A orillas de la playa de Copacabana en Río de Janeiro, un gigantesco reloj Hulbot señala con precisión suiza el tiempo que resta para el comienzo del Mundial de Brasil. Diseñada por el arquitecto Oscar Niemeyer -fue su último trabajo antes de morir- e inaugurada por Pelé, el lujoso cronómetro también es símbolo del negocio que rodea a la cita máxima del fútbol.
Es que mientras las 32 selecciones clasificadas esperan el puntapié inicial el 12 de junio en el estadio Arena de San Pablo, las empresas ya comenzaron a jugar un partido que mueve millones.
Los patrocinantes oficiales de Brasil 2014 podrían formar su propio equipo: son más de una docena y entre sus líneas se cuentan una marca de ropa deportiva, una línea de gaseosas, dos cadenas de comidas rápidas, una automotriz, una tarjeta de crédito, una compañía de telecomunicaciones, una aerolínea y hasta un fabricante de paneles solares. A cambio de exclusividad publicitaria durante la cita que se transmitirá a más de 3.500 millones de televidentes -casi la mitad de la población mundial, los sponsors aportarán US$ 1.400 millones a las arcas de la FIFA. Los ingresos por marketing representan el 35% de los US$ 4.000 millones que recaudará la entidad que preside Joseph Blatter. El restante 65% son derechos de transmisión de los partidos.
De regreso a América Latina luego de México 86, el de Brasil será el Mundial más caro de la historia. Con una inversión total de
US$ 14.500 millones proyectada para 2014, la organización de la Copa del Mundo le costará US$ 75 a cada uno de los 194 millones de brasileños. En la comparación con los últimos anfitriones, el gasto parece desmesurado: en 2010, Sudáfrica -un país sin credenciales futbolísticas y, por ende, sin infraestructura en estadios- invirtió
US$ 5.200 millones, mientras que cuatro años antes Alemania gastó
US$ 7.000 millones.
El duelo de las marcas
Las marcas también disputan su partido. Uno de los enfrentamientos más vistosos para los fanáticos del marketing es el de las marcas de indumentaria que visten a las 32 selecciones. Las dos potencias, Adidas y Nike, una vez más llegan con aspiraciones de coronarse.
Luego del repechaje europeo, los ejecutivos de la firma norteamericana respiraron aliviados: tanto Portugal, de la mano de Cristiano Ronaldo, la principal cara de Nike, como otras tres selecciones entraron a la fase de grupos por la ventana y equilibraron el duelo. La principal carta de la marca de la pipa es el local Brasil, con Neymar a la cabeza.
La casa alemana, por su parte, cuenta con más de un favorito entre sus filas. El siempre candidato Alemania, el último campeón España y Argentina vestirán las tres tiras. Además, como sponsor del Mundial, es proveedor de la pelota oficial -bautizada “Brazuca” por el público brasileño- y de la indumentaria de los árbitros y asistentes de campo.
Otro sector en el que sus actores prometen sacarse chispas durante los próximos meses es el tecnológico, en especial en el rubro televisores. Cada cita mundialista sirve de excusa para impulsar la venta de pantallas. Además, se produce un recambio de tecnología: si en Alemania 2006 se coronaron los LCD y en Sudáfrica reinaron los LED e hizo su aparición la TV 3D, el candidato para llevarse todas las miradas en Brasil será el modelo con resolución 4K, una tecnología emergente que acanza una definición superior de 4.000 pixeles.
Las principales marcas del mercado local ya muestran sus dientes para disputarse un mercado de 2,8 millones de unidades, de las cuales un 95% serán LED y un 25% contará con acceso a Internet, según cifras de la japonesa Sony, otro de los auspiciadores oficiales de la Copa.
En tanto, por presión de la FIFA y de uno de sus mayores patrocinadores, Budweiser, la administración Rouseff promulgó una ley para permitir la venta de alcohol en los estadios.
De los 732 jugadores que disputan el Mundial, el más caro es Lionel Messi, con una cotización estimada de US$ 190 millones. El podio del ranking elaborado por la consultora Pluri Consulting, lo completan Cristiano Ronaldo (US$ 141 millones) y Neymar
(US$ 91 millones).
En el sector turísico, los operadores locales son los mejores exponentes de la célebre alegría brasileña. Solo para el Mundial se esperan que 600.000 turistas extranjeros visiten el país. Según estimaciones, un 60% de esos viajeros serán sudamericanos.
Con la seguidilla de mega eventos -léase, Jornada Mundial de la Juventud, Mundial y Juegos Olímpicos- Brasil dará un salto en lo que respecta al turismo extranjero: proyecta pasar de los 5,7 millones de 2012 a los 10 millones en 2020.