La voz del Premio Nobel Paul Krugman advirtiendo que aplicar la receta de austeridad en una recesión sería contraproducente porque profundizaría el sufrimiento económico y generaría más deuda, ha sido escuchada en Europa y comienza a hacer eco en EEUU.
Pero que el énfasis esté cambiando desde la austeridad a la búsqueda de crecimiento económico, es una victoria pírrica para el economista. “Desearía haberme equivocado, por el bien del mundo”, dijo Krugman en entrevista con Bloomberg Television.
Pero también está disfrutando de su reivindicación. “Estaba diciendo algo que iba en contra de la sabiduría convencional del momento, y tuve la razón. Es gratificante ver que los modelos que creí correctos han funcionado”, añadió.
Varios están comenzando a opinar lo mismo. El socialista francés François Hollande, lector de Krugman, supera al presidente Nicolas Sarkozy en las encuestas. Su advertencia de que anteponer la reducción de la deuda a la expansión económica está “causando la desesperación” de los franceses, ha calado fuerte entre los electores, quienes regresan a las urnas este domingo.
Los griegos se están volcando a los partidos anti-austeridad; España e Italia están reevaluando sus metas de déficit; y el gobierno holandés vive una crisis política con la renuncia del primer ministro Mark Rutte y todo su gabinete por el fracaso de sus negociaciones de programas de austeridad para reducir el déficit a los niveles exigidos por la Unión Europea.
Krugman califica a los defensores del ahorro fiscal, encabezados por la canciller alemana Angela Merkel, de “austeristas” ideológicos que están malinterpretando los mismos males que tratan de remediar, al punto de poner a Europa en peligro de cometer un “suicidio económico”. Calcula que reducir el gasto público en un euro (US$ 1,32) generaría sólo unos 40 centavos de reducción de deuda en el corto plazo y 1,25 euros de producción perdida.
Para el economista, quien ganó el Nobel en 2008 por sus investigaciones sobre geografía comercial, el problema se remonta a la creación del euro en 1999, que significó un auge del flujo de capital hacia las naciones europeas periféricas como España y Portugal. Los inversionistas privados comenzaron a apostar a que estas deudas soberanas eran tan seguras como las de Alemania. Las naciones prosperaron así, con el sector inmobiliario liderando el camino.
Cuando los préstamos comenzaron a escasear por la contracción crediticia mundial hace cuatro años, el coletazo económico y la necesidad de rescatar a los bancos puso en rojo los presupuestos y a las cuentas corrientes públicas. Según Krugman, esto demostraría, con la excepción de Grecia, que el dolor de cabeza de Europa es por causa de la deuda de privados más que la irresponsabilidad fiscal. Por ello le irrita la “helenización” del debate económico.
El manual funcionó
Bien podrían otros aprender de la reciente historia europea. Krugman quiere que EEUU introduzca más estímulos económicos cuando el país paga sólo 1,9% de interés para pedir prestado por los próximos diez años. “Han visto confirmada la visión de que la austeridad en una economía deprimida es realmente dañino”, dijo a Bloomberg Television.
La alternativa es que las economías europeas decidan corregir sus desequilibrios a su propio ritmo, lo que daría espacio a soluciones como abandonar el euro, que se volvería más atractiva a medida que el desempleo aumente. Krugman afirmó que Grecia será la primera en caer o en ser empujada a hacerlo; “la atención estará concentrada en eso”, advirtió.
“Hay ecos de la crisis de los ‘30 en Europa y eso da miedo”, sostuvo. Porque el meollo de la crisis no sería tanto la falla del modelo económico imperante como “lo que la gente decidió creer e interpretar sobre este modelo económico. Pero el manual de economía ha funcionado básicamente bien”, enfatizó.