#loqueviene
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Queridos lectores,
En una misma marcha, pueden caminar lado a lado una persona que lleva un cartel de "Ni una menos" con otra que exige reducir las diferencias de pago de los planes de isapres entre hombres y mujeres. Un par de metros más allá, puede ir un universitario que quiere que se equilibre el género en las bibliografías de los cursos de su carrera y una ejecutiva que espera el mismo sueldo que su par hombre del escritorio del lado. En una misma toma pueden conversar una alumna que demanda la creación de un protocolo más firme contra los abusos sexuales, con otros compañeros que quieren ver una rectora mujer.
La fuerza de este movimiento es precisamente esa, su capacidad de despertar en cada uno de nosotros, diferentes imaginarios. Las demandas estudiantiles de años pasados suponían -simplificando al extremo- moverse en una escala de intensidad con respecto al rol del Estado en la educación, aquí los frentes se dispersan. Y es precisamente por eso, porque cada uno tiene en su mente una definición de equidad de género marcada por las convicciones y las experiencias personales, que la canalización de estas demandas por la vía legislativa y administrativa debe ser de primer nivel.
Primero, hay que reconocerle al Gobierno la capacidad de reacción y de empatía ciudadana al sumar a su ya abultada agenda una serie de medidas que apuntan a mejorar la calidad de vida de las mujeres en Chile. Pero ese buen primer paso, requiere de un segundo aún mucho más exigente para la clase política, que es ensamblar las limitaciones técnicas y presupuestarias con un petitorio que tiene además de la dispersión mencionada una fuerza emocional en amplios sectores de la sociedad, que al menos yo no había visto antes. A pocas horas de los anuncios, ya se levantaban las dificultades de cómo cambiar el precio de los seguros de salud o de dónde obtener los recursos para mejorar el acceso a las salas cuna.
El punto no es que la complejidad frene los cambios, todo lo contrario. Porque son complejos es que deben discutirse bien y superar la calidad de proyectos recientes que han debido ser pulidos posteriormente por nuevas leyes o decenas de circulares administrativas. Si no logramos políticas públicas de alta calidad en las que el rigor técnico y la empatía vayan de la mano, seremos las mismas mujeres que legítimamente se busca potenciar y nuestras hijas las que pagaremos los costos.
Aquí les dejo los negocios que marcaron la semana.