Por Catalina González Salazar
Una década no pasa en vano, y menos una que marcó a toda una generación con la transmisión en vivo del mayor ataque terrorista en suelo estadounidense. El director del Programa de Perspectivas Globales en la Escuela de Negocios de la Universidad Emory y ex economista internacional de la Fed de Atlanta, Jeffrey Rosensweig, analiza cómo cambiaron los consumidores en EEUU tras el 11 de septiembre y el enorme progreso económico que ha visto el mundo desde entonces.
- ¿Cuáles fueron los principales sectores afectados por el 11-S?
- Primero, lo que solía llamarse complejo militar-industrial. Una tremenda cantidad de dinero se ha gastado en seguridad nacional. Algunos creen que dos guerras se han luchado debido a las consecuencias del 11-S. Por lo que muchas firmas e industrias se han beneficiado con el gasto del gobierno para los militares, la guerra y combatir el terrorismo.
El segundo sector son las aerolíneas, que nunca se recuperaron totalmente de la caída en pasajeros. Los procedimientos de seguridad después del 11-S perturbaron tanto a algunas personas que han preferido manejar cinco horas que volar. Además, se han visto afectadas por los crecientes precios del petróleo.
Y el tercero, es el turismo. Muchas personas cancelaron o pospusieron viajes al país y aún estamos sintiendo cierto impacto.
- ¿Alguna industria se vio beneficiada?
- Ciertas tecnologías que salieron del gasto militar pueden ser aplicadas en el sector privado. El mejor ejemplo de esto es Israel. Israel ha tenido un enorme récord transfiriendo tecnología militar en nuevas firmas privadas, empleos en fábricas, e impulsadas por una proactiva industria. Es un buen modelo para otras naciones, particularmente para intentar desarrollar fuentes de financiamiento de emprendedores que puedan adaptar la tecnología.
- ¿Cómo cambiaron los consumidores en Estados Unidos?
- Algunos consumidores adoptaron una nueva actitud tras el 11-S. Es un fenómeno que llamamos cocooning (encerrarse un capullo), donde la gente está más orientada a hacer cosas en su casa. Mucha gente se dio cuenta que la vida podía terminar repentinamente y quería pasar más tiempo con su familia, por lo tanto gastan más en cosas que están orientadas a ella. Fue un cambio de mentalidad y eso se traspasó a los productos. Ese fue el principal efecto que vimos y aún lo vemos, cambió la psicología de la gente.
- En términos generales, ¿cuál es su evaluación ahora que se van a cumplir diez años del 11-S?
- Lo más importante en que la gente se debería enfocar cuando mire la economía mundial durante la década después del 11 de septiembre es el tremendo crecimiento económico que se ha dado en el mundo. Se trata de un fenómeno psicológico, que la gente tiende a poner más peso en los eventos más recientes y estos han sido difíciles para la economía. Pero si miramos la década como un todo, cientos de millones de personas han salido de la pobreza y se han movido a una clase media, la gente tiene más expectativas y hay menos mortalidad infantil.
- Los atentados provocaron un reforzamiento de las fronteras. ¿Qué va a pasar en el futuro en esta materia?
- Una de las cosa que más me preocupan es que EEUU tendrá una elección en poco más de un año y el principal tema en el país es la falta de empleos, y frecuentemente cuando la gente se preocupa del empleo se preocupa de perderlos. Y en un año de elecciones esto podría conducir a una postura proteccionista, para intentar cerrar las fronteras abiertas que tenemos hoy en día para comercializar. Si EEUU cierra sus fronteras para el libre comercio sería un gran paso hacia atrás. No pienso que pase, pero hay una posibilidad de que pueda ocurrir, en especial con elecciones pronto.