Por Denisse Vásquez H.
En los últimos meses, el comportamiento de la inflación ha estado en línea con lo que planteó el Banco Central en el IPoM de septiembre, logrando alcanzar la convergencia a la meta (3%) antes de lo previsto y, de hecho, se ubicó en 2,9% anual en noviembre.
Esto provocó que en el IPoM entregado ayer, las proyecciones de IPC se ajustaran a la baja, tanto para éste como para el próximo año, lo que sumado a un panorama donde la actividad no da señales de un crecimiento más acelerado, abrió la puerta a concretar recortes en la política monetaria, algo que se había descartado en el informe previo.
Para 2017, el instituto emisor proyecta que la inflación continuará descendiendo y se ubicará por debajo del 3% durante gran parte del año, para acumular un aumento de 2,9% en diciembre, mismo nivel en el que terminaría este año. En el IPoM de septiembre, los pronósticos apuntaban a un aumento de 3,5% y 3,1%, respectivamente.
Con este cambio en el panorama, el Central considera que podría ser necesario incrementar el impulso monetario para cumplir con el objetivo de ubicar la inflación en 3%, lo que planteó tras la última reunión de política monetaria de la semana pasada y reforzó en el reciente IPoM.
Pero, ¿de qué magnitud podría ser este mayor estímulo? Según se indicó en el IPoM y luego fue ratificado por el presidente de ente rector, Mario Marcel, la tasa de política monetaria “seguirá una trayectoria comparable a la que incorporan las distintas medidas de expectativas”.
Esto significa dos recortes transitorios de 25 puntos base en el horizonte de proyección, tal como lo sugieren las encuestas realizadas por en instituto emisor (EEE y EOF) y los precios de los activos financieros.
Elementos a favor y en contra
El principal factor que permitirá que este escenario de baja inflación se concrete, de acuerdo al instituto emisor, será una importante reducción de la inflación sin alimentos ni energía, a raíz de dos razones: una trayectoria del tipo de cambio que continuará ayudando a la baja de la inflación de bienes importados; y una reducción gradual de la inflación asociada a servicios más allá del efecto base asociado al impuesto de timbres y estampillas que se observará en enero.
Pero más allá de los cambios en las proyecciones, el Banco Central destacó que el abanico de riesgos “ha aumentado”. En esa línea, señala que las sorpresas de inflación han estado ligadas al tipo de cambio y alimentos, por lo que no puede descartarse que la convergencia de la inflación al 3% tome “algo más de tiempo”, especialmente si las holguras de capacidad “se amplían más de lo esperado”.
A esto se suma un escenario de alta volatilidad previsto por el instituto emisor para el tipo de cambio. “La evolución del peso continuará sujeta a altos grados de incertidumbre, lo que podría afectar la inflación en el corto plazo en una u otra dirección”.