La imposibilidad de los partidos de la Nueva Mayoría de confluir en un candidato único, a través de primarias, fue un duro golpe del que aún no se pueden reponer. De ahí que, aunque eviten expresarlo públicamente, el estado de ánimo en el oficialismo no es de los mejores. A ello, además, contribuye que ninguno de los dos candidatos presidenciales, Carolina Goic (DC) y Alejandro Guillier (PR, PS, PPD, PC, IC y MAS), constituya una amenaza real para el expresidente Sebastián Piñera.
Si la única forma de medición a la que se puede apelar, guste o no, siguen siendo las cuestionadas encuestas, los aspirantes a La Moneda del oficialismo enfrentaron la semana con cifras nada alentadoras y si bien, como advierten los más optimistas en la NM, Piñera parece estancado (40%), las fluctuaciones del senador independiente no logran dar un salto relevante hacia el 30%, manteniéndose en el 21%; mientras que la representante del falangismo continúa marcando un 2%. Y estos no son números halagüeños, como reconocen en privado en la coalición.
El desencanto se ha vuelto un estado más o menos permanente entre partidarios de Goic como de Guillier. Entre los primeros con más razón, por cuanto, la falta de un acuerdo parlamentario con sus socios los hace avizorar un panorama nada satisfactorio respecto del futuro del partido y su influencia parlamentaria. Por su parte, los adherentes del periodista, que al principio veían como su candidatura crecía, hasta llegar a colocarse muy cerca de Piñera, ahora observan con preocupación que parece haber comenzado un proceso inverso.
Mientras unos buscan explicación para lo que ocurre en el hecho de que la carta del Frente Amplio y excolega de Guillier, Beatriz Sánchez, esté captando parte del electorado de izquierda de la NM; otros, simplemente atribuyen esta apatía al propio candidato. De hecho no son pocos los que reconocen en privado que no ven al senador “con ganas de ser Presidente”. Incluso atribuyen las críticas palabras del senador Guido Girardi (PPD), en cuanto a que el candidato era “un castigo” para los partidos, a la desafección que existe en las distintas colectividades debido a la dificultad de adaptarse a una candidatura independiente.
Es tanta la preocupación que no han faltado los que han pensado en “qué pasaría si hacemos una procesión a Caleu”, aludiendo a la posibilidad de que el expresidente Ricardo Lagos revirtiera su decisión, pero sus adherentes lo descartan de plano.
Errores forzados
La insistencia de Guillier de mantenerse y mostrar su independencia de los partidos y su falta de experiencia política, comentan, ha provocado que situaciones a las que se le “podría haber sacado mayor provecho político y electoral” se hayan dejado pasar.
La situación más cercana y evidente fue el respaldo público de la madre de la presidenta Michelle Bachelet, Ángela Jeria, a la candidatura del senador. Episodio que dejó con “gusto a poco” a algunos sectores del progresismo que hubieran preferido que a un evento de esas características se le diera más relevancia y en él hubiera estado presente el candidato, como lo plantea el propio senador Ricardo Lagos Weber (PPD) –ver entrevista-. En los partidos del progresismo no sorprendió que desde la DC pusieran el grito en el cielo, pero sí que Guillier se hubiera limitado a agradecer a través de su cuenta de Twitter el gesto de Jeria.
Por otro lado, tampoco ha sido fácil de comprender que el senador se haya tomado toda esta semana, para reponerse de una gripe que arrastra hace tiempo –según explicó la vocera de la campaña, Karol Cariola (PC), el martes pasado, cuando terminó con la incertidumbre y anunció que el 4 de agosto se inscribe finalmente la candidatura presidencial-, sobre todo con el antecedente de que el flanco izquierdo de la campaña está siendo capturado por Sánchez.
Situaciones como éstas son atribuidas derechamente a la “falta de ganas” del senador por llegar a La Moneda, por un lado; y, por otra parte, a la poca influencia que pueden ejercer sobre él los partidos y los políticos más experimentados. De ahí que, aunque algunos esperan que con la inscripción de la candidatura la situación mejore, mayoritariamente en el oficialismo se impone la tesis pragmática de que la presidencial está perdida, por lo que la performance parlamentaria cobra aún mayor realce.
Pero por como están, hasta ahora, las conversaciones, no faltan los que prefieren ponerse en el peor de los escenarios: repetir la escena de marzo de 2010, con Bachelet cruzándole la banda presidencial a Piñera; pero con el agravante de que, esta vez, la crisis que atraviesa la NM redundara en bancadas parlamentarias debilitadas, producto no sólo de los efectos de la segunda administración Bachelet, sino también de la falta de acuerdo y de levantar a un candidato independiente.
Se instala la incertidumbre parlamentaria
En el escenario descrito, las elecciones parlamentarias constituyen un desafío mucho mayor para el oficialismo, porque por primera vez llegarían divididos a estos comicios y no bajo el paraguas de un solo abanderado presidencial.
Pero, además, debiendo enfrentar a una oposición ordenada, como nunca antes, no sólo tras la figura de Sebastián Piñera y su discurso con los logros de su anterior administración; sino también con el agravante de que deben cargar la mochila del descontento ciudadano. El hecho de que incluso Guillier, que es el mejor posicionado en la NM, no sea lo suficientemente competitivo para asegurar un buen resultado parlamentario ha provocado que muchos candidatos estén optando por enfocarse sólo en su campaña, en una especie de "sálvese quien pueda". Y, como corolario, está la total incertidumbre que genera el que esta elección se haga por primera vez bajo el nuevo sistema electoral proporcional.