La economía de Brasil podrá crecer al menos un 4% en 2013 pese al escenario internacional desfavorable por la crisis económica, afirmó hoy el ministro brasileño de Hacienda, Guido Mantega.
"Tenemos que tener en cuenta el escenario internacional desfavorable, pero, incluso así, creceremos lo previsto", dijo el ministro en su intervención en un foro de industriales.
Según el funcionario, pese a que la crisis internacional no da muestras de mejorar, la economía brasileña sí da señales de que tendrá un primer semestre en 2013 mucho mejor que el de 2012.
Mantega admitió que Brasil cerrará 2012 con una desaceleración económica pero que, tras el decepcionante resultado del primer semestre, la economía comenzó a reaccionar en el tercer trimestre y estará en ritmo de aceleración al comienzo del 2013.
El ministro calcula que la economía brasileña creció un 1,2% en el tercer trimestre (dato que será divulgado la próxima semana) con respecto al segundo, lo que equivale a un crecimiento anualizado del 4,5%.
"Si mantenemos ese desempeño, vamos a comenzar 2013 con un crecimiento trimestral de mínimo un 1,7%", afirmó. "Trabajamos para un crecimiento por encima del 4% (en 2013)", agregó.
Los economistas calculan que Brasil crecerá un 1,52%este año y un 3,96% en 2013.
La proyección para 2012 confirma la tendencia a la desaceleración de Brasil que, tras haber crecido un 7,5% en 2010, sólo se expandió un 2,7% el año pasado.
Según el ministro, los altos intereses y el real apreciado, dos de los factores que impedían un mayor crecimiento de la economía ya fueron superados y permiten pensar en una recuperación.
Mantega aseguró que el Gobierno está creando las condiciones para que la inversión vuelva con fuerza en 2013 y que, con una expansión de al menos el 8%, se convierta en la locomotora de la recuperación.
Agregó que para ello, además de los programas de incentivos ya anunciados para inversiones en carreteras y aeropuertos, el Gobierno anunciará en los próximos días un proyecto para fomentar la inversión en los puertos.
Dijo igualmente que, pese al rechazo de algunas concesionarias, el Gobierno mantendrá la política que adoptó de condicionar la renovación de las concesiones de las empresas eléctricas a una reducción significativa de las tarifas de energía.