Las irregularidades que empañan las elecciones presidenciales en Venezuela
El oficialismo ha logrado modificar las reglas del juego y confeccionar el traje de la reelección a la medida de Nicolás Maduro.
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Venezuela vivirá este domingo un nuevo proceso electoral. Más de 32 millones de ciudadanos están convocados a elegir quién será su presidente por los próximos seis años, con la esperanza de que el jefe de Estado logre superar la grave situación en la que está sumido el país.
Sin embargo, no son muchas las opciones entre las que pueden elegir. Las innumerables irregularidades que se han presentado en torno al proceso, llevaron a que la gran coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) decidiera no participar e iniciar una campaña internacional para que los resultados no sean reconocidos.
Así, son sólo tres los aspirantes que se disputan la silla del Palacio de Miraflores. El actual jefe de Estado, Nicolás Maduro, busca la reelección con la promesa repetida de “combatir la guerra económica” que, a su juicio, es la causa de que la nación atraviese la peor crisis de su historia. A él se enfrentan Henri Falcón -quien otrora fue seguidor del mandatario Hugo Chávez y luego pasó a formar parte de la MUD-, y el pastor evangélico Javier Bertucci.
La presencia de estos dos últimos da la sensación de que podría tratarse de un proceso comicial normal, con plenas garantías democráticas, pero son más las señales que echan por tierra esa visión.
Señales de vicios
Según organismos no gubernamentales nacionales e internacionales, no hay condiciones óptimas para los comicios del 20 de mayo.
Más allá de las denuncias de larga data -que incluyen la desigualdad de condiciones y de oportunidades para todos los aspirantes-, este proceso acumula diversas irregularidades.
En primera instancia, la convocatoria no se originó desde el Consejo Nacional Electoral (CNE), tal y como dicta la Constitución. El proceso fue propuesto por la Asamblea Nacional Constituyente, un parlamento conformado por legisladores oficialistas y que funciona en paralelo al que fue elegido por los venezolanos en diciembre de 2015, cuando pasó a ser dominado por la oposición.
Además, el órgano electoral rompió con la larga tradición de celebrar las presidenciales en diciembre, poco tiempo antes del cambio de mando. Con ello, se evitaba que un largo período separara ambos procesos y que, entre medio, se pudiera generar algún episodio de inestabilidad política.
A ello se suma que, salvo por situaciones de fallecimiento o renuncia de jefes de Estado, se destinaban seis meses para la organización del proceso. Este tiempo fue reducido de forma abrupta a poco más de dos meses, eliminando la posibilidad de que se cumplan las fases de inscripción y actualización del registro electoral.
También se redujo la oportunidad para que las agrupaciones políticas se organizaran, buscaran alianzas y presentaran sus candidatos, y se dejó muy poco espacio para una verdadera campaña electoral.
Apoyo internacional
Según expertos, todas las condiciones antes expuestas desembocan en una abierta violación de los derechos de los electores y, por ello, la oposición emprendió una campaña internacional en búsqueda de apoyo.
Países como Estados Unidos, Francia, Canadá y los integrantes del Grupo de Lima, entre los que se encuentra Chile, han manifestado que no reconocerán los resultados, pues consideran que la convocatoria, los tiempos y las condiciones no permiten considerar que estas serán unas elecciones libres y creíbles.
Triunfo seguro
El oficialismo ha modificado las reglas electorales y confeccionado el traje de la reelección a la medida de Maduro.
Con los medios de comunicación y las instituciones del Estado de su lado, candidatos opositores sin apoyo popular, la ausencia de observadores internacionales y las promesas de combatir, ahora sí, la crisis económica, el actual presidente se enfila a quedarse en el poder.
Según The Economist Intelligence Unit, Maduro “está listo para ganar unas elecciones presidenciales ampliamente desacreditadas”, donde es obvio su control sobre el sistema electoral y donde no existen alternativas reales para los votantes opositores. “La popularidad de Henri Falcón es tan baja como la del mandatario y además, él carece de una maquinaria política que le permita competir” con el partido de gobierno, asegura EIU.
"Estas elecciones entierran de un solo plumazo las condiciones democráticas en el país"
- Esta no es la primera vez que se dice que las elecciones están viciadas. ¿Qué hace diferente a este proceso?
- Que en esta oportunidad se entierran de un solo plumazo las condiciones democráticas del país. Han empeorado las condiciones y ello ha encendido las alarmas considerando la relevancia del proceso: se trata de la elección del presidente.
- ¿Cuáles son esas alteraciones?
- Para comenzar, se ha modificado el período preelectoral. De tener un lapso de preparación de 160 días, pasamos a uno de 60. Además, inicialmente esta era una "mega elección", que incluía al presidente, legisladores y miembros de los concejos municipales. Estos últimos dos cargos fueron eliminados de esta jornada. Sólo eso, marca el proceso y perturba la confianza pública.
- Además, ustedes denuncian que no hay igualdad de condiciones.
- Si, y eso es algo que se viene repitiendo. No hay igualdad de condiciones ni de oportunidades, y ello llevó a la oposición a negarse a participar. Hay ventajismo a favor del oficialismo en la campaña electoral y en la exposición en los medios de comunicación. La reubicación a última hora de los centros de votación es otro punto a considerar y además, en este caso particular, la convocatoria la hizo la Asamblea Nacional Constituyente.
- Usted habla de la negativa de la oposición a participar. Sin embargo, sí hay un candidato técnicamente de oposición: Henri Falcón. ¿No considera que su presencia avala el proceso?
- Nosotros, en calidad de observadores electorales, no podemos entrar en la discusión de la lógica de las diferentes organizaciones políticas para participar o no. Sin embargo, al observar el proceso en su conjunto, destacamos un sinfín de anormalidades que no pueden ser ignoradas. Nos preocupamos por fortalecer la conciencia democrática y decimos lo que sucede para que la gente pueda internalizar hasta dónde han sido respetado sus derechos.
- Más allá de la denuncia, ¿podríamos ver una acción concreta que permita cambiar el rumbo o el resultado electoral?
- No lo sé. Pero es necesario dejar por sentado lo que ocurre aún si no desemboca en algún cambio de fondo. En conclusión, esta es una elección complicada con consecuencias graves en la democracia. Se va a alentar más la abstención y eso podría provocar una alteración en el funcionamiento de base de la estructura de poder venezolano.