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Venezuela afronta una nueva elección con su economía en la UCI

Economistas atribuyen el crecimiento y la disminución de la pobreza y el desempleo al auge del petróleo, cuyo precio se ha multiplicado por diez en una década.

Por: | Publicado: Lunes 1 de octubre de 2012 a las 05:00 hrs.
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Por Marco Fajardo



La “toma” ilegal más alta del mundo está en Venezuela. Un gran edificio de más de 20 pisos destinado a un banco en pleno centro de Caracas, la Torre Confinanzas, terminó siendo habitada por más de 2.500 personas.

Su construcción empezó a principio de los años ‘90 y luego fue abandonado en medio de la crisis económica. La toma comenzó en 2007 y actualmente alberga no sólo viviendas, sino también una peluquería, un almacén, una capilla y hasta una cancha de fútbol.

La historia podría ser un reflejo de la Venezuela bajo el mandato de Hugo Chávez, que gobierna desde 1999 y pretende reelegirse este domingo por otros seis años.

“Los catorce años de gobierno de Chávez mezclan dos hechos muy contrastantes: uno es una mejora fenomenal de los términos de intercambio y otro es un deterioro estructural de la capacidad productiva del país”, explica el economista Ricardo Hauss-mann, ex ministro de Planeación y actual profesor en Harvard.

La popularidad de Chávez, que ha ganado todas las elecciones y cuyo bastión son las clases bajas, se explica por algunas cifras económicas. Según el FMI y el Banco Mundial, entre 1999 y 2011 el PIB se ha triplicado, con una caída del desempleo de 14% a 8% y de la pobreza de 48% a 28%.

Sin embargo, Haussmann atribuye los números al auge del precio del petróleo, el principal producto de exportación del país: cuando Chávez asumió en febrero de 1999, el barril de crudo Brent estaba a US$ 10,25. En agosto cerró en US$ 113,34, según CIA World Factbook.

Más de alguno podría decir que en este aspecto el país se ha beneficiado a pesar de Chávez, ya que bajo su mandato ha habido una caída de la producción petrolera. Descendió de 3,08 millones de barriles diarios en 2001 a 2,38 millones en 2010.

Haussmann explica esto por la deficiente gestión estatal, así como la falta de inversión, que quedó patente con el enorme incendio que afectó en agosto a la refinería de Amuay, la más grande del país, y que causó 42 muertos.

Esa misma ineficiencia, en su opinión, ha llevado a la “destrucción” de la capacidad productiva del país con la nacionalización de al menos mil empresas, tales como “fincas agrícolas, plantas de cemento, empresas eléctricas, bancos, supermercados y hasta fábricas de helados”.

“Usualmente, después de la nacionalización, colapsa la productividad. Le quitaron al grupo argentino Techint la siderúrgica Sidor y la producción de acero pasó de 5 millones de toneladas a 1,7 millón”, asegura. “Venezuela exportaba café y arroz, ahora importa ambos”.

Para Haussmann las únicas que ganan son las industrias monopólicas, “con utilidades muy grandes que compensan el alto riesgo, pero que invierten poquísimo porque creen que los riesgos son muy altos”.

El economista también critica la política de control cambiario, que ya lleva nueve años, donde el dólar oficial está a 4,30 bolívares y en el mercado negro supera los 10. Dificulta las importaciones, incluidos insumos para la industria. “Hace que el país produzca poco y de manera muy ineficiente”, señala.



Baja competitividad


Asimismo, Venezuela tiene la menor competitividad de América Latina, según el último reporte del Foro Económico Mundial, donde ocupa el puesto 126 entre 144 país.

El informe entrega una buena radiografía de los males que enfrenta el país: el peor desempeño mundial de las instituciones públicas (144), “con una bajísima confianza de la comunidad empresarial en los políticos o la independencia judicial”.

Esto se une al débil manejo económico (126), un déficit presupuestario de 5% del PIB y una mala infraestructura (135).

Otras características son la baja competencia interna (144), las dificultades para iniciar una empresa (141), normas que desalientan la inversión extranjera (144), un rígido mercado laboral (144) y un débil desarrollo financiero (133).

A pesar que tiene una de las matrículas de educación terciaria más altas del mundo (11), la calidad de la educación es baja (122), lo que junto al escaso gasto en investigación y desarrollo (127) contribuye a una mala capacidad de innovación (134).

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