Primero fueron los PIGS. Era el grupo formado por Portugal, Irlanda, Grecia y España, el más expuesto a un agravamiento de la crisis y a una debacle de su deuda soberana. Luego pasaron a denominarse PIIGS, añadiendo a ese fatal equipo a Italia. Aquellos apodos fueron desterrados por despectivos.
Finalmente, el grupo fue rebautizado como EA4, un término que acuñó el Fondo Monetario Internacional (FMI) en mayo de este año para referirse a su "Euro Área 4",a los antiguos PIGS, los más desafortunados de la zona del euro.
Ahora ha nacido un nuevo término que, de nuevo, incluye a España, que no se salva de ninguna de las quinielas. Es el Grupo de los seis, una especie de prueba de laboratorio que sirve como base de estudio al FMI para identificar y aislar los riesgos de la zona del euro y que no deja de nombrar a lo largo y ancho del informe de Estabilidad Financiera Global que se está presentando ahora en Washington.
La conclusión de este análisis no es nada halagüeña. "Se estima que la tensión en torno al crédito soberano de países de la zona del euro sujetos a amplios diferenciales", ese Grupo de los seis, "ha tenido un impacto directo de aproximadamente 200.000 millones de euros (US$ 271.200 millones) en los bancos de la Unión Europea desde que la crisis de la deuda soberana estallara en 2010".
De esa cantidad, 60.000 millones de euros (aproximadamente US$ 81.300 millones) corresponden a la exposición de las entidades europeas al primer batacazo de la economía helena. Otros 20.000 millones (US$ 27.100 millones) a los llamados "efectos indirectos" del contagio a Irlanda y Portugal. El importante resto corre de la cuenta del impacto en España, Italia y Bélgica, "objetivos de las presiones del mercado".
Buceando en los gráficos del FMI, cabría incluso elevar esa factura a 300.000 millones (US$ 406.900 millones, más del total de la intervención que realizará la Reserva Federal en los próximos años) si se suma la extensión, al menos la medible, al resto del sector bancario de la zona del euro.