Miedo

Por Padre Raúl Hasbún

Por: | Publicado: Viernes 11 de octubre de 2013 a las 05:00 hrs.
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El miedo, al igual que la ira, es una pasión. Las pasiones son moralmente neutras. Su calificación ética dependerá de quién, por qué, respecto de quién y en qué modo y medida uno se enoja o uno tiene miedo. Jesucristo tuvo ira y tuvo miedo, dos pasiones exentas en Él de reproche, porque tenían legítimo respaldo y porque Él las superó y sublimó, ofreciendo libremente su vida por los mismos que provocaban su ira y espoleaban su miedo.

Lo positivo del miedo es que actúa como señal de alarma, dando cuenta de un peligro actual o inminente, ante cuya gravedad el sujeto se siente vulnerable y no suficientemente armado. Puede, entonces, ser buen colaborador de la prudencia. Su parte negativa radica en que el miedo obnubila la inteligencia y paraliza la voluntad. Para el Derecho Penal, quien actúa “impulsado por un miedo insuperable” está exento de responsabilidad criminal. Un contrato firmado bajo la presión del miedo arriesga sanción de nulidad, en la medida en que dejó de ser expresión de la libre voluntad del contrayente. Cuando el miedo prevalece sobre la razón y encadena a la voluntad para que se abstenga de hacer lo mandado o lo conveniente, deja de ser un buen colaborador de la prudencia y se transforma en vil cómplice de la cobardía.

Le preguntas a una alumna de 4° medio por lo que piensa estudiar, y te responde que le encantaría tal o cual profesión. Pero no, va a seguir otra carrera. ¿Por qué? “Es que tengo miedo… En la profesión que a mí me gusta abundan personas que piensan y actúan en forma totalmente contraria a mis principios”. Respóndele tú: “¿no será precisamente ésa la razón por la que deberías estudiar la profesión que más te atrae? Si personas con tus valores y tu clara vocación desisten de competir esgrimiendo el miedo ¿no estamos abandonando la escena para dejarla por completo en manos de quienes ni tienen vocación ni se interesan por valores? La naturaleza aborrece el vacío. Una casa, un terreno desocupados tardan muy poco en atraer a los amigos de lo fácil y a los huéspedes parasitarios. Terminan actuando como dueños y señores”.

No pocas profesiones (entre ellas la política) suelen identificarse mayoritariamente con ideologías, corrientes y grupos de presión marcadamente proselitistas y excluyentes de sus contrarios. Quien se siente llamado a ser protagonista de tal escenario recibirá temprana advertencia de que la casa está ocupada y no será bienvenido. Aquí es donde el miedo debe optar: o ser buen colaborador de la prudencia (y entonces buscar, con realismo, escenarios más favorables); o vencer, con fortaleza, la penosa coartada de la cobardía. Te preguntan: “¿cómo puedo vencer mis miedos?” Responderás, con palabras que Jesús le reveló a su apóstol dilecto: “el amor perfecto expulsa al temor”.

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