Más allá de ganar la elección presidencial, las distintas coaliciones y los respectivos partidos políticos que las integran tienen disímiles objetivos para el próximo domingo. Por lo mismo, conocer los nombres de quiénes pasarán al balotaje en su camino hacia La Moneda será sólo una parte de lo que la clase política estará analizando la noche del 19 de noviembre.
Lo otro que también rondará en la cabeza de la dirigencia son los liderazgos que deberían levantarse de cara a 2021.
Así, se asume que el resultado electoral parlamentario de los partidos de la Nueva Mayoría contribuirá a dibujar un diseño muy diferente respecto de la articulación política que, hasta ahora, manejaban esencialmente el Partido Socialista y la Democracia Cristiana. Un nuevo escenario que estará marcado particularmente por el número de senadores electos.
¿Crisis en el PS?
Desde al menos un par de meses, altos representantes del socialismo vienen manifestando su preocupación por la “debacle” que podría significar para la tienda perder dos o más de los candidatos a la Cámara Alta –Isabel Allende, Camilo Escalona, José Miguel Insulza y Álvaro Elizalde-, un cuadro que se advierte bastante probable.
Incluso, los más pesimistas no se sorprenderían si todos perdieran.
En el propio socialismo admiten que es uno de los partidos que más arriesga internamente. Uno de sus vicepresidentes, Gonzalo Durán, resume las dudas que circulan entre sus filas y la amenaza que enfrenta la directiva: “Obviamente, se hará una evaluación y análisis de la conducción del partido”.
El resultado, profundiza, “dependerá en buena medida de la presidencial y parlamentaria”. Y el otro aspecto que se abrirá a partir del domingo “es el tipo de partido que aspiramos a construir, capaz de articular a otros actores de la izquierda y el Frente Amplio”.
PPD al ataque
En contraste con la situación del PS y, tal vez, a costa de éste, en el PPD calculan que en esta elección mejorarán bastante su bancada reeligiendo a Ricardo Lagos Weber y Jaime Quintana; y sacando al menos dos cartas adicionales, con lo que superarían a sus aliados naturales y podrían asumir el rol articulador del bloque desde el Senado.
Sin embargo, internamente se dará otra disputa: la de determinar qué tan a la izquierda se nueve el eje del partido, empujado por Guido Girardi, o si figuras como Ricardo Lagos Weber y Felipe Harboe logran devolverle a la tienda fundada por Ricardo Lagos Escobar la impronta socialdemócrata que su fundador soñó para el PPD.
Del corolario de este gallito
Inevitable a estas alturas podría depender también el nombre del candidato presidencial del partido para 2021.
Lagos Weber está en la tabla, donde se quedó cuando el expresidente Lagos decidió levantar su opción sin éxito; pero en el partido creen que si la marea política lleva al PPD a la izquierda, Girardi podría ser la carta de la colectividad.
Fratricidio en la DC
Sobre la crisis de la Democracia Cristiana no existe ninguna duda ni interna ni externamente. Quienes apostaron por la senadora Carolina Goic sostienen que el partido se juega su “identidad” a futuro. Otros no creen que cambie mucho a partir de ahora, pero lo que sí saben es que si la candidata presidencial no llega al casi 13% obtenido en la última municipal y con ambas bancadas disminuidas, la DC perderá toda infuencia al interior de la Nueva Mayoría o cualquiera sea el pacto que la reemplace.
Aunque quienes impusieron a la candidata se salieron con la suya, también provocaron una división interna -que algunos más viejos dicen que no se veía desde la crisis del ‘68- y es difícil prever en qué terminará.
El secretario nacional del partido, Gonzalo Duarte, advierte que la DC tiene la ganancia de ser el primer partido que se mide solo, pero insiste en que todos comparten la necesidad de participar de coaliciones mayoritarias.
¿Con o sin el PC? “Depende, porque depende de los objetivos que persigamos y la correlación de fuerzas que emerjan serán los actores de la nueva coalición de centroizquierda que hay que construir”, sentencia.
Desafíos PR y PC
El desafío del radicalismo era recuperar influencia perdida hace mucho, instalando a Alejandro Guillier en La Moneda. De no lograrse, al menos espera a que crezca su bancada con su timonel, Ernesto Velasco, liderándola.
En tanto, la gran meta del PC es volver al Senado con Lautaro Carmona, apoyado en el nuevo sistema electoral.
Nuevas colectividades ponen a prueba su subsistencia
Los partidos que florecieron estos últimos años a la luz del desencanto, ya sea por falta de una mirada más liberal en la derecha o de un gobierno que no cumplió con las expectativas de algunos sectores más radicales o menos drásticos, tienen en esta elección el gran reto de demostrar que no son producto de una reacción coyuntural y que tienen un peso real en la ciudadanía.
Para ello deben obtener el 3% en la elección de diputados en cada una de, a lo menos, ocho regiones o tres consecutivas geográficamente. El partido que no cumpla este requisito desaparece automáticamente.
