El Cronista, Argentina
A pesar de la jugada de último momento que intentó la presidenta Cristina Fernández, quien en el tramo final de la campaña para elección de gobernador en Santa Fe viajó a Rosario y se mostró junto a su candidato Agustín Rossi, en el gobierno mostraron poco entusiasmo. Pero con el correr de las horas volvieron a sentir el impacto del resultado que arrojaron las urnas. Esta postura se debió a que desde temprano se confirmaba lo que nadie en la Casa Rosada quería escuchar y que circulaba desde hacía varios días: que el candidato K quedaba relegado a un tercer lugar y, nada menos, que detrás del actor y humorista Miguel Del Sel, el candidato del jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, quien le dio al kirchnerismo una dura derrota en Buenos Aires y quien se perfila con comodidad para la segunda vuelta del domingo.
En el gobierno daban por descontada una derrota en los comicios de Santa Fe. La apuesta era que Rossi se consolidara en un segundo lugar tras el socialista Antonio Bonfatti y le diera un importante caudal de votos a la presidenta en las primarias del 14 de agosto.
Nada de esto ocurrió y Fernández sumó otra derrota. Pero lo que más sufrió fue el impacto de una magra cosecha de votos del candidato kirchnerista que volvió a encender las alarmas sobre lo que pueda pasar con la presidenta en las primarias.
A diferencia de otras oportunidades, nunca estuvo previsto que ningún funcionario viajara para acompañar a Rossi. Esto era un síntoma de que en la Casa Rosada esperaban la derrota. Pero el malhumor llegó de la mano del pobre resultado logrado por el candidato oficialista.
El objetivo de Cristina es superar las primarias con una amplia diferencia sobre sus rivales, pero también con una cosecha que le dé un amplio colchón de votos para las generales de octubre. Esta meta ahora causa preocupación, por lo que no descartan que la presidenta se reúna con su equipo para analizar si dan o no un golpe de timón en la estrategia electoral.