Empresas y Startups

Una nueva Constitución… un proceso consciente

Por: Ignacio Cruz | Publicado: Martes 12 de mayo de 2015 a las 04:00 hrs.
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Nos enfrentaremos pronto a un gran desafío de toda la sociedad chilena: la modificación de nuestra Constitución para generar la carta fundamental que nos permita construir un país distinto.

Parece haber un clamor ciudadano diciendo que ya no queremos dividirnos en ricos y pobres, poderosos y oprimidos, influyentes y víctimas del sistema, santos y pecadores, buenos y malos... no queremos un sistema que nos divida. Queremos volver a nuestros orígenes y ser todos iguales, con las mismas oportunidades de desarrollar nuestros talentos naturales, igualmente valorados sean los que sean.

Queremos un país más igualitario e integrador donde podamos confiar unos en otros, y vivir en armonía y alegría con nuestro entorno. Un país donde todos nos preocupemos del bien común entendiendo que nuestras acciones afectan a mucha gente, como sus acciones me afectan a mí, y donde estemos ocupados en construir un Chile mejor para todos, moderno y alegre para cada uno, donde se valore a cada persona y se haga crecer su valor en el tiempo.

Sin duda es una gran empresa que todos debemos emprender y, al igual que toda organización que quiere evolucionar, necesitamos líderes conscientes que puedan llevar adelante este proceso con una mirada amplia, humilde y generosa, guiados por un propósito superior que los inspire profundamente. Asimismo, el proceso debe integrar a todos los grupos de interés, es decir, a toda la sociedad en un diálogo y reflexión que promueva la valorización de las personas y la búsqueda del bien común.

El proceso será determinante, y podemos optar entre una Constitución para cuidar lo que tenemos -o creemos tener- o una Constitución para construir un camino que nos permita evolucionar hacia donde quisiéramos llegar.

Pero no podemos hacerlo en medio de la desconfianza, divisiones, rivalidades, descalificaciones y prejuicios; necesitamos romper ese círculo vicioso y pasar a un nuevo círculo virtuoso donde la humildad, generosidad, apertura, alegría y amor nos permitan ver el verdadero camino de construcción del bien común. Si no somos capaces de tomar este nuevo camino, sería mejor no intentarlo, porque el resultado será aún peor.

Necesitamos una Constitución que nos inspire, no una que nos achate.

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