A días de que el Partido Republicano de Estados Unidos celebre cuatro jornadas de convención nacional y formalice la nominación del empresario Donald Trump como candidato a la presidencia del país, la disputa por acompañarlo en la papeleta como postulante a la vicepresidencia está a punto de acabar. Hoy el precandidato iba a oficializar a su compañero de fórmula, pero suspendió el anuncio por el atentado en la ciudad francesa de Niza.
Ayer, fuentes de su organización política dijeron a Reuters que el magnate inmobiliario nominó al gobernador de Indiana, Mike Pence, para el cargo. Su elección tiene el potencial de generar unión en un partido dividido ante la candidatura de Trump, cuyo estilo confrontacional y polémico no ha terminado de convencer a los líderes políticos de oposición.
Pence es popular entre los conservadores y tiene cercanía con el medio oeste, además de un historial legislativo fuertemente ligado al cristianismo: impulsó mociones para reducir los aportes federales al programa Planned Parenthood y terminar las rebajas de impuestos a aseguradoras que cubrieran el aborto.
Sin embargo, no siempre ha estado de acuerdo con las propuestas de Trump. Recientemente, dijo que la idea de prohibir la entrada a musulmanes era “ofensiva e insconstitucional”.
Hasta ayer, se barajaba al ex vocero de la Cámara de Representantes Newt Gingrich, como una probable segunda opción que ofrece experiencia en el proceso legislativo, además de ser uno de los consejeros cercanos del magnate. Esta semana, en un proceso más público que en ocasiones anteriores, el propio candidato se reunió con ambos personeros.
Tras oficializar su decisión, Trump se preparará para el inicio de la convención republicana el lunes, donde enfrentará a un partido dividido. Varios senadores ven en la instancia un arma de doble filo, de cara a sus propias carreras por la reelección, el próximo año. Algunos, como Richard Burr de Carolina del Norte, ofrecen su apoyo al magnate con la esperanza de contagiarse de la energía que trajo a las primarias; otros, como Mark Kirk de Illinois, lo rechazan abiertamente.
La carrera demócrata
Cuando la senadora oficialista Elizabeth Warren ofreció su respaldo a Hillary Clinton (en desmedro del precandidato Bernie Sanders, más cercano a su postura progresista y crítica de Wall Street), los medios la perfilaron como una carta probable para la vicepresidencia del país.
Esa opción sigue vigente, pero las casas de apuestas la ven como menos probable que la del senador por Virginia Tim Kaine, definido como una apuesta “segura”. Con un español fluido y un currículum que incluye misiones en Honduras, también ofrece experiencia como ex gobernador de su estado y alcalde de la capital, Richmond.
Otra carta relevante es el actual secretario del Trabajo, Thomas Pérez, quien ha mantenido un perfil bajo, pero puso sus propias credenciales progresistas en juego para frenar a Sanders.
Otras opciones menos convencionales son la propia Warren y el secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano, Julián Castro.
Encuestas
Ayer, un sondeo de The New York Times y CBS News mostró un empate entre Clinton y Trump: ambos obtuvieron un 40% de apoyo entre los votantes registrados. En mediciones anteriores de la misma fuente, la ex secretaria de Estado superaba cómodamente al republicano; en abril la diferencia llegó a ser de diez puntos porcentuales y en junio se había reducido a siete.
El mismo estudio muestra que 67% de los encuestados considera que Clinton no es honesta ni confiable. En el caso de Trump, esa proporción es de 62%.
Otras encuestas difundidas ayer mostraban diferenc