Un relajado e informal abogado alemán es el responsable de los dolores de cabeza que grandes empresas estadounidenses, de la talla de Apple, McDonald’s y Starbucks, sufren en diferentes países de la Unión Europea.
Se trata de Max Lienemeyer, quien lidera la Fuerza de Trabajo sobre Prácticas de Planificación Tributaria de la Corte General de la Comisión Europea. El equipo, –conocido en su honor como “Maxforce”, un apodo que le otorgó una autoridad política de la UE– está detrás de las investigaciones y casos judiciales que han determinado millonarios cobros a algunas de las mayores multinacionales desde su creación en 2013.
El trabajo de la unidad de quince funcionarios civiles que lidera Lienemeyer no ha estado exento de críticas. La semana pasada, la cadena de cafeterías estadounidense Starbucks publicó un resumen de la apelación que presentará ante la Corte General de la UE, en la que aseguran que hay “errores evidentes” en la investigación en su contra.
Las críticas podrían servir de base a la tecnológica más valiosa del mundo. El próximo año, Apple se enfrentará a los reguladores de Bruselas para evitar el pago de US$ 13.900 millones –el más cuantioso que haya ordenado la corte– por supuestos privilegios tributarios indebidamente concedidos en Irlanda.
El pez más gordo
Los tres años de investigación contra Apple se desarrollaron en los corredores de la Comisión Europea, oficinas de Silicon Valley y del Ministerio de Hacienda de Irlanda.
El trabajo de Maxforce determinó que el país europeo había permitido a la empresa generar entidades apátridas para, en la práctica, decidir cuántos impuestos pagar. Los investigadores acusaron a la de Cupertino de canalizar ganancias de docenas de países a través de dos sedes irlandesas. Según ellos, el sistema era, al menos, tácitamente respaldado por las autoridades del país y la mayor parte de las ganancias iban a una oficina que no tenía empleados ni recinto y, por lo tanto, no pagaba impuestos.
El resultado era, según Maxforce, cuantificable: en 2011, por ejemplo, una unidad llamada Apple Sales International registró ganancias de 16.000 millones de euros, pero sólo 50 millones de euros fueron considerados tributables en Irlanda. El resto fue exento de pagos.
En agosto de este año, la UE dijo que Irlanda había roto la ley europea al permitir a Apple realizar dichas operaciones y ordenó al país que le cobrara a la empresa la cifra récord de US$ 13.900 millones, más intereses, en devolución de impuestos.
En su defensa, Apple señaló que el regulador puso su mirada específicamente sobre ella, lo que contraviene el objetivo de “asegurar tratamiento igualitario a todas las empresas” en Europa. Agregó que el fallo de la Corte General “cambia retroactivamente las reglas y desecha décadas de ley irlandesa”.
Por su parte, el gobierno irlandés ha presentado su propia apelación ante la corte, argumentando que la empresa estadounidense no ha recibido un trato especial. El propio ministro de Hacienda del país, Michael Noonan, señaló que está “en profundo desacuerdo”, con el fallo y que su país se apega estrictamente a las regulaciones tributarias.
“Mira la letra chica de un iPhone”, sostuvo la autoridad, momentos después de conocerse la decisión del tribunal europeo. “Dice diseñado en California, hecho en China. Eso quiere decir que las ganancias generadas no se produjeron en Irlanda, así que no puedo ver por qué la responsabilidad tributaria recaería sobre Irlanda”, aseguró.
Críticas agudas
En 2015, la Corte General de la UE falló en contra de Starbucks y Fiat Chrysler, señalando que ambas empresas deberán pagar entre 20 y 30 millones de euros por acuerdos ilegales con los gobiernos de Holanda y Luxemburgo.
En su apelación, que es vista como antesala de la disputa legal que presentará Apple, la franquicia cafetera señaló que el equipo regulador violó las normas al “establecer incorrectamente” que un acuerdo con el gobierno“entregaba ventajas”. Por lo tanto, aseguró que la investigación y el fallo cometieron “varios errores de juicio y de hecho, sin lograr un examen diligente e imparcial y dando una declaración de razones inadecuada”.
En una escueta respuesta entregada a Bloomberg, el vocero de la UE, Ricardo Cardoso, señaló que “la comisión defenderá su decisión en la corte”.
Apple, por su parte, tuvo su propio enfrentamiento a principos del mes, cuando uno de sus abogados señaló que la decisión de la UE era “seriamente defectuosa” y que implicaba que los productos de la manzanita se diseñaban en la ciudad irlandesa de Cork y no en EEUU.
Extraoficialmente, una autoridad del bloque señaló que la empresa estaba creando “una hermosa historia tributaria”.
En tanto, otras compañías se preparan para posibles disputas con Maxforce. Los tributos de McDonald’s en Bélgica están en la mira, así como los de Amazon en Luxemburgo.
En Europa, además, ya se encuentra investigando el escándalo de emisiones contaminantes de Volkswagen y las posibles deficiencias en la fiscalización de los gobiernos de Alemania y el Reino Unido.
