El patrón resulta extremadamente familiar: las acciones caen, el dólar estadounidense sube. El gestor de activos Factor Advisors señala que la correlación a 90 días entre el dólar y las acciones de las firmas de EEUU de mayor capitalización es -0,85, la más extrema en una década. A la inversa, la correlación entre el S&P 500 y el euro fue 0,84. Esto no es para nada sorprendente, dada la fijación de los mercados financieros en los avances y retrocesos de los esfuerzos de la eurozona por salvar la moneda.
Sin embargo, detrás de su efecto de corto plazo hay un fundamental, pero subestimado, factor: el impacto de los movimientos de monedas en las ganancias de las empresas. Con el euro llegando a un mínimo de once meses esta semana, por debajo de US$ 1,30, las compañías están encaminadas a un segundo año consecutivo de enfriamiento por el efecto cambiario. Esto podría notarse más este año que el pasado, cuando fueron anulados por impactos beneficiosos de las monedas de los países en desarrollo.
La UE representa 14% de las ventas para las compañías del S&P 500. Las firmas con una alta exposición incluyen a McDonald’s, con 40%.
El efecto cambiario es más que una marca en la contabilidad. Puede resultar en una pérdida de mercado para los manufactureros. Los inversionistas estadounidenses preocupados por el impacto de un lento crecimiento en el extranjero también deben considerar el doble revés causado por el estatus de refugio del dólar en momentos de un crecimiento más débil de las ganancias en EEUU. Hay que mirar el índice Big Mac, no sólo la cantidad de Big Macs que están comiendo los extranjeros.