El Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, en inglés)
prevé que China, tercera economía mundial, crecerá en 2009 un 7,5%, medio punto
menos que el objetivo oficial de crecimiento de Pekín, pero muy superior a la
media mundial.
Según las previsiones para el país asiático, presentadas en la Reunión de Miembros de
Primavera del IIF que se inauguró hoy en Pekín y que durará hasta el viernes,
la economía china puede generar un "crecimiento real del PIB del 7,5% este
año, y del 9% en 2010".
El pronóstico del IIF es superior al del Banco Mundial (BM),
de entre un 6% ó 7% para este año.
Aunque ese índice "es un crecimiento increíble para el
mundo" en momentos de crisis, "para China es un poco
decepcionante", explicó Louis Kuijs, economista jefe del BM en Pekín,
durante una ponencia de analistas sobre las perspectivas para el país asiático.
En este sentido, Gerard Lyons, economista jefe de Standard
Chartered Bank, recordó que "China es todavía una economía emergente"
y que los centros manufactureros, situados en los deltas del Río Perla y del
Yangtsé, se han visto "duramente golpeados por la crisis".
Las cifras de crecimiento en el país asiático en los últimos
meses sugieren "que se ha tocado fondo en la crisis", opinó Lyons,
quien sin embargo recomendó a China solucionar desequilibrios tales como las
diferencias de reparto de riqueza entre las zonas desarrolladas del este y las
del interior, y entre ricos y pobres.
Otros puntos débiles para que el crecimiento chino sea
sostenible es la red de seguridad social, para la que el Gobierno anunció a
principios de este año una gran inversión y el medio ambiente.
El informe del IIF indica que el masivo paquete de estímulo
financiero anunciado por Pekín en noviembre pasado (US$ 586.000 millones) está
ayudando a ver el final del túnel, al menos a corto plazo, con fuertes
inversiones en infraestructuras que están favoreciendo la creación de empleo.
En el primer trimestre del año se crearon 2,7 millones de
nuevos puestos de trabajo, lo que supone un 51% más que en el último trimestre
de 2008, cuando el país asiático empezó a sufrir las consecuencias de la crisis
financiera, con 20 millones de inmigrantes que perdieron su empleo en las
ciudades.