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Jorge Carey: “La reforma constitucional es la gran nube que tenemos por delante”

Plantea la necesidad de que el gobierno y la Nueva Mayoría deben precisar el contenido y el alcance de este proceso para así superar la incertidumbre que actualmente, a su juicio, está frenando la inversión.

Por: J. Esturillo y T. Espinoza | Publicado: Lunes 4 de abril de 2016 a las 04:00 hrs.
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Hace dos semanas, en Sao Paulo, Jorge Carey recibió el reconocimiento a la trayectoria profesional que anualmente entrega a abogados latinoamericanos la publicación inglesa especializada Latin Lawyer.

Como líder de Carey y Cía., el estudio de abogados más grande del país, aclara que este “Lifetime Achievement Award” es en parte muy importante, un reconocimiento para toda la oficina y refleja el éxito de su estructura corporativa que se dieron en los años ochenta.

“Hemos crecido orgánicamente, no es el resultado de fusiones con otros estudios, no traemos gente de afuera, ya que la inmensa mayoría de nuestros abogados los reclutamos cuando egresan de la universidad, tenemos una cultura de trabajo en equipo y donde todo se basa en la meritocracia y un grado importante de especialización y diversificación en todas las áreas de práctica que abarcamos. Esto ha sido fundamental”, dice.

Carey también aprovecha esta ocasión para repasar los temas que a su juicio están cruzando el momento actual del país y advierte que la incertidumbre en torno a la reforma constitucional es el factor que está frenando la inversión.

-¿Cómo ve la situación económica, la percepción de los empresarios y la confianza para invertir?

-Hay una situación compleja en la economía mundial, hay mucha incertidumbre respecto de China, del dólar, el petróleo, la elección en Estados Unidos. Estamos en aguas turbulentas.

En Chile también estamos en un momento complicado porque, lamentablemente, se implementaron reformas estructurales importantes en forma inoportuna, cuando la economía se desaceleraba, y en las que quedó la impresión de que ha habido improvisación y mala gestión de parte del gobierno.

Habiendo dicho eso, veo dos cosas buenas en el horizonte: la excelente percepción que todos tenemos del ministro de Hacienda, quien da la tranquilidad de que las finanzas públicas están a cargo de una persona que entiende y que sí es responsable; y junto a eso, lo dicho por el ministro Eyzaguirre de que la obra gruesa ya está hecha.

Esas cosas hacen pensar que, salvo el tema constitucional, no seguirán implementando medidas que vienen con mal diagnóstico. Es lo que hay y ahora tenemos que tratar todos de tirar para adelante.

-¿De qué forma podría tirar hacia adelante el ministro Valdés?

-Creo que podemos estar tranquilos de que mantendrá una disciplina fiscal que no necesariamente se ve en gobiernos de izquierda, que más bien tienen la tendencia a gastar más de lo que corresponde y meter a los países en enredos, como se ven en Brasil o en la Argentina de los Kirchner.

Salvo el paréntesis de la reforma constitucional, que es un ruido complicado y que sigue siendo la gran nube que tenemos por delante, para bien o para mal, las otras reformas ya se hicieron, ya están digeridas y ya las aceptamos.

-¿Qué le preocupa de la reforma constitucional?

-Pienso que seguir discutiendo si mantenemos la Constitución de los ‘80 o la cambiamos porque tiene un vicio de ilegitimidad en su origen no vale la pena. Además, uno no puede estar en desacuerdo con que se modifique la Constitución con la debida ponderación y con consultas a la ciudadanía. Ahora hay que enfocarse en discutir los contenidos de esa modificación.

Y si se analiza eso desde la perspectiva del programa de la presidenta Bachelet, hay cosas que se proponen y que son muy preocupantes, como eliminar la independencia del Banco Central, que es un logro de Chile y sería un retroceso mayúsculo, y también miradas sobre la propiedad de los recursos con una cierta visión que uno pensaba que estaba más bien superada.Volver al tema de que el Estado tenga un control innecesario, indebido, de los recursos naturales, puede ser un retroceso importante.

No digo que todo vaya a hacer mal, pero claramente se ve que el espíritu detrás de eso es la visión económica de la izquierda de los años 60, y eso preocupa.

-¿Cree que hay piso político para hacer una reforma constitucional de esas características?

-No. Quizás estoy pensando con el deseo, pero soy optimista respecto de la clase política chilena. Tengo la idea de que al final del día las fuerzas más realistas, que están mirando los tiempos actuales y no están pegados en el pasado, van a prevalecer.

Tengo la esperanza de que no va a salir algo tan terrible, pero naturalmente hay gente que no lo ve así. Siempre digo que cuando a uno lo muerden, ve un poodle y arranca. Y a los empresarios ya les pasó que les quitaron los bienes sin compensación y mucha gente que hizo eso todavía sigue circulando y reivindicando la nacionalización de los recursos naturales.

-¿Qué le parece el diseño del proceso constitucional?

-Si esto se implementa bien, si hay buena fe, si esta comisión para supervigilar tiene reales atribuciones, creo que puede estar bien diseñado. El tema es cómo lo implementan y es difícil creer que los operadores políticos no van a intentar influir. Hay entonces legítimas dudas de si esto se hará bien.

Para despejar la incertidumbre de los empresarios, más allá del procedimiento, que es importante, deberían estar diciéndonos qué es lo que quieren: van a reiterar los puntos del programa, que usan como una especie de Corán, que se sigue a ultranza, o estarán más empoderados los grupos más de centro. Uno lo que ve es una cosa vaga, una nube, que unos la verán negra y otros blanca, pero nube al fin.

