Panasonic, el erizo
Por: Equipo DF
Publicado: Miércoles 1 de agosto de 2012 a las 05:00 hrs.
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Hable duro y reduzca costos. Kazuhiro Tsuga, el nuevo presidente de Panasonic, ha dominado el procedimiento operativo estándar para el entrante director de un grupo de electrónica japonés enfermo. El regreso a la ganancia trimestral muestra que los recortes ya implementados están produciendo resultados, pero una caída en las ventas implica que las palabras duras se mantendrán, si es que consigue el éxito.
La historia sugiere que los inversionistas deberían pecar de cautelosos. Desde 2001, cuando Kunio Nakamura, el entonces nuevo presidente, llamó a la primera reestructuración radical de la compañía “deconstruir y crear”, las ventas han subido en un promedio de sólo 0,1% anual. Las pérdidas netas en el período suman 830 mil millones de yenes (US$ 11 mil millones), mientras que los costos de reestructuración llegaron a 735 mil millones de yenes.
Eso cubre una recuperación en forma de V, pero también la subsecuente caída a pérdidas récord. Las acciones han bajado 75%, casi tanto como Sony, otro reestructurador perenne.
El mundo de la electrónica, y la economía global, cambiaron enormemente en ese período, pero las tribulaciones de los manufactureros japoneses y sus remedios no. En 2001, Nakamura prometió reestructurar divisiones no rentables, cerrar fábricas y aumentar la colaboración con los rivales. Tsuga planea desarrollar pantallas de televisión de última generación con Sony; tomó por asalto la sobrepoblada oficina central de Panasonic y cerró algunas fábricas.
El retorno a las ganancias produjo un salto de 5%. No se emocione. Quizás Tsuga produzca la fórmula para revivir la gloria electrónica de Japón. Pero esta no es una compañía en apuro por romper los patrones actuales. Los inversionistas deberían darse el tiempo para decidir si la respaldarán.
La historia sugiere que los inversionistas deberían pecar de cautelosos. Desde 2001, cuando Kunio Nakamura, el entonces nuevo presidente, llamó a la primera reestructuración radical de la compañía “deconstruir y crear”, las ventas han subido en un promedio de sólo 0,1% anual. Las pérdidas netas en el período suman 830 mil millones de yenes (US$ 11 mil millones), mientras que los costos de reestructuración llegaron a 735 mil millones de yenes.
Eso cubre una recuperación en forma de V, pero también la subsecuente caída a pérdidas récord. Las acciones han bajado 75%, casi tanto como Sony, otro reestructurador perenne.
El mundo de la electrónica, y la economía global, cambiaron enormemente en ese período, pero las tribulaciones de los manufactureros japoneses y sus remedios no. En 2001, Nakamura prometió reestructurar divisiones no rentables, cerrar fábricas y aumentar la colaboración con los rivales. Tsuga planea desarrollar pantallas de televisión de última generación con Sony; tomó por asalto la sobrepoblada oficina central de Panasonic y cerró algunas fábricas.
El retorno a las ganancias produjo un salto de 5%. No se emocione. Quizás Tsuga produzca la fórmula para revivir la gloria electrónica de Japón. Pero esta no es una compañía en apuro por romper los patrones actuales. Los inversionistas deberían darse el tiempo para decidir si la respaldarán.

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