida estuvo ligada a espacios, formas, texturas y colores que de a poco, con mucho talento e intuición, fueron conformando una personalidad creativa y amante del arte. Enamorada de la lana por su textura y calidez, ya en el colegio comenzó a tejer carteras que vendía entre sus amigos y luego fue en la empresa de unos conocidos que descubrió su vocación: el tejido de alfombras.
Si bien con el tiempo derivó hacia el diseño y decoración de ambientes acogedores, que se caracterizan por su luminosidad, pulcritud, minimalismo y el uso de materiales nobles, Méndez se hizo conocida por sus alfombras, en las que los dibujos y colores van descubriendo su profundo apego a la naturaleza, la sencillez y al buen gusto.
“Crecí en el campo, tuve una infancia muy cerca de la tierra y del arte, donde aprendí a valorar los materiales y matices naturales. Fue en la vastedad que comencé a amar la no interferencia de cosas superfluas o carentes de significado, a valorizar la limpieza estética, la belleza de un muro liso, a veces más elocuente que la acumulación”, reflexiona.
Desde el Estadio Nacional hacia el mundo
Una alfombra utilizada por el Papa Juan Pablo II en su encuentro con los jóvenes en el Estadio Nacional, durante su visita de 1987, fue el primer diseño de Luz Méndez. “Ver al Papa parado sobre mi alfombra, fue una de las cosas más impresionantes que me han pasado en la vida. Sentí que haberla hecho era una especie de ‘consagración’, sentí que me la podía y que tenía que seguir con esto”, recuerda.
Pese a que quisieron comprarla, nunca la vendió y hoy la guarda en su casa, como un símbolo que reafirma su amor por el diseño textil y particularmente por las alfombras, que utilizan lana de Aysén, Nueva Zelanda y de la Patagonia argentina.
Desde aquella creación para el Sumo Pontífice, la carrera de Méndez despegó. El Hotel Explora Patagonia, residencias y oficinas de empresarios chilenos y las representaciones diplómaticas de Japón, Finlandia y Suecia son sólo algunos de los espacios que ha decorado. De hecho, su visita a los países nórdicos europeos en 1996, reforzaron su gusto por el minimalismo y su admiración por la simpleza y lo diáfano.
Hoy, parte de esta propuesta se puede apreciar en Casa Mater 2009, con la apuesta “Dormitorio con balcón”. Pero además, Méndez está abocada a dos proyectos que la tienen muy entusiasmada. Es la encargada de decorar un nuevo hotel boutique, The Aubrey, ubicado en las faldas del cerro San Cristóbal (Bellavista), y fue contactada por una importante empresa de decoración brasileña de diseño.
“The Aubrey es un proyecto precioso. Se trata de dos antiguas casonas remodeladas por el arquitecto Alejandro Valdés, donde me he encargado de la elección de los colores y las telas para la generación de atmósferas y ambientes. Tiene un estilo muy contemporáneo, chic y elegante”, adelanta. Y en Brasil, vieron un diseño de sus alfombras en un reportaje de una revista inglesa, les gustó y ahora quieren lanzar una línea en marzo de 2010, además de producir las alfombras para su venta en Chile.
“Mi propuesta no persigue las tendencias del momento, sino entregar mi visión del diseño: vanguardista, luminoso, depurado, simple y práctico. Lo esencial para mí es, por sobre todo, acoger la intimidad del que lo habita, a través de la simpleza. Yo soy muy transparente en mi vida, y creo que esa característica se ha logrado traducir en mis diseños”, comenta.