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Bancos estadounidenses abandonan el tabú anti crecimiento de la crisis

Los reguladores de la nueva administración asumirían un enfoque más flexible sobre el sector.

Por: Ben Mclannahan, Financial Times | Publicado: Miércoles 18 de octubre de 2017 a las 18:01 hrs.
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Hubo un momento revelador durante la conferencia de resultados de Goldman Sachs. Marty Chavez, el director ejecutivo del banco, había estado repasando algunas cifras del tercer trimestre, que en su mayoría eran mejores de lo que se había anticipado.

Los ingresos por transacciones de bonos cayeron mucho respecto del año anterior, pero muchas otras líneas de negocio mejoraron, incluyendo asesorías financieras, gestión de inversiones y el segmento tipo "private equity" conocido como inversión y préstamos.

Entonces llegó la pregunta sobre la desregulación, a la cual Chavez respondió que esperaba que las condiciones se relajaran en varios frentes, citando la prohibición Volcker para transacciones por cuenta propia y las reglas de Basilea sobre liquidez.

Pero incluso sin considerar un actitud más suave de parte de los reguladores, dijo, las prioridades de Goldman han cambiado, tras años de luchar por adaptarse a las reglas cada vez más estrictas.

El mes pasado el banco estableció un plan para ganar US$ 5 mil millones adicionales en retornos anuales para 2020, incluyendo un incremento de casi siete veces en los préstamos de consumo provistos vía Marcus, su nueva plataforma estilo Lending Club.

"Me alegra decir que nuestro foco ha cambiado más allá de la implementación de regulaciones... hacia el crecimiento", dijo Chavez.

Ningún otro banco en Estados Unidos lo ha planteado así tan abiertamente, pero parece ser que el sentimiento es compartido.

Con la notable excepción de Wells Fargo, que todavía intenta sacudirse el daño de su escándalo por cuentas falsificadas, los ejecutivos están haciendo ruido sobre nuevos negocios y expansiones importantes en sus presentaciones de resultados del tercer trimestre.

En Citigroup, por ejemplo, que se deshizo de cerca de US$ 500 mil millones en activos en los años posteriores a la crisis, el director de Finanzas, John Gerspach, habló sobre el crecimiento en tarjetas de crédito en México y administración de patrimonio en Asia.

En Bank of America, que agregó cerca de US$ 90 mil millones en activos en el año, el director de Finanzas Paul D'Onofrio dijo que agradecía cualquier "ajuste" a las reglas que "nos permita un mayor acceso y control sobre nuestro capital (y) liquidez para apoyar un crecimiento responsable".

En Morgan Stanley, James Gorman dijo que el banco "no va a ser tímido" acerca de cerrar acuerdos como la compra del mes pasado de Mesa West Capital, una plataforma de bienes raíces comerciales, motivando a un analista a comentar sobre el tono "más agresivo" del director ejecutivo.

"No estamos hablando acá de nada demasiado espectacular, pero estamos abiertos a los negocios a medida que surjan oportunidades", dijo Gorman.

JPMorgan Chase también está otra vez dispuesto a comprar. El martes por la tarde el mayor banco de EEUU por activos anunció la adquisición de WePay, un proveedor de herramientas de pagos online para sitios de Internet, basado en Silicon Valley. El precio no fue revelado pero está por sobre la valoración de US$ 220 millones de WePay establecida por una ronda de levantamiento de fondos hace dos años, lo que lo convierte en el mayor acuerdo con una compañía completa que el banco ha concretado desde el rescate de Bear Stearns, en marzo de 2008, según Dealogic.

Durante la mayor parte de los años post crisis, la expansión era casi un tabú. Proporcionar el muy necesario crédito para la mayor economía del mundo estaba bien para los reguladores, obviamente, pero cualquier actividad que pueda convertir a los bancos en negocios más complejos y difíciles de manejar, como una fusión con otra gran entidad, o incluso una pequeña, recibía seños fruncidos.

El foco de los examinadores rara vez estaba en conservar el capital o aumentar la liquidez, mientras tenían que hacerse cargo de las miríadas de partes de la ley Dodd-Frank, el gran esfuerzo de la administración Obama para endurecer los estándares en Wall Street.

Ahora el ánimo ha cambiado en Washington. Hasta ahora, son pocas las normas que se han flexibilizado, a pesar de las primeras promesas de Donald Trump de "acabar con" Dodd-Frank.

Pero las nuevas figuras como Randy Quarles, designado este mes en uno de los empleos de regulación bancaria más poderosos en el país, deberían hacer una verdadera diferencia.

Los grupos de comercio dicen que esperan que Quarles asuma una postura más relajada sobre los bancos que Daniel Tarullo, el anterior supervisor en jefe de la Reserva Federal.

"Dan era un producto de la crisis; a él se le dio el mandato de arreglar el sistema como él entendía los problemas", dice Tim Adams, presidente y director ejecutivo del Institute of International Finance, y un ex colega de Quarles en el Departmento del Tesoro durante la administración de George W Bush.

"Pienso que ahora hay un mandato distinto, (que es) cómo asegurar que el sistema sea seguro y resiliente, mientras que al mismo tiempo se tiene crecimiento balanceado y que las instituciones financieras puedan apoyar la actividad económica".

Muchos inversionistas todavía ven a los bancos estadounidenses con cautela. Ken Fisher, fundador, director ejecutivo y co-director de inversiones de Fisher Investments, una firma de Woodside, California con US$ 89 mil millones bajo administración, dice que ha estado reduciendo su exposición a los grandes bancos de EEUU en todo el espectro tras la fuerte alza en los precios desde noviembre.

Pero otros están viendo un giro. "Cada vez que miro a los bancos, veo muchas cosas que pueden salir bien y cada vez menos que pueden salir mal" dice Mike Mattioli, un gestor de cartera que administra cerca de US$ 20 mil millones en activos en Manulife Asset Management en Boston.

Las razones para estar optimista incluyen el crecimiento en hipotecarios, un regreso del apetito por endeudamiento de las empresas pequeñas, y "un poco más de apalancamiento" en los balances, a medida que los reguladores permiten a los bancos devolver más capital bajo la forma de dividendos y recompras de acciones.

"No estoy diciendo que todas se van a concretrar, pero si lo hacen dos, tres o cuatro, podría ser bastante bueno", dice.

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