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Familias que vendieron a grandes cadenas buscan volver al negocio supermercadista

A 10 años de la transformación que significó la arremetida de Saieh y Southern Cross, varios de los empresarios estarían preparando su regreso al negocio, uno que hoy, admiten, es hiper competitivo.

Por: J. Troncoso Ostornol | Publicado: Viernes 22 de junio de 2018 a las 04:00 hrs.
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El 2007 marcó un quiebre en la industria de los supermercados. Ese año, la familia Saieh y el fondo de inversión Southern Cross decidieron entrar al negocio. Y la apuesta fue vía adquisiciones. En pocos meses, ambos grupos abrieron la billetera y se pusieron a comprar cadenas por todo Chile.

El punto de partida del grupo Saieh fue la compra de Unimarc al empresario Francisco Javier Errázuriz a fines de 2007. Luego se sumaron más de 50 cadenas medianas y pequeñas, como Deca, Bryc, Abu Gosch, Cofrima y Korlaet. Por su parte, Southern Cross, ligada a Raúl Sotomayor y Norberto Morita, compró las cadenas Bigger y Keymarket, entre varias otras.

El 2011, Saieh decidió fusionar su grupo de supermercados, llamado SMU, con Supermercados del Sur, el holding creado por el fondo de inversión.

Esto llevó a que la industria pasará a ser controlada casi completamente por cuatro conglomerados: Walmart (Lider y Ekono), Cencosud (Jumbo y Santa Isabel), SMU (Unimarc, entre varias otras cadenas) y Tottus (filial de Falabella).

Pero hoy, a más de 10 años del desembarco de Saieh y compañía en la industria, varios de los empresarios que vendieron sus cadenas de supermercados estarían preparando su regreso al negocio.

Guillermo Villablanca (quien vendió Alvi y luego tuvo una muy mala experiencia tras comprar algunos locales Bigger), junto con la familia Gracia Baretto (ex dueños de Puerto Cristo) son algunos de los almaceneros que buscan volver al negocio de la venta al detalle.

Laura Muñoz (ex Muñoz Hermanos) también está analizando su regreso, pero se lo toma con calma.

“Me encantaría volver. Nunca disfruté tanto como cuando trabajé en los supermercados”, dice la empresaria.

Por su parte, la familia Leiva (que fundaron y luego vendieron varios locales de la cadena La Fama en Santa Cruz), preparan un plan de expansión en la zona donde operan.

No obstante, para Enrique Marmentini, exdueño de la tradicional cadena de supermercados que llevaba su apellido, la actual concentración del mercado hace muy difícil que un pequeño empresario pueda entrar a competir.

“Hoy es muy complejo; la penetración del canal supermercados es muy alta y las grandes empresas tienen economías de escala y volúmenes que les permiten negociar mejores precios con sus proveedores”, dice.

Pese a esto, señala que siempre está la posibilidad de apostar por un nicho muy específico en una zona en donde aún no se han instalado las grandes cadenas.

“No digo que nadie pueda volver a este negocio, pero es extremadamente complejo”, sostiene.

Misma mirada tienen Juan Carlos Bayelle (de la extinta cadena Bigger), Iván Korlaet (ex dueño de los supermercados que llevaban su apellido) y Osvaldo Opazo, quien vendió la empresa Diproc.

Todos coinciden en que no volverían por ningún motivo a la industria supermercadista tras vender sus locales; la mayoría está dedicado a negocios inmobiliarios.

Pero hay otros que han sabido afrontar la competencia de los gigantes del retail. Casos emblemáticos son las cadenas Eltit y Cugar, cuyos dueños se han negado a vender.

El clan Eltit es uno de los líderes del negocio en Pucón, mientras que Gustavo González ha llevado adelante un importante plan de crecimiento de Cugat, que opera en la Región de O’Higgins, pero que ya abrió una sala en Puerto Montt.

Cláusulas de no competencia

Actualmente, cualquier empresario que haya vendido su cadena de supermercados a un gran grupo puede volver sin problemas a la industria.
Tras la seguidilla de compras de Álvaro Saieh a partir de 2007, la Fiscalía Nacional Económica (FNE) inició una investigación que derivó, a principios de 2010, en un cuestionamiento a las condiciones en que los vendedores de las cadenas no podían volver a participar del negocio por un tiempo determinado.
Según la FNE, se revelaron contratos que incluían cláusulas en que los vendedores convinieron en inhibirse de incursionar en el negocio, u otros relacionados, por un lapso de entre cinco y 30 años, y en un ámbito geográfico que, según cada contrato, fluctúaban entre la región en que se emplazan los locales adquiridos y todo el territorio nacional.
Frente a esto, la demanda ante el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia (TDLC) en contra de Unimarc era inminente.
No obstante, Unimarc decidió acercarse a la FNE y presentar una propuesta para buscar una salida extrajudicial.
Así es como, en julio de 2010, las partes acordaron que las cláusulas de no competencia firmadas por SMU no pueden ser superiores a los dos años.

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