Como se esperaba, David Cameron se encontró con una fuerte oposición por parte de figuras políticas europeas luego de entregar su esperado discurso sobre la relación que debería tener en el futuro Gran Bretaña con Europa.
En él, el primer ministro británico abogó por renegociar los términos de la membresía de su país en la Unión Europea y luego convocar un referendo —a más tardar a fines de 2017— para que la ciudadanía decida si la nación debe seguir o no siendo parte del bloque.
“Es tiempo de que el pueblo británico pueda expresar lo que piensa, es tiempo de resolver la pregunta sobre Europa”, afirmó Cameron, cuyo partido tendría que ganar las elecciones de 2015 para cumplir su promesa de un plebiscito.
En su alocución, el primer ministro reconoció que el Reino Unido es más fuerte dentro de la Unión Europea y que el país debería seguir siendo parte de ella. Pero, citando frustraciones con un continente que está luchando por superar la crisis de la deuda y resentimientos por la lenta burocracia y los mandatos universales impuestos sobre el país, Cameron aseguró que intensificará el proceso para repatriar algunos de los poderes desde Bruselas. Aunque no entregó detalles de qué facultades buscará recuperar, sí adelantó que Londres debería estar exento de ciertas leyes laborales y decisiones judiciales.
Una vez que estas negociaciones terminen, llamará a la primera consulta popular desde los ‘70.
No a la desintegración
Alemania y Francia, las dos principales potencias europeas, fueron las naciones que lideraron las críticas en contra de la postura de Cameron.
El ministro de Relaciones Exteriores alemán, Guido Westerwelle, comentó que “elegir las mejores cosas y deshacerse de lo demás no es una opción”. Lo que preocupa a Westerwelle es que otros países europeos podrían seguir los pasos de la isla, convirtiendo a la unión en disfuncional. “Europa no es la suma de intereses nacionales”, acotó.
La respuesta de la canciller alemana, Angela Merkel, fue más suave al decir que estaba preparada para hablar “intensamente” sobre los deseos británicos, pero advirtió que el país no podía exigir nuevas reformas bajo sus condiciones y que cualquier pacto debía ser un “compromiso justo”.
Laurrent Fabius, ministro de Relaciones Exteriores de Francia, manifestó que sería “peligroso” para Gran Bretaña dejar Europa y agregó que “queremos que los británicos sean capaces de traer todas sus características positivas a Europa… pero no puedes tener una Europa à la carte”.
Dentro del Reino Unido, Cameron fue criticado por los Laboristas y los Liberales Demócratas, que forman parte del gobierno. El viceprimer ministro Nick Clegg cree que la incertidumbre que se producirá de aquí a 2017 “dañará el crecimiento y los empleos y por eso, desde mi punto de vista, no está en el interés nacional”.
Reino Unido perdería AAA
Una economía moribunda y la lentitud del gobierno para realizar recortes en el gasto le significarían a Gran Bretaña dejar el selecto grupo de naciones con la máxima calificación de crédito soberano, mostró ayer un sondeo de Reuters.
Según la encuesta, existe una probabilidad de 60% de que el Reino Unido pierda su nota AAA, que ostenta desde 1978.
Esta es la primera medición que sugiere que una rebaja sería el próximo paso.
El país ya recibió la advertencia por parte de dos de las tres principales agencias calificadoras que arriesga perder su nota debido a la situación en que se encuentran sus finanzas. El estudio también reveló que el país lograría evitar una nueva recesión gracias a un magro crecimiento durante este trimestre.