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Alimentos para el mundo

Los líderes deben pasar de la palabra a los aspectos concretos. Los alimentos son el futuro.

Por: Por Libardo Buitrago Analista Internacional | Publicado: Lunes 23 de enero de 2012 a las 05:00 hrs.
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El vertiginoso crecimiento de la población mundial y el desarrollo de potencias como China y la India, está sacando millones de personas del campo a zonas urbanas, perdiendo mano de obra para cultivos que puedan dar certeza y seguridad alimentaria a nivel global.

Los efectos devastadores del cambio climático, como inundaciones, incendios, lluvias, sequías en diversos países, devoraron miles de hectáreas que tardarán años en recuperar su capacidad productiva, comprimiendo la oferta de productos alimenticios como trigo y arroz de alta demanda. Por eso, velozmente se avanza hacia el camino de la escasez de alimentos, con el fuerte impacto económico, político y social que tendrá, llegando incluso a crear escenarios poco deseables para el ejercicio de la política.

Las cumbres se siguen llenado de papeles sobre el fortalecimiento de la democracia, lucha contra la corrupción, integración de los pueblos, en un vano ejercicio por décadas, dejando de lado puntos tan trascendentales como el que nos ocupa: los alimentos.

Desde esta perspectiva, ningún organismo internacional, ni los recientes foros creados, se han ocupado con responsabilidad y celo de lo que podrá impulsar la tan anhelada integración, de modo de sacarla del marco teórico donde la han apresado “afiebrados discursos” para traducirla en una realidad. No se puede desde la región intentar competir en desarrollo técnico-industrial con la brecha que han puesto las potencias emergentes. O sea, presumir que existe músculo para procesos productivos de alta complejidad, rendimiento, y bajo valor de la mano de obra, supone una distancia de tres décadas, que son irrecuperables. ¿En dónde está la ventaja? Focalizar la integración en la producción de alimentos, combinando todos los atributos que tenemos, donde los estados puedan diseñar políticas de estímulo en dos direcciones: una de fomento a la producción y otra a la aplicación intensiva de tecnología, para hacer más rentables las tierras.

Avanzar en esta dirección supone diseñar políticas públicas que contribuyan a la especialización en el conocimiento de la aptitud de los terrenos para diversos cultivos.

Algunos suponen que sólo fabricar productos pesados  o de elevada complejidad tecnológica es el único camino. Los alimentos, las siembras y las cosechas, pueden modificar el actual modelo de desarrollo imperante de sacar a los mercados productos carentes de valor agregado.

Los líderes deben pasar del oficio fácil de la palabra a los aspectos concretos. Los alimentos son el futuro. Y con un horizonte inconmensurable. Sólo basta que reparemos en ello.

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