por Guy Dinmore en roma
Miles de sillas de playa de alquiler se alinean vacías en las playas de Italia, luego que los propietarios de los lucrativos comercios se declararan en huelga contra las últimas medidas de Mario Monti para liberalizar la economía mediante la apertura a la competencia.
Las imágenes de las playas desiertas en los noticieros denotaban cierta ironía, a medida que aquellos que aún pueden permitírselo en estos tiempos de austeridad, se embarcaban en el tradicional descanso de agosto.
Monti, en la mitad de su mandato como primer ministro, planea unas modestas vacaciones de una semana. Sin embargo, es suficiente tiempo para pensar cómo Italia puede evitar mendigar a Bruselas una intervención en el mercado de bonos que implica fuertes riesgos políticos y financieros.
La idea de que Italia deba someterse a una “estricta condicionalidad” exigida el jueves por Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, a cambio de apoyo, ha conmovido la de por sí caótica escena política local.
Según algunos analistas, un pacto de ese tipo privaría a Italia de su soberanía y ataría de manos a los partidos que se preparan para los comicios generales de marzo.
En consenso es que Monti evitará la imposición de Bruselas lo más posible, mientras las capitales europeas presionan a Madrid para dar el primer paso. Monti se esforzó por destacar en su gira que las finanzas de Italia están mucho mejor que las de España.
Con las elecciones a la vista, existe el peligro de una reacción anti-europea en Italia, donde los votantes son fácilmente convencidos de que a pesar de sus sacrificios económicos es Alemania quien se beneficia del menor costo de financiamiento.
“El Cuarto Reich”, acusó un titular de Il Giornale, un diario de Milán de propiedad del ex primer ministro Silvio Berlusconi.
Resaltó una imagen de la canciller alemana Angela Merkel con la mano levantada en lo que fue llamado un saludo fascista y comparó las políticas de Monti con el apaciguamiento de Hitler en 1938 por parte del premier británico Neville Chamberlain.
A pesar de su humillante renuncia de noviembre, teóricamente Berlusconi tiene las cifras en el Parlamento para derribar el gobierno no electo de Monti.
En privado, algunos funcionarios temen que Monti no sobreviva si pide ayuda a la eurozona.
Monti ha usado el peligro de una reacción populista para pedir a Europa una acción unida.
“Si la prima de riesgo de Italia sigue a este nivel, verán un gobierno no europeo, no-euro y anti disciplina fiscal”, advirtió.
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