El presidente turco Recep Tayyip Erdogan amplió ayer su ofensiva contra los funcionarios que participaron en el fallido golpe de Estado del viernes. Casi 20 mil personas habían sido detenidas o despedidas, incluyendo a personal militar, jueces y funcionarios de los ministerios del Interior y de Finanzas. Esto, mientras la bolsa local se desplomaba y los economistas advierten que el aumento de la inestabilidad política podría provocar una salida de inversiones.
Como parte de la ofensiva en contra de los golpistas, el regulador suspendió temporalmente las operaciones de Bank Aysa, un banco islámico ligado al clero Fethullah Gulen, un ex aliado del mandatario, y a quien Erdogan culpa de instigar el golpe. Asimismo, el gobierno solicitó la extradición de Gulen desde Estados Unidos, donde se encuentra exiliado.
La bolsa turca llegó a caer hasta 8,9% ayer, protagonizando su mayor baja intradía desde junio de 2013, y su segundo mayor declive desde la crisis financiera. Pese a una leve recuperación, el índice de referencia BIST 100 cerró con un descenso de 7,1%, en 79.957,61 puntos.
Los bonos, por su parte, también tuvieron su peor jornada en más de tres años. El rendimiento de los bonos locales a diez años subió 63 puntos base a un máximo de 9,52%, su mayor alza intradía desde junio de 2013, y la segunda mayor de la década.
La lira se apreció, pero no pudo recuperar el nivel en que se transaba el viernes, cuando se produjo el intento de golpe mientras los mercados cambiarios seguían abiertos, lo que provocó la mayor caída intradía de la moneda desde 2008.
Tras este incidente, “es probable que sea más difícil para las autoridades concentrarse en la economía y enfrentar los problemas estructurales de Turquía”, lo que podría provocar “una caída significativa en la confianza de los consumidores e inversionistas, ensombreciendo aún más las perspectivas de crecimiento del país”, escribieron Ilker Domac y Gultekin Isiklar, de Citi.
Golpe al turismo
Hasta ahora, Turquía exhibía una economía sólida, con un Producto Interno Bruto que ha superado las estimaciones desde el último trimestre de 2014, gracias al creciente gasto de los hogares, impulsado en parte por los millones de refugiados sirios.
El año pasado el PIB turco se expandió a la misma tasa en que se contrajo en Brasil y Rusia. Creció casi tres veces más rápido que la economía sudafricana. Y en el primer trimestre registró un aumento robusto de 4,8%.
Sin embargo, el país es muy dependiente de las importaciones para sus crecientes necesidades energéticas, además de depender del turismo y los flujos de inversiones como fuentes de divisas para financiar el déficit de cuenta corriente, que llegó a
US$ 32 mil millones, o 4,5% del PIB, el año pasado. Es decir, el tercero más alto de los miembros del G20, según estimaciones de Bloomberg.
El turismo será, justamente, uno de los sectores más afectados. La industria, que emplea a un 8% de la fuerza laboral del país, esperaba una mejora en las reservas gracias a los esfuerzos del gobierno por recomponer las relaciones con Rusia e Israel, pero ese impulso se ha visto saboteado por una serie de atentados terroristas tanto en la capital Ankara como en Estambul, a lo que se suma el intento de golpe del viernes.
Algunos economistas han pronosticado que los ingresos turísticos caerán 25% este año, costando cerca de
US$ 8 mil millones. Las acciones de Turkish Airlines, el mayor operador aéreo de la nación, bajaron 12,6% ayer, su mayor descenso en tres años.
“Estamos en medio de la temporada de turismo. El esperado repunte en turismo es por las reservas a última hora, y estas son altamente sensibles a esos eventos. La expectativa de mejora por las reservas a último minuto ya pasó“, explicó Ali Sokmen, analista para la UE y Turquía de la consultora Control Risks, a Bloomberg.
