Aunque el comienzo del año parecía atentar contra la supremacía del dólar a nivel global, hoy la moneda se muestra una vez más como un activo que miran los inversionistas en caso de necesitar un refugio.
Esto porque la divisa que más sufrió en el año fue, a todas luces, el euro: la moneda comunitaria estuvo sujeta a los vaivenes de la crisis de deuda, que terminó de estallar con la quiebra de la economía de Grecia. Así, el valor de la divisa europea llegó ayer a
US$ 1,29, acumulando en el año una baja de 3,15%.
Por otra parte, y aunque se ha mencionado por bastante tiempo la posibilidad de generar una alternativa para el dólar, las debilidades intrínsecas de otras divisas han descartado una y otra vez este escenario.
Mientras el franco suizo sigue mostrando falta de liquidez, el yuan aún no se desprende de la incertidumbre que genera la fuerte intervención del gobierno chino. Sin embargo, esto podría cambiar, al menos de manera local: Tokio y Beijing comenzaron conversaciones para reducir su dependencia de la moneda estadounidense en su comercio bilateral, que incluyen la emisión de bonos nipones denominados en yuanes.
Más fuerte fue la caída de las monedas latinoamericanas, que se depreciaron más de 10% en promedio. Sólo el sol peruano, con el crecimiento respaldándolo, logró mantener la apreciación que mostraba desde principios de año.