-¿Echa de menos una definición?

-Exactamente. Reitero que tengo una visión optimista y tengo confianza en la clase política chilena, que es de lujo comparativamente hablando, más allá de estas cosas de financiamiento ilícito de las campañas. Uno debería estar relativamente optimista de que los ideologismos extremos no van a predominar. Más bien tiendo a pensar que vamos a salir adelante, que va a perseverar la racionalidad.

Clima de inversión

-Usted se relaciona con muchos inversionistas internacionales, ¿cómo ve que ellos están percibiendo el escenario?

-No es justo decir que ellos tienen fe en Chile, que la tienen, porque invierten un porcentaje muy bajo de sus portafolios globales en Chile.

Es mucho más fácil tener confianza en un país donde pones el 1% o el 5% de tus inversiones que para el chileno que pone el 100%. Ellos tienden a mirar el futuro de los países emergentes a muy largo plazo y al estar menos contaminados por los ideologismos que campean en Chile, miran las cosas con más distancia y entienden que después de gobiernos que han hecho crecer mucho al país vienen generalmente unos ciclos de gobiernos redistributivos.

-¿La incertidumbre sobre la reforma constitucional está frenando la inversión hoy?

-Creo que sí, sobre todo a los chilenos, porque los extranjeros tienden a mirar el track récord de Chile y tienden a pensar que aquí no habrá locuras. Ellos han visto que lo que se ha hecho en Chile en los últimos 20 a 30 años, y además tienden a pensar que una gobernanta como la presidenta Bachelet, que en su primer período tuvo una gestión muy sensata, hará prevalecer esa sensatez.

Entonces, veo que los extranjeros están menos preocupados, pero a los chilenos los veo profundamente inquietos. Es lo más importante hoy porque para mí es la única gran incógnita que nos queda por delante.

Adicionalmente, los anuncios del ministro Valdés para la reactivación van en la dirección correcta, pero creo que hay que dar una dosis de tranquilidad, sobre todo a los chilenos que también contaminan a los extranjeros.

-¿Y estos inversionistas extranjeros están viendo en esto una oportunidad para comprar en Chile?

-Los activos de Chile y la bolsa están baratos y el peso muy depreciado, entonces es un muy buen momento para invertir. Hay gente que lo está haciendo. Pero al mismo tiempo hay quienes sienten que tienen demasiados de sus activos en Chile y que hay que protegerse y aparecen los vendedores, aunque se dan cuenta que están vendiendo barato.

Además, estar en Latinoamérica naturalmente que nos afecta porque la gente se retira de la región y no distingue mucho, aunque Chile sigue siendo por lejos la mejor casa del barrio.

Platas políticas

-¿No ve una crisis mayor, de confianza o de las elites como le llaman otros?

-No. Yo creo que hay un cambio generacional de los políticos, que me parece bien. Hay un problema puntual, serio, con el financiamiento ilegal de las campañas políticas, que se ha hecho transversalmente siempre. Ha habido casos de corrupción, pero de eso hay en todas partes del mundo.

Creo que estamos exagerando la crisis y no veo que venga una gran crisis. Soy muy optimista. Reconozco que no son muchos en mi entorno, donde hay un pesimismo muy grande.

-¿Así como no ve una gran crisis tampoco ve grandes cambios?

-No. La resaca que produce un mal gobierno dura mucho. El efecto de una mala gestión en la confianza dura mucho rato, no es que llegue un nuevo gobierno y todos se pongan a invertir.

-¿En este clima de desconfianza hacia la clase política, ¿cuál es el punto de inflexión?

-Pese a las tesis de que no se puede investigar aquí o allá si no hay querella del SII, aquí va a tener que llegarse a la verdad y después tendrá que haber un perdón y reconciliación.

Creo que no se puede seguir tapando lo que ha sucedido en Chile, sobre todo cuando la ciudadanía cree que aquí hay una falta de imparcialidad. No sé si esto ha sido por designio o por orden cronológico, pero claramente lo que el país no puede aceptar es que haya gente de un sector que está siendo formalizada y al otro lado hizo lo mismo y no le pasa nada. Eso no resiste y no puede pasar.

Mientras no se sincere lo que ha pasado y no se mire con cierta benevolencia, porque esta gente no se estaba llevando la plata para la casa, y estaba haciendo lo que hacían todos, lo que si bien es injusto, es un atenuante, no vamos a poder dar vuelta la página.

Diferente es cuando la plata se llevó para la casa o hay delitos de cohecho. Eso es otra cosa y con eso hay que ser muy duros, porque no es lo habitual en Chile.

-Volviendo a lo anterior ¿los empresarios chilenos están preocupados y van a esperar ver qué pasa hacia adelante o están vendiendo?

-Diría que hay de todo. En general a los empresarios chilenos les gusta invertir en Chile y veo a aquellos que han acumulado capital diversificando sus inversiones. El industrial, el agricultor, el empresario siguen ahí, con menos entusiasmo, no hay duda.

Hay una suerte de castramiento del entusiasmo y eso en lo marginal importa mucho, pero en lo sustantivo los chilenos siguen en Chile.

Otra cosa que hay es mucha desilusión con la ineficiencia del Estado, hay una modernización que está pendiente y creo que nos estamos llenando de comisiones, reglamentos y controles, que son muy necesarios, pero que no se hacen con la agilidad del caso.

Hay que agilizar el Estado, que sea musculoso, pero rápido y eficiente y eso en Chile no se ha hecho, no lo ha hecho ningún gobierno en los últimos 20 años. 

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