L’Osservatore Romano cumple 150 Años

“L’Osservatore Romano sigue siendo el diario de la Santa Sede y del Pontífice romano, y sigue ofreciendo una información fiel y completa sobre su actividad”.

Por: | Publicado: Viernes 18 de noviembre de 2011 a las 05:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

En 1861, en pleno proceso de anexión de los territorios de Italia central que eran parte del Estado Pontificio, dos refugiados políticos, Nicola Zanchini y Giuseppe Bastia tuvieron la iniciativa de trasladarse a Roma con el fin de crear un órgano de información para “dar voz a las razones de la Santa Sede ante la opinión pública europea”. Ambos eran fervientes sostenedores de las razones del papado y de su poder temporal y se unieron a la intención del gobierno pontificio de fundar un diario político que apoyara al oficial, Giornale di Roma.

El 1º de julio apareció el primer número de L’Osservatore Romano, periódico que evolucionó hasta transformarse en diario, manteniendo siempre constante su propósito defensivo en relación con el papado y polémico con sus detractores. En julio de 2011 celebra su 150 aniversario, realizando una labor íntimamente ligada a la proyección informativa de la Santa Sede y profundamente influenciada por el carisma de los sucesivos Vicarios de Cristo que han gobernado la Iglesia. 
Su actual director, el Profesor Giovanni Maria Vian, aclara que el diario no nació como un órgano oficial del gobierno pontificio, ni lo es ahora “si bien ha sido desde el comienzo su fiel sostenedor e intérprete”. Este rol es asumido “con equilibrio. Así puede inferirse ya de la editorial del primer número y del mismo reglamento, redactado en la vigilia de su publicación, donde se subraya la necesidad de evitar ‘polémicas descorteses, ofensivas y desmedidas’ y hacer valer las opiniones sobre todo ‘con la forma de los sanos principios’ y ‘con la fuerza de la lógica’”.

Al revisar su historia es imposible no remontarse a los hitos del acontecer italiano. Las dos primeras décadas de su existencia L’Osservatore Romano navegó entre la oficialidad y la oficialidad sin que hubiera ningún control directo de parte de la Santa Sede hasta después de 1885, cuando el Giornale di Roma cesó sus publicaciones. Fue León XIII quién adquirió en definitiva el periódico para la Santa Sede.

Para ello fue crucial el hecho de la pérdida del poder temporal del papado debido a la ocupación de Roma en 1870: “el año 1870 constituye ciertamente un quiebre en la historia del diario. Después de ser el principal diario del Estado pontificio –o mejor dicho, lo que quedaba de dicho Estado-, se convierte en uno de los tantos diarios de Roma. Y sin embargo la caída del poder temporal no significa el fin del L’Osservatore Romano, que en cambio sigue gozando de óptima salud, porque retoma las publicaciones menos de un mes después de la brecha de la Puerta Pía, asegurando que ‘no traicionará sus convicciones’ y permanecerá fiel a los ‘inmutables principios de religión y moral’. El diario seguirá llevando a cabo esta tarea con creciente competencia hasta nuestros días, tanto que hoy L’Osservatore Romano es el diario más antiguo de la capital”. La vitalidad de la publicación, acrecentada con el fin del poder temporal del papado, se debe, según su director, a las mismas razones por las cuales este acontecimiento gatilla un progresivo y rápido aumento de la importancia de la Santa Sede a nivel mundial como una institución de autoridad internacional. Los Papas tienen conciencia clara de la necesidad de una proyección universal de la Santa Sede: “Se comprende entonces cómo la pérdida del poder temporal termina convirtiéndose en una ventaja para la Santa Sede, tanto que precisamente después de 1870 el Papado retoma ‘con inusitado vigor sus funciones de maestro de vida y testimonio del Evangelio, elevándose a una altura de gobierno espiritual de la Iglesia y una irradiación moral en el mundo nunca vistas con anterioridad’(Giovanni Battista Montini hablando en el Capitolio el 10 de octubre de 1962, en la vigilia de la apertura del Concilio Vaticano II)”.

El diario adquiere aún más prestigio y autoridad cuando la Santa Sede adquiere control directo sobre él. Su misión y difusión se amplían. A fines del siglo XIX ya sus páginas hacen eco de los grandes eventos mundiales y de las líneas políticas del Vaticano.

Al hacer su entrada en el siglo XX se incorporan nuevos elementos. Se diversifican contenidos y se agregan temas relativos a la economía, el deporte, la literatura, el teatro. Viena destaca que con el cambio de siglo: “aumenta el interés directo de los Papas por lo cotidiano, empezando por Pío X, equivocadamente descrito como retrógrado y reaccionario, debiéndose en cambio al mismo una profunda modernización de la Curia, como los muestran estudios recientes”.

Entre los años 1920 y 1960 la publicación vive una época de oro en términos de difusión y notoriedad. Además de ello traslada decisivamente sus oficinas al interior del Vaticano. Es en éste período que encara la amenaza de los totalitarismos. Pío XI enfrenta estas ideologías con todos los instrumentos a su disposición, también a través de los medios de comunicación a partir de L’Osservatore Romano que toma una actitud: “de gran claridad y firmeza. En el panorama italiano, donde se difunde en mayor medida, el diario de la Santa Sede es la única voz libre y no sometida a las pretensiones del régimen, y precisamente por esto es objeto de hostilidad y formas abiertas de violencia”. El mismo Montini afirma en un famoso artículo escrito en 1961 con motivo del centenario del diario vaticano: “Fue como al apagarse en una sala todas las luces, quedando sólo una encendida: todas las miradas se dirigen hacia la que sigue encendida, y afortunadamente ésta era la luz vaticana, tranquila y llameante, alimentada por la luz apostólica de Pedro. L’Osservatore se manifestó entonces como lo que sustancialmente es siempre: un faro orientador”. Ése es el período de máxima difusión del diario, cuyo tiraje alcanza extremos muy altos y a menudo no es suficiente para cubrir todos los pedidos. En su redacción concurren laicos provenientes de las filas del catolicismo intelectual antifascista de destacada pluma. De este modo el diario, dirigido entonces por Giuseppe Dalla Torre logra mantener su línea íntegra y adopta posiciones claras y firmes frente a los ataques a la autonomía de la Iglesia y las violaciones a los derechos humanos.

