Por María Ignacia Alvear C.
La crisis financiera de 2008-2009 fue un duro golpe para las automotrices estadounidenses. La caída del consumo afectó a las grandes de Detroit, como Ford y General Motors (que en ese entonces era la líder de la industria), oportunidad que aprovechó la japonesa Toyota para dominar el mercado mundial.
Sin embargo, el llamado a retiro de más de 15 millones de automóviles por fallas de fabricación afectó las ventas de la firma nipona. A esto se suma el terremoto que afectó a Japón en marzo, que provocará la reducción en la producción de vehículos, beneficiando a las rivales estadounidenses. Aprovechando esta coyuntura, las norteamericanas buscan consolidar sus ventas con modelos que ahorran combustible y enfocándose en el mercado asiático, especialmente en China.
El resurgir de la quiebra
General Motors, la mayor automotriz de EEUU, se recuperó luego de acogerse a quiebra en 2009 con la producción de nuevos modelos y enfocándose en sus marcas clásicas, como Chevrolet, al mejorar el rendimiento de combustible, lo que ha ayudado a elevar las ventas en 25% en su mercado local.
Además, está apuntando al mercado chino, el mayor del mundo, donde planea duplicar las ventas a 5 millones de vehículos para 2015. Esto contrasta con la meta de Toyota, que intentará duplicar los envíos a sólo 1,6 millón en los próximos cuatro años.
China también ayudará a asegurar la posición de Ford, la segunda automotriz de EEUU, donde planea introducir quince modelos hacia 2015.
La firma reportará hoy sus ganancias del primer trimestre y serían las mayores desde 1998. La clave de los resultados positivos ha sido disminuir la dependencia de vehículos con bajo rendimiento y cautivar a los consumidores con automóviles eficientes en el gasto de combustible, como las nuevas versiones de los modelos Fiesta y Explorer.