El Banco Central evaluó como opción relevante mantener la tasa de interés en 4,25% en su última reunión de política monetaria pero, de manera unánime, optó por recortarla a 4%.
Así se desprende de las minutas que publicó esta mañana el instituto emisor en las que revela que el panorama internacional era similar al analizado en la reunión previa, "salvo por una mayor preocupación respecto de la evolución del crecimiento en China, lo que había impactado negativamente el precio del cobre".
Otros antecedentes, dijo el emisor, confirmaban un escenario de recuperación paulatina del crecimiento de las economías desarrolladas y un retiro gradual del estímulo monetario por parte de la Reserva Federal.
En el documento, el organismo emisor reconoció que la inflación había sorprendido al alza en febrero, sorpresa que reflejaba, en lo grueso, el impacto de la depreciación del peso y el aumento en los precios de los combustibles.
"Además, el mayor precio internacional de los alimentos y la reciente depreciación del peso habían llevado a revisar al alza las proyecciones de inflación para los próximos meses", consignó en las minutas.
Sin embargo, a continuación dijo que las mayores holguras de capacidad podían reducir las presiones inflacionarias internas a mediano plazo y amortiguar el traspaso de los shocks recientes.
"Así, pese a las sorpresas recientes, las expectativas en los plazos relevantes para la política monetaria se mantenían en torno a 3% anual", comentó.
En materia cambiaria, el emisor reveló que todos los consejeros habían resaltado la depreciación del peso. Un Consejero se refirió a los factores que explicaban que la pérdida de valor del peso fuese mayor que la de otras economías.
Por un lado, indicó que la depreciación observada en los últimos meses había coincidido con una estabilidad y tendencia a la baja en las tasas de interés internas, lo que era un ajuste en parte inducido por las decisiones de política monetaria propias y daban cuenta de la fortaleza del marco de política actual en Chile.
Por otro lado, destacó también que parte de esta depreciación había estado relacionada con cambios en las tasas externas y las primas por riesgo. Sin embargo, en lo más reciente, este último elemento no había estado presente, lo que sugería que factores reales, como por ejemplo la caída del precio del cobre, estaban siendo determinantes en la trayectoria cambiaria.
Por ello, y aún con algún eventual grado de sobrerreacción cambiaria, creía que se había ido consolidando la visión de que se requería un ajuste más permanente del tipo de cambio real.
