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Luz, cámara... ¡y música!

Sincronización es el nombre de una nueva industria que selecciona la música ideal para series y películas.

Por: | Publicado: Viernes 9 de marzo de 2012 a las 05:00 hrs.
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Si usted derramó una lágrima durante el final de la segunda temporada de Grey’s Anatomy, la culpa probablemente sea de Alexandra Patsavas. Luego de que Izzie abrazara el cuerpo sin vida de Denny al ritmo de la música de “Chasing Cars” en 2006, los emocionados fanáticos de la serie corrieron a la tienda a comprar el disco de Snow Patrol, ayudando a establecer la reputación de Patsavas como una de las figuras más influyentes de la industria de la música.

Patsavas no es una ejecutiva de un sello ni una gerente de marcas. Es una supervisora musical, parte de una industria pequeña pero en expansión conformada por expertos que ayudan a los directores a elegir música que agrega otra dimensión a su trabajo. Con series de televisión como Gossip Girl, The O.C. y Mad Men, y películas como la trilogía de Twilight, ha tenido el mismo efecto en las ventas de muchas marcas, presentando grupos como Muse, Black Keys y Death Cab for Cutie a una nueva audiencia.

“A medida que el negocio de la música ha cambiado, el supervisor musical ha pasado desde un costado hacia el centro de las reuniones de marketing y planes de publicidad”, dice Patsavas, dueña de Chop Shop Music Supervision.

Su éxito sugiere que The Buggles estaban equivocados. En la era de The Voice, Glee y The X Factor, el video no mató a las estrellas de la radio, sino que las fabrica. Estos éxitos de televisión son sólo algunos ejemplos de un fenómeno que está generando ingresos aún más altos para los músicos y sus compañías.

La ingresos por sincronización: unir pistas de música con shows de televisión, películas o comerciales, van a reportar a los dueños de los derechos cerca de US$ 1.000 millones este año, según Enders Analysi. Eso representa cerca de 18% de los ingresos globales por US$ 5.600 millones de las casas editoriales, frente a US$ 800 millones o 15% en 2005.

El crecimiento de la “sync” ha atenuado el golpe de la piratería y la caída en las ventas de CD para los sellos, que tienen equipos encargados de conseguir que sus canciones figuren en pantalla.

También ha creado una oportunidad para los emprendedores y supervisores de música independientes, como Patsavas, que puede escoger grupos de cualquier sello.

Patsavas es reacia a ponerle cifras a su éxito y parece desconcertada cuando se le pregunta sobre su responsabilidad en el impulso a las ventas. “No soy la persona correcta. Me emociono cuando tiene ese resultado, pero ese es un efecto secundario”, dice. El principal trabajo de un supervisor de música es encontrar canciones con la “textura, vibración y sentimiento” que se ajuste a cada proyecto.

La primare reunión con un director o productor se trata mayormente de la “cadencia”, explica. “Revisamos el guión página por página y vemos dónde el director imagina las canciones”.

También se discute qué música escucha cada personaje, los afiches en las murallas, y cuál puede haber sido el primer concierto al que fue. Para The O.C., Patsavas y el creador de la serie Josh Schwartz incluso discutieron las calcomanías en la muralla de Bait Shop, el club ficticio construido para el show.

Los artistas que antes temían que una serie adolescente afectara su credibilidad se han vuelto entusiastas aliados. “Los grupos entienden que esta es una manera de llegar a sus fanáticos que de otra forma podrían no acceder a su música”, dice. Muchos de ellos ahora incluso escriben canciones especialmente para las pantallas.

Patsavas, que ahora tiene 43, entró al negocio como una fanática de la música. “Me tomó mucho tiempo darme cuenta de que estaba manejando un negocio”, admite ahora. “Estaba siempre completamente enfocada en la parte creativa”.

El costo de la licencia de una canción puede variar mucho según su prestigio. Patsavas evita comentar las cifras pero según un editor musical dijo que pueden llegar a US$ 250 mil.

Patsavas trabaja en diez a 15 proyectos de supervisión al año, que pueden incluir películas, series de TV o incluso pilotos para shows que no necesariamente llegan a ser transmitidos.

El supervisor debe negociar los cobros por licencias y atravesar una maraña de derechos para una canción, algunas veces en cosa de días. Las canciones pueden estar registradas bajo varios sellos, con EMI controlando los derechos en EEUU y Sony ATV en Europa, por ejemplo.

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