La expansión continúa a fines de la década del ’60 y durante los años ’70. L’Osservatore Romano acoge un lenguaje modernizado, y se abre a nuevas instancias culturales y sociales, a través de un periodismo de investigación, entrevistas y expedientes. Asimismo se multiplican las ediciones semanales. Después de las ediciones en italiano y francés, aparecen en inglés (1968), español (1969), portugués (1970) y alemán (1971), completadas más tarde por la edición mensual en polaco, que aparece en 1980, dos años después de la elección de Juan Pablo II para el pontificado, y por la edición realizada en 2008 en idioma malayalam, la primera en caracteres no latinos de la historia del diario.

En este aniversario de su fundación L’Osservatore Romano se enfrenta a nuevos desafíos. Su director actual, entrevistado por GianPaolo Salvini, ex director de la revista Civiltà Cattolica, se refiere a las perspectivas de la publicación de cara al futuro: 
 
GPS: En 2007, Benedicto XVI confía a usted la dirección del diario. ¿Con qué tareas y perspectivas?
GMV: Ante todo con el encargo de renovar el diario para “servir siempre mejor a la Santa Sede” y mostrar “la fecundidad del encuentro entre fe y razón, gracias al cual se hace posible también la colaboración entre creyentes y no creyentes”, como se lee en la carta que me envió el 27 de octubre de ese año; pero también con el propósito explícito –escribe siempre el Pontífice- de “favorecer en las culturas de nuestro tiempo esa apertura confiada y al mismo tiempo profundamente razonable a lo Trascendente, en la cual se basa en última instancia el respeto por la dignidad y la auténtica libertad de todo ser humano”.
GPS: ¿Cómo se han traducido en concreto estas indicaciones papales?
GMV:Se decidió de inmediato imprimir un nuevo giro a la gráfica y los contenidos del diario, que hoy quiere mirar hacia el futuro volviendo de alguna manera a los orígenes. Esto se ve ya en el encabezamiento, alivianado y retocado, con una vuelta gráfica a los años 20. El diario es más sobrio y esencial, pero ha renovado y ampliado realmente en gran medida su alcance internacional, abriéndose a diversas colaboraciones –incluso no católicas- con una mayor presencia femenina. Obviamente, L’Osservatore Romano sigue siendo el diario de la Santa Sede y del Pontífice romano, y sigue ofreciendo una información fiel y completa sobre su actividad; pero la difusión de los medios de comunicación modernos y la aparición de las nuevas tecnologías digitales han modificado en parte la naturaleza y la función del diario. Hoy ya nadie espera el diario de la tarde para tener las noticias; hay un flujo permanente de información, que pasa por la televisión y la radio, pero sobre todo viaja a través de la red y es accesible en tiempo real mediante computadora, teléfonos celulares y tablet. Precisamente por este motivo el diario, respondiendo a la necesidad de ampliar su horizonte internacional, lanzó el 19 de abril pasado –coincidiendo con el comienzo del séptimo año de pontificado de Benedicto XVI- su nuevo sitio (www.osservatoreromano.va), que ofrece una amplia selección diaria de los artículos y las noticias publicadas en la edición en papel del L’Osservatore Romano. El sitio, que adopta la nitidez y la sobriedad gráfica del diario, está presente naturalmente también en el portal de la Santa Sede: es una señal más de la colaboración entre los medios de comunicación vaticanos, ya experimentada en el pasado y hoy reforzada. Responde a la correspondiente exigencia de buscar nuevos espacios e instrumentos de difusión la fórmula de acoplamiento con varios órganos de prensa que el diario está experimentando desde el año 2008: en Italia, España y Portugal. Es importante, dado el gran número de ejemplares difundidos, sobre todo con el diario español La Razón.

GPS: Una vez superada la meta del centésimo quincuagésimo aniversario, ¿cuáles son las perspectivas que se abren ahora para el diario de la Santa Sede?
GMV: Son las que ha querido indicarnos el Pontífice precisamente en esta circunstancia, ante todo con la carta que me envió el 24 de junio pasado, en la cual recorre las etapas más importantes de un proceso histórico del cual el diario –escribe- “puede sentirse orgulloso”. Al respecto vale la pena destacar que nadie cuenta actualmente con una historia propiamente tal del L’Osservatore Romano. Y espero que precisamente la celebración del centésimo quincuagésimo aniversario pueda constituir la ocasión para establecer las bases de esta investigación, tarea que por su alcance y su importancia no podrá confiarse a un solo investigador y deberá incluir necesariamente a un grupo de hombres de estudio. Con todo, las indicaciones más significativas provienen de la visita del 5 de julio del Papa a la redacción. Fue un encuentro sumamente cordial y familiar, durante el cual Benedicto XVI demostró un interés y una comprensión poco comunes en relación con el diario, en el cual, en un discurso casi totalmente improvisado, indicó algunas líneas editoriales obligadas para el futuro, describiendo lúcidamente el perfil de un diario que –como titulamos ese día en primera página- “mira a lo lejos” para ir a las raíces de los acontecimientos e interpretarlos con los criterios de la justicia y la esperanza.

Lo más leído