Cicarelli, el fundador de la enseñanza artística en Chile
Por Alejandro San Francisco Profesor del Instituto de Historia y la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Chile.
Por: Equipo DF
Publicado: Viernes 15 de julio de 2011 a las 05:00 hrs.
De las muchas novedades que representó el siglo XIX para la historia de Chile, una de las más interesantes fue el incipiente desarrollo artístico en la pintura y la escultura. El asunto tomó importancia especial durante el gobierno de Manuel Bulnes (1841-1851), cuando se creó la Academia de Pintura y Escultura de Santiago.
El primer director de la institución fue el italiano Alejandro Cicarelli (1808-1879), quien había desarrollado una interesante labor en Brasil, donde participó como pintor en la corte de Pedro II. Tiempo después fue contratado por el gobierno de Chile, y su contrato especificó que debía realizar dos obras cada año, así como también gestionar el envío de una colección de “principios de diseño” y “obras de los más acreditados originales franceses”, lo que el europeo comenzó a cumplir en tanto arribó al país en 1849.
Cuando asumió su responsabilidad declaró que era el día más hermoso de su vida. En el discurso inaugural de la Academia agregó emocionado que estaba feliz de pensar “que mi vejez será colmada de interna satisfacción, viendo crecer esta estudiosa juventud, formarse y tomar una posición distinguida en la sociedad, para ilustrar después a su patria con sus obras”. El italiano, con exagerado entusiasmo, llegó a profetizar que en el futuro Chile sería “la Atenas de la América del Sur”.
El resultado de la labor del pintor italiano se expresó en que el país fue recibiendo año a año algunas importantes obras clásicas, reproducidas para ser integradas al nuevo catálogo de la cultura que se difundiría en la sociedad. Muchas de esas obras, incluidas las del propio pintor italiano y nuevas figuras del arte nacional chileno se incorporaron al Museo de Bellas Artes que comenzó a funcionar en 1880, fruto del esfuerzo estatal y de la iniciativa privada. La colección sufrió críticas, e incluso se habló de que tenía verdaderos “mamarrachos”, que pronto partirían a una exposición en Chillán: en total serían “desterradas” sesenta y siete obras, entre ellas algunos trabajos del propio Cicarelli.
Los discípulos del italiano pensaban que él no merecía esa especie de trato vejatorio, considerando no tanto sus consideraciones artísticas, sino que sobre todo -como resume Josefina de la Maza- porque “merecía un lugar en el patrimonio artístico de la nación, pues encarnaba su historia y era testimonio de los esfuerzos desplegados para la consolidación de las bellas artes en el país”.
Cicarelli dirigió la Academia por veinte años. En su labor destacó como retratista, en especial con obras sobre personajes históricos. Como formador de jóvenes dejó una importante estela de discípulos, entre los que destacaron Onofre Jarpa, Cosme San Martín y el famoso Pedro Lira. Cuando dejó la dirección de la institución que había fundado a mediados de siglo, fue reemplazado por el alemán Ernesto Kirchbach, en 1869.
Después de su retiro de la Academia permaneció una década más en Chile, donde desarrolló obras de beneficencia.