Mientras los soldados de la OTAN practican cómo pelear una guerra en Europa, sus líderes políticos practican cómo reaccionar ante una.
Tras la anexión rusa de Crimea hace dos años, la alianza militar más poderosa del mundo ha aumentado dramáticamente su atención en Europa, apuntalando las defensas de sus preocupados miembros de Europa del Este y comenzando a considerar cómo podría defenderlos en un escenario que alguna vez creyó impensable: una invasión rusa.
Pero mientras las tropas de la OTAN están listas para una reacción rápida, los líderes gubernamentales de sus estados miembros no lo están, advierte su principal comandante militar.
“Es una de las lecciones de Ucrania”, dice el general Denis Mercier, ex jefe de la Fuerza Aérea de Francia y ahora comandante supremo aliado de transformación, uno de los dos cargos militares más altos en la OTAN. “La alta capacidad de respuesta depende de dos puntos: en el lado militar depende de la habilidad de operar rápidamente, pero también depende de la respuesta en las decisiones políticas”.
Enviar tropas de defensa o activamente combatir requiere una decisión del Consejo del Atlántico Norte, el cuerpo gubernamental de la OTAN. Pero asegurar el consenso para actuar por parte de sus miembros, particularmente en circunstanciasen que los eventos en terreno son confusos, puede ser un proceso tortuoso.
Por ejemplo, lograr el consenso político sobre cómo responder a la rápida anexión rusa de Crimea o el abatimiento de un vuelo de Malaysia Airlines sobre Ucrania en 2014 tardó demasiado, creen los estrategas.
“Podemos tener a soldados listos para ingresar en 24 horas, pero sólo lo harán si el Consejo les da la orden”, dice el general Mercier.
Otras amenazas no militares, como el cibercrimen, donde los perpetradores casi siempre están ocultos, da otra dimensión al foco de la misión de OTAN, dice. “Ahora enfrentamos escenarios en que el margen de la crisis no está claro, escenarios híbridos con actores no estatales o escondidos”.
El comando del general Mercier, basado en Virginia, está encargado de constantemente adaptar las estructuras y capacidades militares de la alianza para mantener su relevancia estratégica y táctica. Los expertos militares en la alianza han estado advirtiendo desde hace algún tiempo que toda la estrategia de Rusia está enfocada en crear desafíos y provocaciones que son fluidas, difíciles de interpretar y, por ello, políticamente paralizadoras.
Como resultado, cuando los ministros de Defensa de los miembros de la OTAN se reúnen para discusiones regulares, ahora aplican sus propios juegos de guerra realistas. Se les presenta un escenario y deben actuar como si fuera real.
En febrero, por ejemplo, los ministros de Defensa de la alianza se encerraron en una habitación y accedieron a dossiers de información realista y presentaciones de oficiales militares sobre una serie hipotética de eventos en Lituania, un ataque cibernético sobre infraestructura clave que era difícil de atribuir, un bloqueo de Rusia sobre el puerto de Klaipeda y desórdenes provocados por agentes vinculados a Moscú en todo el país.
El escenario mostró debilidad en la recolección de inteligencia y la necesidad de acción rápida, según el general Mercier.
La intervención rusa en Ucrania mostró que los tuits y actualizaciones de estado, si se analizaban correctamente, no podían entregar inteligencia tan confiable como las fuentes confidenciales, pero sí podían hacerlo más rápidamente.
En estos escenarios, la velocidad es crucial, dice el general Mercier, añadiendo que la OTAN buscaría reunir información “de Internet, de diplomáticos, centros de estudio, académicos e individuos locales”, más que confiar solamente en inteligencia militar.
Pero también es una cuestión de recursos, dice el militar, añadiendo que si los miembros europeos de la OTAN no aumentan el gasto en defensa significativamente en los meses próximos, “la credibilidad de toda nuestra postura estará en juego”.