Riesgo de rebaja a basura
El intento de golpe podría provocar, además, una salida de capitales. “Probablemente veremos una salida del capital extranjero, ya que la inestabilidad política crea riesgos adicionales que los inversionistas no necesitan”, expresó Brian Jacobsen, estratega jefe de portafolio de Wells Fargo, a Bloomberg.
La salida de capital dañaría la promesa de Erdogan de convertir a Turquía en una de las diez mayores economías del mundo a 2023. El mandatario también quiere construir un centro financiero en el lado asiático de Estambul que funcione como un hub bancario regional.
La agencia de calificación Fitch advirtió ayer que podría bajar la nota de Turquía a “basura”. La agencia, que mantiene el rating del país en el último escalón del grado de inversión, dijo que los desafíos políticos y los riesgos de crédito asociados se mantienen elevados.
“Turquía sigue operando en un ambiente financiero y geopolítico frágil y su vulnerabilidad externa está creciendo, lo que implica una mayor posibilidad de una escalada de los flujos de salida de capital, una caída más rápida de las reservas y, en el peor escenario, una crisis de balanza de pagos”, afirmó Alpona Banerji, analista de Moody’s, a FT.
Standard & Poor’s, por su parte, dijo que evaluará “en los próximos días” cualquier posible implicancia del intento de golpe de Estado, pero subrayó que ya tiene clasificado al país como de “alto riesgo moderado”.
S&P afirmó que evaluará las implicancias a mediano y largo plazo para la situación política, además de la posible respuesta de los inversionistas externos y el potencial impacto macroeconómico.
Aumento de represión
El intento de golpe, y la dura respuesta de Erdogan, generaron además temores de que el presidente intente consolidar aún más su poder, lo que ya le costó la salida al primer ministro Ahmed Davutoglu en mayo, quien era una figura clave en las reformas económicas.
La represión a los rebeldes podría generar, además, más violencia. “Lo que está haciendo es muy riesgoso”, dijo Naunihal Singh, profesor de la Air War College en Alabama y autor del libro “Seizing Power: The Strategic Logoc of Military Coups”, a Bloomberg. “Arriesga, en el peor de los casos, otro intento golpista, y más probablemente, motines de las personas que creen que están siendo tratadas de forma injusta”.
Lo más sensato sería que Erdogan dejara que las Fuerzas Armadas enfrentaran la insurrección bajo sus propios términos, “con sus propios jueces y fiscales”, aseguró Edward Luttwak, autor de “Coup d’Etat: A Practical Handbook”, a Bloomberg.
EEUU dice que OTAN evaluará permanencia de Turquía y la UE pide respeto a la ley
El secretario de Estado de EEUU, John Kerry, dijo ayer que la OTAN analizará si Turquía mantiene valores democráticos en medio de la ola de arrestos que ha lanzado el presidente Recep Tayyip Erdogan tras el fallido golpe de Estado del viernes. "La OTAN también tiene un requerimiento con respecto a la democracia y la OTAN de hecho medirá muy cuidadosamente lo que está pasando", afirmó Kerry ayer tras asistir a una cumbre de cancilleres de la Unión Europea en Bruselas.
Por su parte, la jefa de política exterior de la UE, Federica Mogherini, advirtió al gobierno turco que no tome medidas que puedan dañar el orden constitucional. "Fuimos los primeros (...) durante esa noche trágica en decir que las instituciones legítimas debían ser protegidas", dijo Mogherini. "Hoy decimos que la ley debe ser protegida en el país. No hay excusa para ninguna medida que aleje al país de ellas", agregó.
En medio de los llamados de la población para reinstaurar la pena de muerte, la canciller alemana Angela Merkel advirtió al presidente Erdogan vía telefónica que Turquía no puede ingresar a la UE si reinstaura este castigo, informó una portavoz germana. "Ningún país puede convertirse en miembro de la UE si introduce la pena de muerte", había dicho más temprano Mogherini.
