Por Isabel Ramos Jeldres
En noviembre se hará oficial el traspaso de mando en China. Un proceso que sucede cada diez años, y que esta vez dejará a cargo de la segunda economía mundial al actual vicepresidente Xi Jinping. ¿Pero qué se espera de su liderazgo? ¿Qué rumbo dará al manejo económico? Se puede esbozar una respuesta analizando su período como gobernador y secretario del Partido Comunista en la provincia costera de Zhejiang.
Fueron 3 años y medio los que Xi pasó al mando de una de las provincias más ricas de China continental, un período en que la región expandió su sector privado e hizo una transición hacia industrias más limpias e innovadoras.
Xi, de 69 años, es hijo del ex viceprimer ministro y líder liberal Xi Zhongxun. Los expertos apuntan a que fue su padre quien lo influenció en su apoyo al sector privado, ya que como líder de la provincia de Guangdong entre 1978 y 1980, fue uno de los pioneros en introducir una reforma piloto y políticas de apertura.
Inversión privada
Cuando Xi Jinping asumió la conducción de Zhejiang en 2003, ya era la cuarta economía provincial del país, después de Jiangsu. Xi reconoció que parte del éxito se debía a las reformas de apertura económica que impulsó Deng Xiaoping en los ’80, por lo que se enfocó en apoyar la inversión privada.
Como resultado, la inversión de la industria privada aumentó a 31.600 millones de yuanes (US$ 5.056 millones) en 2007, desde 5.600 millones de yuanes en 2003. Asimismo, el número de empresas privadas subió a 203 cuando Xi dejó el cargo, en comparación con 183 cuando llegó.
“El logro de Xi Jinping en Zhejiang fue impresionante, especialmente en la promoción del desarrollo de la economía privada, lo que demuestra que es un líder de mente abierta”, dijo al diario de hongkonés South China Morning Post el experto en China del think tank estadounidense Brookings Institution, Cheng Li.
Para prolongar el éxito de Zhejiang, Xi estableció un plan de desarrollo con dos puntales. Uno de ellos era alentar a las industrias tradicionales intensivas en mano de obra, como la manufactura, a trasladarse a provincias ubicadas más hacia el interior del país donde los terrenos y la mano de obra era más abundante, mientras atraía a Zhejiang a compañías más innovadoras.
Según Shi Jinchuan, director del Centro de Investigación de la Economía Privada de la Universidad de Zhejiang, Xi buscaba solucionar la escasez de terrenos y los crecientes costos laborales de la provincia.
“Fue la dirección de política adecuada, porque destacó las ventajas de Zhejiang y al mismo tiempo impulsó el proceso de innovación de las empresas de la zona”, afirmó a South China Morning Post.
En los últimos dos años, las grandes empresas de la región han externalizado sus procesos de manufactura y han gastado los ahorros que esto les generó en construcción de marca, ventas e investigación y desarrollo.
“Muchos de los grandes empresarios en Zhejiang partieron de cero, pero trabajaron muy duro y se convirtieron en ricos”, dijo Zi en diciembre de 2003. Un 30% de las 500 mayores empresas de China continental tienen base en Zhejiang, y 30 de ellas poseen más de 10 mil millones de yuanes en activos, destacó en ese entonces.
El segundo puntal de su plan fue trabajar de forma más cercana con Shangai, el centro financiero del país, y con Jiangsu, su provincia vecina. El objetivo de Xi era que Shangai arrastrara a Zhejiang y Jiangsu en el desarrollo del río Yangtze.
Trabajo en terreno
Xi quería conocer de cerca cómo funcionaba el sector privado. Para ello, visitó varias empresas. La primera a la que concurrió fue la automotriz Geely, con base en Hangzhou. Poco después, introdujo nueve medidas para apoyar a esta firma. Una de ellas consistía en alentar a las compañías de taxi para que usaran autos Geely. La empresa es ahora una de las mayores automotrices de China.
Entre 2003 y 2007, el Producto Interno Bruto de Zhejiang creció de 939 mil millones de yuanes a 1,8 billón (millón de millones) de yuanes. Esto no fue fácil. Xi debió resistir las presiones de sectores más conservadores del Partido Comunista Chino (PCC), que estaban en contra de las reformas económicas.
Sin embargo, Xi considera que los derechos de los empresarios están reconocidos por la ley, y son fundamentales para el desarrollo económico de la nación. Los expertos esperan que este impulso sea el principal sello de los diez años que durará su mandato.