Por Daniel Dombey
Dos años después de un famoso discurso dirigido al mundo musulmán, el presidente de Estados Unidos Barack Obama otra vez busca reforzar la imagen de su país en Medio Oriente y consolidar su rol en una región que se ha transformado.
En el discurso de hoy, Obama fijará el tono de la política estadounidense hacia Siria, Israel y los palestinos, y el mundo árabe en general. Se espera que detalle planes de ayuda para los nuevos gobiernos de Egipto y Túnez, que intensifique la presión sobre Siria, y que refuerce el respaldo del país a los movimientos de protesta que actúan en la región.
Refiriéndose al operativo que mató a Osama bin Laden, un alto funcionario de la administración Obama comentó: “lo que queremos hacer es redefinir esto no sólo como un enorme éxito operativo sino realmente como un momento fundamental”. Y agregó: “Ahora tenemos una oportunidad donde los pueblos del mundo árabe e islámico se están concentrando en realizar sus propias aspiraciones en forma positiva, lo que se corresponde con nuestra visión.”
Pero después de su tan celebrado discurso de junio de 2009 en el Cairo, que generó expectativas de un avance que nunca llegó a Israel y a los palestinos, Obama tiene poca capacidad de maniobra para lidiar con una opinión pública en la región que está lejos de ser amigable.
Un sondeo de Pew Research indica que 20% o menos de las personas consultadas están a favor de que EEUU tenga injerencia en Jordania, Turquía, Egipto y los territorios palestinos, casi el mismo nivel del año pasado y en varios casos mucho menos que en 2009.