Francisca Orellana L.
El diagnóstico es claro: los museos a nivel mundial no están cumpliendo su papel de impactar en la sociedad y, si no hacen cambios profundos en los próximos diez años, podrían correr el riesgo de desaparecer dentro de los próximos 50 años.
Ese es el crudo análisis del economista español experto en cultura y docente de Economía Aplicada de la Universidad de Valencia, Pau Rausell, al explicar que los museos no se están preocupando porque sus proyectos, exposiciones o seminarios influyan a las personas, y sólo se han enfocado en medir sus resultados en términos de cantidad de público que asiste.
“No se está haciendo ninguna evaluación -ni a corto o mediano plazo- , de evaluar los cambios cognitivos, estéticos o de conocimiento en los individuos, que permita saber las consecuencias de lo que se está haciendo hoy”, indica.
En ese sentido, dice que no saber el impacto que provocan, los hace muy poco eficaces.
“Igual que la economía en los negocios, en la cultura se necesita contar con datos micro porque, por ejemplo, muchos escolares van a los museos pero no está claro la transformación que están teniendo y, en la gran mayoría de los casos, sus visitas no sirven absolutamente para nada, porque las cosas se están convirtiendo en un ritual donde no se logra tener una visión crítica”, sostiene Rausell, quien participó en el seminario “Pensar en red, ¿qué queremos para los museos?, organizado por la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (Dibam).
A su juicio, el principal desafío es que deben ser las propias instituciones las que deben determinar su real utilidad y tener autocrítica suficiente como para replantear lo que se está haciendo o para cerrarlos definitivamente.
¿Y qué pasa en Chile?
El terremoto del 27 de febrero dejó en mal estado muchos museos del país, pero tal situación debe verse como una oportunidad para evaluar su utilidad, plantea el docente.
“Es parecido a lo que está viviendo en Europa con la crisis: se ha replanteado el tema de dónde están las prioridades y su función real. Con Chile hay un cierto paralelismo donde no se necesitan recursos, sino reflexión”, explica.
Si bien la directora de la Dibam, Magdalena Krebs, acota que los museos en Chile son atractivos y registran gran cantidad de visitas, reconoce que tienen el desafío de posicionarse y dar más servicios, como de cafetería (que por motivos legales administrativos les está prohibido). “Estamos trabajando para solucionar esos temas y entregar mejores cosas. Además, queremos fortalecer la imagen de los que están en regiones y que no cuentan con los recursos necesarios para informar lo que están haciendo”, subraya.