El 28 de enero de 1986, y a 73 segundos luego de su despegue, el transbordador espacial Challenger se desintegró en pleno vuelo, transformándose en una de las peores tragedias de la historia espacial norteamericana. El hecho cambió para siempre la manera en que ese país enfrentó la carrera espacial.
Ahora, a 30 años de la catástrofe, Estados Unidos está recordando a los siete astronautas que murieron, incluida Christa McAuiliffe, la primera profesora que viajaría al espacio. Sin ir más lejos, National Geographic preparó un documental con imágenes inéditas en las que se puede ver los videos que dan cuenta de la preparación de los astronautas para ese viaje, el proceso de selección a la que fueron sometidos para integrar la tripulación del Challenger y las consecuencias del accidente y las indagaciones posteriores.
De hecho, se crearon dos instancias para intentar dilucidar las razones del accidente: la Comisión Rogers y un comité especial del Senado norteamericano, las que concluyeron, entre otras cosas, que la NASA se había enfocado más en cumplir con calendarios de lanzamientos y minimizó los riesgos asociados a las expediciones. Por eso, las comisiones obligaron al organismo a parar su programa de transbordadores durante casi tres años con el objetivo de implementar nuevas medidas de seguridad, rediseñar varios componentes de las naves e implementar un profundo cambio al interior de la misma NASA, lo que implicó que fue sometida a un rediseño en su gestión con el objetivo de implantar un cultura organizacional que privilegia la seguridad por sobre los cumplimientos de objetivos y plazos.
Además, se obligó el uso de trajes presurizados durante el despegue, el reingreso a la atmósfera y el aterrizaje de las naves, ya que la Comisión Rogers detectó en su investigación que luego de la explosión, la cabina de la tripulación salió despedida intacta y los astronautas murieron poco después, probablemente por la pérdida de presión. Los astronautas no estaban usando los trajes presurizados.