Por Wang Xiangwei
Los empresarios de empresas pequeñas y medianas de China lo han pasado pésimo estos días. Enfrentan un futuro cada vez más sombrío a medida que los pedidos externos se secan, el capital de trabajo se acaba, los precios de las materias primas y los costos laborales aumentan, y los banqueros que son mezquinos incluso en tiempos buenos no aparecen.
Uno esperaría que se sintieran eufóricos con las noticias de que la ayuda estatal viene en camino. En las últimas semanas, las autoridades chinas han hecho ruido respecto a darle más apoyo a las Pyme.
La semana pasada, el premier Wen Jiabao se comprometió a que el gobierno ayudaría a resolver los principales temas de las Pyme que sufren de falta de fondos. Pero se puede perdonar a la gente por ser cínica, ya que todo esto suena muy familiar.
Durante la última década, se ha convertido en un ritual anual para las autoridades chinas prometer que impulsarán el préstamo de los bancos a las Pyme, les abrirán el acceso al mercado y les permitirán invertir en industrias altamente rentables, como banca, energía e infraestructura. Pero cada año, la ayuda del gobierno siempre se ha quedado corta.
Gu Shengzu, miembro del Comité Permanente del Congreso Popular Chino, dijo que este año será uno de los más difíciles para las Pyme. Citando investigación propia y la de otros, dijo que cerca del 60% y 70% de las Pyme de China enfrentan un tema de sobrevivencia. Shengzu aseguró que sólo cerca de 10% de las Pyme logra obtener préstamos del sistema bancario, y en Zhejiang cerca del 80% de ellas recurren a la banca informal, con tasas de interés anuales de hasta 120%.