Una de las primeras interrogantes que quería despejar la “Radiografía de vulnerabilidad corporativa al cambio climático 2025”, elaborada por SCX Bolsa del Clima de Santiago, era cómo estaban reaccionando las empresas a los cuestionamientos a la agenda ESG (criterios medioambientales, sociales y de gobernanza). La conclusión fue que se mantiene el impulso por abordar el cambio climático -pese al contexto geopolítico internacional- y que las firmas chilenas han tenido avances notables en la mitigación de su impacto, pero queda pendiente el desafío de la adaptación.
Esto es lo que adelantó el CEO de SCX Bolsa de Clima de Santiago, Aldo Cerda, en entrevista con DF para anticipar los principales hallazgos de la versión 2025 del informe, que será presentado la próxima semana y que se elabora en base a los reportes integrados de las 100 empresas más grandes de Chile por ventas.
“Para nosotros siempre destacan las viñas más grandes y las forestales. Ahora se están aproximando las mineras, que se habían quedado atrás. El que todavía tiene que hacer la pega, como ya lo habíamos reportado el año pasado, es el mundo financiero”.
Una particularidad del documento de este año es que hace una comparación con lo reportado en años anteriores, lo que permite verificar la evolución del desempeño de las compañías chilenas. “Percibimos el instrumento del estudio como un test de madurez y claramente eso se va notando. Cuando uno mira 2021, por ejemplo, más de 2/3 de las empresas ni siquiera medían huella de carbono y hoy en día ese número se ha reducido a 1/7”, detalló.
La segunda conclusión es que “las empresas efectivamente van consolidando metas de reducción. No es que estén informando algo, pero que no lo estén gestionando, sino que se nota una tendencia a fijarse metas, no de largo plazo, pero sí ya hay muchas empresas que adscriben a compromisos voluntarios a 2030. Eso estaba ausente en las mediciones anteriores”.
El tercer hallazgo es que hay una construcción de conocimiento asociativo de las empresas, a través de la participación en iniciativas globales o locales. “Puede ser al alero de iniciativas gremiales o internacionales, pero en general las empresas están socializando mucho su avance y compartiendo buenas prácticas”.

- ¿Cuál es la calidad de la reportabilidad que están viendo hoy?
- La norma de carácter general 461 de la CMF fue un problema para las grandes empresas porque ellos eran mucho más específicos al reportar. Esas señales también llegaron al mercado. Hubo empresas que al principio se quedaban solo con el requerimiento de la autoridad, pero se dieron cuenta de que sus competidores eran mucho más sofisticados y por lo tanto están elevando el estándar. Hemos recuperado algo que habíamos perdido el año pasado, que es el hecho de que las empresas están encontrando distintos caminos, no solo lo que se reporta para la autoridad pública, sino también a sus stakeholders, que mejora la calidad y por lo tanto la profundiza. Yo te diría que estamos volviendo a la calidad de las firmas líderes de 2022. Hubo este ruido entre medio por el impacto de la 461, pero hoy día las empresas se dan cuenta de que informar a la autoridad es higiénico nomás, y que lo que están haciendo requiere de instrumentos más sofisticados. La calidad del reporte ha mejorado, sin duda.
Sector financiero al debe
- Y en términos de sectores ¿cuáles son los más avanzados? ¿Cuáles son los que más han mejorado?
- Siempre nos ha parecido que Chile es una anomalía. Chile tenía en el Anuario de Sostenibilidad del Dow Jones más empresas que nadie de una economía similar, incluso más que Alemania, lo que parecía desproporcionado. Y es una respuesta a que el sector exportador chileno siempre ha tenido la lógica de que estos son requerimientos que se tienen para exportar y, por lo tanto, fue muy avanzado en cumplir los distintos estándares de responsabilidad que se le pedía. Entonces tenemos unas 25 empresas que son de clase mundial en términos de cómo lo hacen.
Para nosotros siempre destacan las viñas más grandes y las forestales. Ahora se están aproximando las mineras, que se habían quedado atrás porque no reportaban scope tres (emisiones indirectas) y ahora sí lo hacen, y además tienen un súper buen comportamiento en el scope dos (emisiones directas).
El que todavía tiene que hacer la pega, como ya lo habíamos reportado el año pasado, es el mundo financiero. Las firmas del sector financiero reconocen que este es un gran tema, pero en sus reportes no informan ni las inversiones ni los préstamos que hacen a empresas que tienen distinto desempeño en términos de vulnerabilidad climática. Ese es el gran pendiente, que el sector financiero se ponga a tono con esa dimensión.
- ¿Cuáles son los desafíos a 2026?
- Este año introdujimos variables para medir la capacidad de adaptación al cambio climático. No nos fuimos tanto a las mediciones de la geografía. Es decir, “yo estoy en el norte, me falta agua, cómo estoy respondiendo”, porque es muy específico y no es fácil de estandarizar. Entonces nos fuimos a recomendaciones que existen a nivel de países OCDE de incorporar capacidad de gestión resiliente, es decir, si el tema es relevante o no y que la organización tenga el juego de piernas para hacerse cargo.
Encontramos que en el tema de adaptación las empresas declaran que, por ejemplo, tienen más de 50 iniciativas, pero cuando uno revisa quiénes tienen metas, planes o estrategia, son menos de 20. Se mencionan cosas, se está viendo el tema, pero no está tan desarrollado el músculo como en el caso de mitigación. En mitigación los avances son muy notables. Adaptación yo te diría que va a ser el gran desafío para los años que vienen.