Esta medianoche vence el plazo para que el Poder Legislativo de Estados Unidos logre un acuerdo para financiar al sector público del país y, sin un acuerdo a la vista entre oficialismo y oposición, el país se apresta a vivir su segundo cierre del gobierno en menos de cinco años.
Ayer, los republicanos discutían en la Cámara de Representantes una ley que extendería, por tercera vez, las condiciones presupuestarias del año fiscal terminado en octubre, postergando el debate sobre el actual ejercicio en curso. Si fracasan, casi 2 millones de trabajadores fiscales verían peligrar su cargo o su salario, mientras museos, parques y bibliotecas públicas cerrarían sus puertas.
Mientras en la cámara baja la oposición no tiene el poder de bloquear la iniciativa (controla 193 escaños, versus 283 de los republicanos), sí podría hacerlo en el Senado, donde tiene 49 de los 100 cargos parlamentarios. Para evitar el llamado shutdown, la iniciativa requeriría al menos once apoyos demócratas.
Hasta ayer, eso parecía improbable. Los 18 opositores que respaldaron la extensión temporal del presupuesto en diciembre y varios ya han anunciado su rechazo para hoy, preocupados por la falta de recursos para proteger a los inmigrantes ilegales que llegaron al país siendo niños, conocidos como dreamers.
Pero la mayor dificultad está en las filas oficialistas, que, hasta ayer, llegaban divididas a la votación en el Senado. Los más conservadores exigen un aumento del gasto en defensa y la promesa de un proyecto que restrinja la inmigración, así como un aumento de los salarios de las Fuerzas Armadas.
Ante la falta de acuerdo, el republicano Lindsay Graham señaló que podrían impulsar un proyecto que no incluya el gasto militar ni la inmigración, postergando ambas discusiones. Otros republicanos discutían ayer impulsar un proyecto que extendiera el presupuesto por cinco días, dejando atrás los temas de controversia. Un grupo de demócratas parecía estar de acuerdo.
Un líder errático
El presidente Donald Trump no ha hecho las cosas fáciles para su partido. En la mañana, el mandatario dio a entender en un tuit que se oponía a incluir recursos para el Programa de Seguro de Salud para Niños (CHIP, su sigla en inglés), que beneficia a unos 9 millones de infantes y nonatos en el país.
“CHIP debería ser parte de una solución de largo plazo, no una extensión de 30 días o de corto plazo”, escribió el jefe de Estado.
La inclusión de ese programa, que expiró en septiembre y recibió recursos adicionales que, según los estados, están por agotarse, eran parte de la estrategia republicana para atacar a la oposición. Si se concretara el cierre, el oficialismo diría que los demócratas bloquearon recursos para la salud de los niños.
La Casa Blanca salió a intentar mitigar los efectos del mensaje. El vocero del gobierno, Raj Shah, emitió un comunicado asegurando que “el presidente apoya la resolución de continuidad”. Antes, el propio mandatario había dicho que el cierre “podría ocurrir. Veremos qué pasa. Depende de los demócratas”.
Puertas cerradas
La última vez que la falta de acuerdo obligó a cerrar los servicios públicos fue en 2013, en el gobierno de Barack Obama. En esa oportunidad, el shutdown se extendió por 16 días: más de 1 millón de funcionarios fueron a trabajar sin saber cuándo recibirían su sueldo y otros 800 mil fueron suspendidos.
Ayer, el senador republicano Mike Simpson, manifestó: “Supongo que tenemos que hacer esto cada doce o quince años para que los nuevos aprendan la lección”.