Por Isabel Ramos Jeldres
El gobierno argentino de Cristina Fernández está reforzando las medidas proteccionistas para defender a algunos sectores de la economía local y, hasta ahora, ha logrado su principal objetivo, que es ampliar el superávit comercial. Sin embargo, expertos advierten que los controles tendrán un efecto nocivo en el mediano plazo. De hecho, ya se han hecho sentir las medidas de represalia de sus principales socios comerciales, como Brasil.
El endurecimiento de la política proteccionista responde al deterioro de la balanza comercial, ya que el superávit se redujo 31% el año pasado a US$ 11.630 millones, lo que se había extendido hacia enero.
Hasta ahora, la principal herramienta que ha ocupado el gobierno para trabar las importaciones es ampliar el número de licencias no automáticas. Esto permite demorar el ingreso de una mercancía hasta por 60 días, de acuerdo con normas de la Organización Mundial de Comercio, pero según expertos los atrasos pueden superar fácilmente este plazo.
En marzo, las autoridades trasandinas expandieron la cantidad de productos que reciben licencias no automáticas de importación en 200 ítemes, con lo que la lista de productos con su ingreso al país prohibido “de facto” aumentó a 600 bienes.
“Las medidas por fuera de eso tienen que ver con la necesidad del gobierno de sostener el superávit comercial. Para el modelo que lleva adelante el gobierno es fundamental tener una brecha comercial positiva”, aseguró a DF el economista de Abeceb.com, Mauricio Claveri.
Según el experto, lo que la administración Fernández ha hecho es acercarse a diversos sectores que tienen un peso importante en las importaciones, para solicitarles que tengan una estrategia de sustitución de importaciones para reducir su saldo comercial. Esto ha afectado al sector automotriz, de partes de autos, maquinaria agrícola, motocicletas, alimentos y medicamentos, principalmente.
Estrategia ¿exitosa?
La estrategia ha comenzado a dar resultado, según se desprende de los datos comerciales de marzo, los más recientes que ha informado el gobierno. El superávit del país se duplicó respecto del mismo período del año anterior, a
US$ 667 millones.
Esto se logró gracias a que las exportaciones crecieron, pero también a que el ritmo de expansión de las importaciones se moderó, tras las medidas adoptadas por el gobierno. Las medidas legales, como la aplicación de las licencias no automáticas, de valores criterio y antidumping, abarcan cerca de un 30% de las importaciones totales, cifra que se eleva cuando se suman las medidas no tradicionales, como la negociación directa con determinados sectores.
Las medidas proteccionistas han favorecido especialmente a sectores como el calzado, vestuario, indumentaria, electrónica, línea blanca y juguetes, que son menos competitivos a nivel internacional.
Sin embargo, han tenido un efecto nocivo en las áreas más competitivas, que se han visto perjudicadas por las trabas para la importación de bienes de capital, repuestos e insumos.
“Y ni hablar de la amenaza más significativa que es que los países que están afectados busquen contrapesar estas medidas y aplicar represalias, como lo ha hecho Brasil, China, Uruguay y Chile, lo que puede generar problemas a los sectores exportadores”, advirtió Claveri.
Se sienten las represalias
El capítulo más reciente en este conflicto comercial es el que se escribió con Brasil, su socio en el Mercosur, en los últimos días. El gobierno de Dilma Rousseff decidió aplicar licencias no automáticas a la internación de autos, lo que afectó directamente a Argentina, que es la fuente de la mitad de los vehículos que importa Brasil.
Esta medida, que se interpretó como una represalia a las demoras que ha aplicado Argentina a las importaciones brasileñas de maquinaria agrícola, alimentos y electrodomésticos, generó una reacción inmediata de Buenos Aires.
El viernes, la ministra argentina de Industria, Débora Giorgi, envió una carta a su par brasileño, Fernando Pimentel, defendiendo las medidas proteccionistas que ha aplicado su país y acusando a Brasilia de imponer barreras al comercio bilateral. Esto sería innecesario, argumentó la nación trasandina, ya que Argentina presenta un déficit comercial en sus relaciones bilaterales con Brasil, que llegó a US$ 730 millones en el primer trimestre.
Pero los conflictos no se restringen sólo a los socios más grandes del Mercosur. La semana pasada, Uruguay pidió al bloque que se notifique con dos semanas de anticipación a la Comisión de Comercio de Mercosur antes de imponer trabas comerciales, en una referencia directa a las barreras de Argentina y Brasil.
En Paraguay, el Centro de Armadores Fluviales denunció a fines de abril ante la Cancillería que el Sindicato de Obreros Marítimos Unidos de Argentina bloqueó en varias ocasiones la operación de barcos paraguayos.
China, el principal destino de los envíos agrícolas, e India han exigido que Argentina flexibilice las restricciones, amenazando reducir sus compras.