Evópoli
En este contexto, Felipe Kast, el fundador de Evópoli, uno de los partidos nuevos de centroderecha que ha logrado mayor notoriedad -influido también por su propia incursión en la primaria de su sector-, está conciente de que colectividades como la suya enfrenta la tarea de demostrar que pueden consolidarse a futuro y representar a quienes no tienen domicilio político.
Otras voces en la derecha plantean que entre agrupaciones como Evópoli o Amplitud no sólo se disputan la supervivencia, sino también cuál es el representante de la derecha liberal, que RN ya dio por perdida.
Ciudadanos
Algunos, tanto en la derecha como en la Nueva Mayoría y la izquierda, incluyen a Ciudadanos -impulsado por el exministro de Hacienda, Andrés Velasco- en este segmento de partidos de centroderecha liberal que podría aspirar a generar una coalición con sectores de la DC, si es que no desaparece en esta elección en la que su fundador va de candidato al Senado en la Séptima Región con escasas posibilidades de ganar. Y es su carta más conocida.
Amplitud
La colectividad que nace de la escisión de un grupo de diputados y la senadora Lily Pérez de RN, pasa por su peor momento. Las disputas internas provocaron que sus figuras más conocidas, se alejaran de la colectividad y en esta elección, incluso Pérez corre serio riesgo de no reelegirse en la Cámara Alta, a donde había llegado gracias al apoyo de su expartido. El respaldo explícito de la senadora a Sebastián Piñera no contribuyó a la credibilidad de un partido que al constituirse asegura que no respaldaría al candidato de ninguna de las dos grandes coaliciones.
Revolución Democrática
Esta es la prueba de fuego de esta tienda que nació al alero de la Nueva Mayoría y uno de cuyas principales figuras, el diputado Giorgio Jackson, llegó a la Cámara gracias a un cupo del oficialismo. Ahora debe demostrar que tiene vuelo propio y contribuir a la permanencia de RD.
El principal desafío de la derecha es mantener la coalición
La coalición de derecha creció para esta elección presidencial al acoger a los partidos Evolución Política (Evópoli) y Partido Regionalista Independiente (PRI). De ahí que su mayor desafío es justamente mantener esa unidad durante el próximo gobierno, que en la oposición están seguros será encabezado por su candidato, Sebastián Piñera, y prolongarla a futuro integrando a nuevos actores.
Que no ocurra lo mismo que en 2009, cuando tras llegar a La Moneda, la entonces "Coalición por el Cambio" se fue desmembrando hasta quedar reducida nuevamente a la Alianza -Renovación Nacional y la Unión Demócrata Independiente.
Desafiante equilibrio
Para este proceso tanto el presidente de Renovación Nacional, Cristián Monckeberg, como el secretario general, Mario Desbordes, coinciden en que su partido y la UDI tendrán un resultado electoral equivalente, con una diferencia de dos o tres diputados a favor del que tenga un mejor resultado. Pero que esa mínima ventaja no dará espacio para jugarse la hegemonía del sector.
Monckeberg afirma que en un eventual gobierno de Piñera "nadie va a ser ni eje ni corazón"; sin embargo, admite que su partido aspira a jugar un mayor rol que la primera vez. Esperan -reconoce- "influir en el gobierno y para eso una muy buena presencia en la Cámara y una bancada relativamente disciplinada".
Esa necesaria característica también apunta a evitar que el gobierno intente saltarse a los partidos, a la hora de tomar decisiones importantes y a tener influencia en la agenda del Ejecutivo.
Por su parte, Desbordes coincide en que su partido y la UDI serán "fuerzas equilibradas".
Ello, explica Monckeberg, si se reproduce, como ellos esperan, el resultado de la última municipal, en que Renovación superó por unas décimas a sus socios gremialistas.
Hegemonía en el pacto y el partido
Una mirada menos amistosa tiene la UDI. El secretario general, Pablo Terrazas, insiste en que si su partido logra elegir a la bancada más grande del sector, tendrá "una mayor ascendencia sobre el estilo de gobierno que se pretenda imponer" y "le da a la mesa un mayor poder sobre las decisiones que pueda tomar el gobierno", es decir, en términos simples, imponer su hegemonía. Esto en el caso de que Piñera resulte electo.
En contraste con RN, que siempre ha sido el partido con dos almas en la derecha, esta vez es la UDI la que está presionada por una fuerza interna que busca mayor influencia en el partido y que la directiva necesita frenar.
Terrazas explica el desafío que enfrenta la mesa en este aspecto: "Tenemos que validar el estilo que la mesa ha defendido y si la UDI sigue siendo la bancada más grande se va a fortalecer el liderazgo de Jacqueline (Van Rysselberghe), consolidándose el sello que le ha dado a la UDI, más combativo con la izquierda, más confrontacional".
El dirigente insiste en que si la apuesta que hizo la mesa en la plantilla se impone, "quiere decir que el diagnóstico que hicimos nosotros (en contraposición al del diputado Jaime Bellolio) es el acertado".