No deja de llamar la atención la similitud entre el escenario macro para 2013 publicado en este IPoM con respecto al presentado un año atrás. En es entonces, se proyectaba que la economía crecería entre 4,25% y 5,25% este año (similar al rango de 4,0% - 5,0% para 2013), que la inflación cerraría en 2,8% (3,0% para 2013) y una demanda interna (sin existencias) creciendo 5,4% (5,8% en la última estimación).
Sin embargo, pese a la similitud de las cifras, creemos que hay diferencias significativas. La primera de ellas dice relación con los sesgos: a diferencia del año pasado, en este IPoM no se consideró un sesgo a la baja en la estimación de crecimiento local. Creemos que esto, junto con la evolución de los precios internacionales (principalmente alimentos), nos permite reafirmar con mucha más convicción que los riesgos inflacionarios están más presentes que nunca.
De esta manera, pese a la baja inflación acumulada en el año (la segunda menor en la historia luego de 2009), el Banco Central descartó todo tipo de señal de recorte de TPM.
Incluso, implícitamente, no descarta alzas en el mediano plazo.
La segunda gran diferencia de este escenario, y que no estaba presente el año pasado con la misma relevancia, corresponde al del creciente déficit de cuenta corriente, el cual se comenzó a gestar desde mediados de 2011. En este informe, el Central estima un saldo negativo de 4,4% del PIB para 2013, déficit que supera con creces los registros de años anteriores y diversas estimaciones de déficit sostenible de largo plazo. Es más, de acuerdo a las estimaciones presentadas por el IPoM, el déficit a precios de tendencia se ubicaría en torno a 5,2% para 2013.
En términos desagregados, no deja de llamar la atención esta cifra, considerando que el balance fiscal efectivo estaría prácticamente en equilibrio este año, lo cual sugiere que el déficit obedece principalmente al sector privado.
De esta manera, aún queda abierta la interrogante si estas cifras justificarían una meta más ambiciosa en términos de política fiscal hacia el 2014 (por ejemplo, tener un balance en vez de un déficit estructural en dicho entonces), más aún al considerar el ajuste que generaría una caída abrupta tanto en el precio del cobre como en el crecimiento de China.