En el último Informe de Política Monetaria (IPoM), el Banco Central fue explícito en la trayectoria que espera para la inflación en los próximos dos años: continuará con algo de presión en el corto plazo para cerrar el año en 3,6% y alcanzar la meta (3%) en 2017.
Lo anterior, acompañado por una política monetaria que continuará expansiva por todo el horizonte de política y reaccionaría en línea con lo que espera el mercado, es decir, un alza de 25 puntos base (pb) en la segunda parte del año y otra de igual magnitud en 2017, de materializarse el escenario base.
Un supuesto de trabajo que no es compartido por el banco de inversión Nomura, que no cree que el balance de los riesgos para la inflación y la actividad sean neutrales, como lo indicó el instituto emisor en el IPoM. Más bien, estima que permanecen sesgados al alza en términos inflacionarios, y espera que el actual dilema de la política monetaria entre bajo crecimiento y alta inflación empeore.
El pronóstico pesimista para la evolución de los precios en Chile que tiene la entidad se basa en su visión de un empeoramiento de los riesgos globales, que provocarían que la tendencia depreciativa para el peso se reanude, “lo que daría lugar a una convergencia de la inflación más lenta al rango meta del Central”.
Riesgos y respuesta
Los riesgos de los que habla Nomura no son muy distintos a los expuestos por el ente rector en su último informe: un mayor debilitamiento de la economía China y una probable reevaluación al alza en las expectativas de normalización de la política monetaria de la Fed, que fortalecería al dólar.
A esto se suma una posible de una reanudación de la tendencia a la baja en los precios de las materias primas, “y un menor precio del cobre implicaría una caída de los terminos de intercambio y una presión adicional a la baja para el crecimiento”, recalca. Y ante esto, la entidad anticipa que la tasa de política monetaria se ubicará en 4% al cierre de 2016.
“Un escenario de depreciación del peso forzaría al Banco Central a seguir adelante con su política más restrictiva, para garantizar que la inflación convergerá al rango meta y las expectativas permanecerán ancladas”, dice. Y plantea que el ente rector no podrá mantener la actual ritmo “pausado” de normalización de la política monetaria, ya que ésta requiere un ambiente externo más “benevolente” para los mercados emergentes, que no es viable con los riesgos globales actuales.