El fortalecimiento de las industrias en EEUU es la apuesta de Donald Trump para cumplir su lema de campaña “Hagamos grande a América otra vez”. De llegar a cumplir su promesa, uno de los sectores que se vería más afectado sería la industria de los autos pues cambiaría el rumbo de lo que pensábamos sería el futuro de este sector.
Trump ha dicho que reforzará la industria del petróleo, por lo que la apuesta por los autos eléctricos, híbridos, y el desarrollo de energías alternativas para mitigar el impacto de los motores de combustión interna podría pasar a segundo plano en uno de los países más importantes en materia de desarrollo tecnológico.
Todo lo contrario a lo que planteó su oponente en la carrera por llegar a la Casa Blanca, Hilary Clinton, que proponía reducir en un tercio el consumo de petróleo mediante el uso de autos y maquinarias energéticamente más eficientes y cortar los subsidios a la industria petrolera.
De ahí que personajes como como Elon Musk no deben estar muy contentos con la llegada de Trump al poder.
“Todo eso del calentamiento global, de lo que habla Obama, es un engaño, se trata de una industria de hacer dinero, y mira, yo quiero el aire limpio, el agua limpia… pero no por eso vamos a destruir nuestros negocios…”, planteó Trump durante la compaña.
En varias ocasiones, el próximo presidente de EEUU sostuvo que “lo del cambio climático es un mito”, y criticó a Barak Obama asegurando que estaba demasiado “preocupado por reducir la huella global del CO2”, una actitud que, a su juicio, es contrario a los intereses del país que liderará.
“El petróleo es la sangre de nuestra nación y el mercado de trabajo”, planteó Trump, dejando entrever cómo será su política energética y cómo esta afectará a la industria del automóvil.
Los contrarios a Trump aseguraron que la suya era una campaña hecha a base de cortinas de humo pues en su programa electoral había muy pocas propuestas concretas.
Se plantea que la postura de Donald Trump se resume en no hacer nada y poner trabas a quienes sí intentan hacerlo.
Durante su campaña criticó el excesivo costo en materia de generación de fuentes de energía alternativa. Para Trump su desarrollo es costoso y genera pocos beneficios. De ser así, aunque no desaparecerán los autos eléctricos, Estados Unidos, uno de los principales consumidores de este tipo de vehículos, podría volver a enfocarse en la producción de autos diésel y gasolina. Esto sería un duro golpe hacia la apuesta de popularizar el uso mundial de los autos eléctricos a mediano plazo.
Incluso, Trump propuso desmantelar la Agencia de Protección del Medio Ambiente, ente que destapó el escándalo de emisiones contaminantes en los autos diésel de Volkswagen.